“Comemos o pagamos renta”
Leticia Graciela Robledo, de 53 años, también vive en el predio invadido de la Santiago Troncoso. Tomó uno de los lotes junto con su esposo, quien realiza trabajos de construcción y recolecta cables para extraer el metal que luego vende a las recicladoras y yonques. Ella ofrece servicios de tapicería, aunque antes trabajó muchos años en la industria maquiladora. En su historial laboral está la RCA, pionera del modelo de exportación en Ciudad Juárez, una ensambladora estadounidense de partes para televisión que operó en el parque industrial Antonio J. Bermúdez, donde hoy funciona BRP, la armadora canadiense de vehículos todo terreno.
“Que el Gobierno se ponga de acuerdo y lo pagamos. De a poquito y viendo las necesidades de cada quién. Porque pues las casas del Infonavit, se muere uno y nunca las paga y todavía el que se queda vivo, quieren que siga pagando”, señala la madre de cuatro hijos que ya viven aparte.
Asegura que supieron de la invasión porque en ese predio solían recoger leña para calentarse en invierno.
Antes habitaban un cuarto cercano que les prestó un cuñado cuando ya no pudieron pagar renta en el viejo poblado de El Sauzal.
“Si tuviéramos casa, propiedades, pues no estaríamos aquí, oiga, careciendo de agua, de todo. Pero el que persevera alcanza y así se sufre para tener, para merecer. Nada es fácil en la vida”, señala la mujer a quien le gusta que le digan La Bronca.
Está orgullosa de lo que ya levantó con su esposo. Incluso muestra la letrina o “baño de hoyo”, donde utiliza cal para evitar malos olores. Asegura que lo tiene bien limpio y hasta lo presta a algunos de los vecinos. La imagen de la Virgen María vigila el interior de la vivienda construida con pedazos de madera, aunque compite con una figura de la Santa Muerte. Los muebles están acomodados para delimitar la recámara y la cocina. Una cama y una estufa con su respectivo tanque de gas butano, son sus principales bienes.
La Bronca no sabe en qué terminará esa aventura. El Gobierno Municipal confirmó que la propiedad es privada y que dejará que los dueños procedan legalmente si es que buscan un desalojo. La oficina de Asentamientos Humanos prevé que se logre algún acuerdo entre propietarios e invasores, como ha ocurrido históricamente en esta ciudad con distintos asentamientos, varios de ellos originados como autoinvasiones, es decir, promovidos por los mismos dueños en atención a sus propios intereses inmobiliarios.
“Pos al parecer nos quieren reubicar o a ver si sale el dueño de aquí o algo. Yo no sé si sea privado o del Gobierno. Estamos esperando que se arrimen las autoridades a ver qué solución nos dan”, afirma Leticia Graciela.
Surgen más invasiones
El director de Asentamientos Humanos, Julio César de la Cruz Reyes, señala que actuar contra esta invasión corresponde a los dueños del predio, en este caso a la familia Bermúdez. En 1993, un predio de mil 212 hectáreas identificado como Lote Bravo, propiedad de los exalcaldes Jaime Bermúdez Cuarón (uno de los prominentes miembros de esa familia, ya fallecido) y Manuel Quevedo Reyes, además del empresario César Verdes Sánchez, fue expropiado a petición del alcalde Francisco Villarreal Torres, precisamente ante la falta de reserva territorial que entonces sufría, como hoy, Ciudad Juárez.
Cuando el equipo municipal se apersonó en el predio invadido el año pasado, los colonos y líderes hablaron de llegar a un acuerdo con los dueños, quienes nunca solicitaron algún tipo de apoyo a la autoridad municipal, ni se sabe que hayan ejercido a la fecha alguna acción de tipo judicial.
“Y la verdad que no ha habido ni acercamiento de los dueños. Ellos comentan que están llegando a un arreglo con ellos, las líderes y todo. Pero bueno, a mí no me consta”.
De acuerdo con De la Cruz, además de esa invasión en el suroriente, hay otra más en el norponiente, una especie de ampliación irregular de Lomas de Poleo. En aquella zona, la ciudad también enfrenta una fuerte presión inmobiliaria frente a la expansión industrial de Jerónimo-Santa Teresa y el anuncio de un nuevo proyecto en la parte que conecta a Anapra con aquel cruce internacional.