Javier Corral debe andar de plano muy desesperado por huir para siempre de la tediosa labor de gobernar un estado como Chihuahua, y ya sin incómodas agendas, poder dedicarse de tiempo completo a toda suerte de banalidades de las que es todo un experto y apasionado.
Al góber de Chihuahua le restan 107 días de gobierno. La cuenta regresiva seguramente es todo un tormento para las ínfulas del mandatario, quien un día sí y el otro también resulta aporreado en las difusas redes sociales. No en balde es calificado al día de hoy como el peor gobernador de México. Así, la receta Corral bien pudiera convertirse en el perfecto manual de lo que un gobernante no debería de hacer.
Durante su visita a Juaritos town, ayer martes, Corral anunció con bombo y platillo que volverá a sacar a remate público la flotilla de aeronaves del gobierno del estado. Lleva solamente cinco años anunciando la venta de aviones y helicópteros en los que ha realizado a placer poco más de 600 vuelos durante su confortable estadía en Palacio.
Las despedidas oficiales, que seguramente serán muchas, arrancaron oficialmente ayer en esta frontera, donde el gobernador anunció el inicio de lo que será la entrega-recepción. El mandatario dice, y quizá realmente se lo cree, que ya ve la luz al final del túnel en materia financiera, pese a la herencia de 60 mil millones de pesos que dejará en deuda pública.
Corral desvaría cuando pretende, al menos en el discurso, hacerle creer a los ciudadanos que Chihuahua es un mejor estado respecto a aquel que recibió el 4 de octubre de 2016, cuando enarbolaba una gran lucha contra la corrupción y contaba con un gran bono democrático. El góber jamás reconocerá que asumió una responsabilidad para la cual no estaba preparado. Que no se le olvide que a eso también se le llama corrupción.
El jefe del Ejecutivo tuvo la gran puntada (su sentido del humor es casi infinito) de afirmar ante los medios de comunicación que el mentado saneamiento de las finanzas será posible gracias a la venta de las aeronaves, que serán puestas en venta en 13.4 millones de dólares, algo así como 268 millones de pesos, que resultan irrisorios (o sea, cacahuates) comparados con la megadeuda pública.
En abono a estas sandeces, el mandatario estatal reveló que, pasadas las elecciones del 6 de junio, el gobierno de la república, a través de la Secretaría de Hacienda, le hará un adelanto de las participaciones federales para la realización de proyectos de obra pública que su gobierno ya no inaugurará. Mirone estuvo seriamente tentado a consultar el calendario. ¿Acaso era el Día de los Santos Inocentes?
¿Cuántas veces Corral peleó y se dijo de todo con los gobiernos federales de Peña Nieto y con el de AMLO? ¿Cuántas pataleó con el único propósito de atraer los reflectores nacionales a Chihuahua? Ahora pretende que sea el gobierno de la 4T, con el que ha tenido una relación de rompe y rasga, importándole un comino sus paisanos chihuahuenses, quien le resuelva parte del desastre financiero que dejará en el estado.
La desmedida ambición política del góber durante prácticamente toda su administración (o desadministración), lo dibujan como un gobernador inconsciente, que riñe con medio mundo, olvidando irresponsablemente que gran parte de los recursos estatales dependen de la federación con quien ha disfrutado protagonizar pleitos mediáticos, guiados solo por un profundo anhelo de llegar, al costo que sea necesario, a la presidencia de la república.
Corral ya casi se va. Ya inició la cuenta regresiva, y aunque sostenga que tiene la conciencia tranquila porque es un gobernador honesto, la historia lo juzgará como el gobernador frívolo que fue, alejado de la gente, obsesionado en perseguir y castigar a sus rivales políticos. Pero sobre todo, lo juzgará como el gobernador que despertó unas enormes esperanzas de un nuevo amanecer para Chihuahua, y que no pudo, siquiera, cumplir con lo más básico en materia de gobierno. Nos falló a los chihuahuenses y se falló a sí mismo.
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Las ronchas que provocó el sondeo de Massive Caller en los equipos de campaña estatal y municipal del PAN, trajeron como consecuencia una andanada de reproches y repartición de culpas, ante la posibilidad de que la campaña se le esté yendo de las manos a Maru Campos y de rebote a Javier González Mocken.
Pocos lo saben, pero el impacto por los resultados que presentó la encuestadora el lunes tiene en el fondo un significado de enorme relevancia, pues si se toma como hecho aquello de que las encuestas las ganan quien las paga, habría que cuestionar quién pagó a Massive Caller el sondeo que posicionó a Juan Carlos Loera con poco menos un punto de ventaja sobre la candidata panista.
El verdadero malestar en el equipo de campaña de Maru fue que ellos mismos contrataron los servicios de Massive Caller para hacer un monitoreo diario sobre las preferencias de la gente hacia la candidata, desde la etapa de la precampaña.
Al borde del infarto y pese a la crisis por el virtual empate técnico entre Maru y Loera de la Rosa, en el PAN prevalecen las omisiones de una campaña que parece empantanada. Decíamos, al principio, que hay reproches y repartición de culpas, pero también personajes inoportunos que ensombrecen aún más la contienda.
Tal es el caso del coordinador de Ingresos de Recaudación de Rentas, Luis Sigala, quien resultó balconeado en redes sociales en evidente estado de ebriedad, gritando a los cuatro vientos y con groserías que “el que no pistea no es del PAN”. El joven político es el mismo que un día apoyaba a Gustavo Madero, otro a Maru Campos, y después a Corral.
