Se acabó. Si se pudiera, sería muy interesante saber qué tiene en mente un gobernador cuando entra y qué le pasa por la cabeza cuando deja el poder. Porque una cosa son los apetitos personales y otra son los discursos, lo que se muestra a los gobernados. ¿Qué esperaba Javier Corral? ¿Qué veía más allá del Nuevo amanecer que anunció y que ahora se convierte en un ocaso, el ocaso de todos los que, trepados en el poder, piensan que este será eterno? Pero nada es por siempre, como algunos quisieran, y el gobernador de Chihuahua está a unos meses de irse, con una serie larga de promesas incumplidas y con una pésima calificación de los ciudadanos y las casas encuestadoras. ¿Cuál es el balance sincero que él hace de sí mismo y de su Gobierno? Posiblemente nunca se sepa, pero sí hay hechos evidentes que permiten un recuento.
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En siete meses. Javier Corral no pudo enfrentar la violencia y, a falta de resultados, ha recurrido a suavizar cifras y al retorcimiento de los datos. Mientras los chihuahuenses la sufren, en Palacio de Gobierno se hacen esfuerzos por maquillar la terca realidad. Pero se acabó el tiempo. Corral empezó en octubre de 2016 y se irá en siete meses. La pandemia, las finanzas y la inseguridad lo exhibieron, nada pudo contra esos problemas porque su tiempo lo ocupó en batallas mediáticas contra la 4T y a los ciudadanos los olvidó y los dejó a merced de deudas, virus y bandas criminales.
Diez mil homicidios dolosos se han acumulado, y eso coloca a la entidad como una de las que más sufren la presencia de los grupos delincuenciales. Los números oficiales no convencen y menos la retórica pastosa y gastada de un gobernador que ha dedicado su tiempo a la autopromoción personal y a la satisfacción de sus gustos. En el campo de golf y en las aeronaves oficiales, los muertos, los contagiados y la deuda no existen.
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Otro informe. Millones de pesos invertidos en nuevas instalaciones, nuevas fiscalías especializadas creadas y un sinfín de logros presumidos en el informe de César Peniche el jueves -raro, porque no estaba dentro de sus funciones hacerlo- se quedan pálidos frente al baño de sangre de los últimos 4 años.
En el lado federal el deslinde es la excusa favorita. Se quejan los titulares de la Fiscalía General de la República que los estatales no les pasan ni una sola carpeta de investigación de homicidio para que sigan el hilo de la delincuencia organizada enredado en cada caso como mermelada en gansito. Tal vez las doncellas de la Seido quieran que les hagan llegar invitación troquelada para que se pongan a jalar.
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Morirá en la raya. Ante el rumor de su anticipada partida, el gobernador insiste en que morirá en la raya. Que terminará su mandato en lugar de saltar por la borda antes de que acabe su administración. Una cosa es que tenga un proyecto político con la mira en 2024, y otra que tenga la intención de abandonar la gubernatura y dejar en su relevo a Alejandra de la Vega, como se afirma dentro de Palacio. Corral insiste que cumplirá con su mandato, y Movimiento Ciudadano se quedará esperando el sí.
Y vaya que morirá en la raya, porque en los días recientes Corral quedó ubicado en el lugar 31 del ranking de mejores mandatarios estatales, según la asociación civil México Elige. Luego, Mitofsky, por la misma línea lo posicionó en el puesto 28, y como remate Arias Consultores lo refunde en el último lugar por su mal desempeño. Así es y así será de aquí a septiembre, en plena retirada del gobernador. ¡Puro para abajo!
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Gandallas. La secretaria general del comité nacional de Morena, Citlalli Hernández, envió a los juarenses un mensaje para tranquilizar las tormentosas aguas ante la presentación de candidatos externos que no fueron bienvenidos por ciertas tribus (los Cabada y Flores, en Juárez; Borruel y Quezada, en Chihuahua, y hasta el Teto, que estuvo a un tris de colarse).
Ahora que le salió carne al hueso en Morena, todos quieren ser candidatos, y así lo explicó Citlalli cuando reveló que son alrededor de 8 mil los aspirantes que se apuntaron para un cargo de elección popular. Pero podrán estar tranquilos, porque -dicen- la dirigencia nacional prepara la guillotina para eliminar aquellos perfiles de oportunistas y gandallas. ¿Será?
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Media docena. Seis son los aspirantes a la alcaldía de Juárez inscritos ante la Comisión Nacional Electoral de Morena. En esa carrera alocada por ganar la encuesta que definirá al candidato que estará en la boleta el próximo 6 de junio, aparecen el senador Cruz Pérez Cuéllar, el diputado local Benjamín Carrera, así como la diputada federal Esther Mejía, la síndica Leticia Ortega y como externos Gabriel Flores Viramontes al igual que Ernesto Robles, excolaborador de Teto Murguía.
De los seis aspirantes, tres de ellos (Benjamín Carrera, Esther Mejía y Lety Ortega) son identificados con el proyecto político del aspirante a gobernador Juan Carlos Loera.
El gran reto en Morena es cómo evitar lo que se anticipa como una inevitable fractura, con riesgo incluso de perder la elección. Hay dos escenarios: uno, que el candidato sea Cruz Pérez Cuéllar y -otro- que sea Gabriel Flores Viramontes. En cualquiera de las dos posibilidades, la ruptura será realidad. El factor Armando Cabada se mueve tras bambalinas, y podría ser definitorio para inclinar la balanza a favor del expresidente de Canacintra, aunque estará por verse hasta dónde alcanza la influencia de Juan Carlos Loera como para desinflar la aspiración de Flores Viramontes.
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Abstencionismo. Con los candidatos que sean, lo cierto es que estas serán elecciones muy especiales y habrá que ver el papel que juega la pandemia. Con cubrebocas, con gel y con sana distancia, es posible que el número de votantes se reduzca. En este escenario, ¿quiénes y cuántos serán los que se queden en casa? ¿Serán los jóvenes, serán los mayores? Habrá que verlo. Y sobre este asunto, no hay encuestas ni pronóstico.