Pero por otro lado, está el pleitazo que se traen internamente las tribus panistas juarenses identificadas con el comité municipal, que literalmente fueron sorprendidos en la milonga, mientras la campaña podría naufragar.
Hay acusaciones de ida y vuelta de holgazanería, de no acompañar a Maru a polvearse los zapatos en las colonias. La realidad es que el PAN sigue batallando para reclutar a representantes de casilla, mientras las discusiones y los pleitos salen a flote entre Joob Quintín y Austria Galindo, así como entre el líder del partido aspirante a regidor contra Sergio Acosta, que se traen una grilla de antología.
No hay quien ponga orden dentro del PAN en la frontera. Las consecuencias podrían ser realmente serias.
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Desde la Mesa Interinstitucional de Seguridad salió el rumor de la posible visita a Ciudad Juárez durante la próxima semana del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, así como de Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana.
Trascendió que vendrían a ver temas de seguridad pública en el estado y, de pasada, para cortar el listón de inauguración de los cuarteles de la Guardia Nacional (GN), luego de que la federación y el gobierno del estado reanudaron la colaboración en la Mesa de Seguridad.
En la Zona Norte del estado, el gobierno federal ha construido tres cuarteles para la Guardia Nacional (GN), que en la realidad son pequeños inmuebles de cuatro paredes con poco más que unos brochazos de cal. Uno se encuentra ubicado en el parque industrial AeroJuárez, a la altura del Aeropuerto; otro en la zona de Anapra y otro más en Villa Ahumada.
La posible visita a Ciudad Juárez de AMLO antes de que concluyan las campañas, despertó la suspicacia de varios que opinan que el manto protector del máximo líder de la 4T vendría a proteger y fortalecer al candidato a la gubernatura, Juan Carlos Loera, tal y como lo hizo ya unos días antes del arranque de la contienda electoral por el gobierno de Chihuahua.
El presidente viene enfocando sus baterías en los estados del norte, en especial en Chihuahua, en donde confía que arrastra simpatías como en el 2018. Sin embargo, es posible que su popularidad hoy no sea igual a la que tenía en aquel año.
Si la visita del presidente Lopez Obrador a Juárez se concreta, le echará una manita al candidato de Morena Juan Carlos Loera, con un discurso incendiario en contra de la corrupción y que indirectamente atacaría a la candidata del PAN, María Eugenia Campos.
Así que se antoja una gira de trabajo político-partidista, como ya lo viene haciendo desde su podio mañanero a favor de Morena, porque seguramente sabe que la elección en Chihuahua está muy complicada.
Lo sustancial de la visita no será la inauguración de los cuarteles, sino el venir a hablar de temas que le abonen a la campaña de su candidato. En fin, se espera mucha retórica y pocos cuarteles con algo de cal.
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En plena campaña electoral, desde lo más recóndito de los entresijos de la política del municipio de Juárez, alguien resucitó los viejos enconos entre el exalcalde Enrique Serrano Escobar y el candidato panista a la presidencia municipal, Javier González Mocken. Y todo a través de una carta falsa, que hizo más ruido que la carta a Eufemia.
La misiva dirigida a la opinión pública, supuestamente escrita por Serrano, circuló por redes sociales y grupos de WhatsApp. Fue tal la viralidad del documento y lo rudo de la información, que preocupó a más de tres allá en el cuarto de guerra del aspirante a la alcaldía.
La información consignada en la carta destacó que Javier González Mocken, como presidente municipal suplente, se dedicó a levantar cortinas y a cortar listones de inauguración de obras gestionadas por Enrique Serrano.
Además, el documento sostiene que el avance que tuvo la administración 2013-2016 en materia de seguridad pública no fue logro de González Mocken, como lo presenta en sus publicaciones, sino que fue resultado del trabajo en equipo que lograron, en conjunto, la sociedad y los gobiernos de los tres niveles para sacar adelante a Juárez.
El asunto que ventilaron en la carta se supone es un tema que quedó superado en la elección del 2018, cuando Javier González Mocken era candidato de Morena al mismo cargo que aspira hoy por Acción Nacional. En aquel entonces Enrique Serrano habló en los mismos términos de la carta falsa divulgada estos días.
En está ocasión Serrano aseguró (sic): “Está circulando esta carta, y les informo que no es de mi autoría, ni es mi firma. No discuto su contenido porque yo no la hice. Saludos”.
Algunas de las deducciones que sacaron grillos mal pensados, fue que si Serrano no quiso discutir el contenido de la carta es quizá porque lo avala.
Tampoco en el desmentido dijo que denunciaría ante la autoridad a los presuntos responsables de haber falsificado su firma.
También a varios les quedó claro cómo, por ningún motivo, Serrano no le echó la mano a Mocken para desmentir el contenido de la carta, luego de que en los últimos meses de la gestión administrativa en 2016 compartieron el poder.
Lo cierto es que para muchos juarenses fue muy notoria la presencia de Javier González Mocken como presidente municipal en aquel tiempo, a diferencia de Enrique Serrano, que fue más apático y no hizo click con los fronterizos.
De hecho, hubo asuntos que González Mocken enfrentó con valentía, como la lucha contra el cobro de los estacionamientos públicos y de donde salió airoso, valiéndole el mote de “SuperMocken”, cuando a Serrano le dio frío agarrar ese toro por los cuernos.
Y mientras se dan las discusiones alguien se regocija del golpe que quiere propinar a uno de los candidatos en campaña para beneficiar a otros. En fin, guerra sucia y gajes del oficio político en las campañas electorales.
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Un mundo de diferencia hay entre las campañas a la gubernatura de Chihuahua en el PAN y en las de Morena. En el blanquiazul, aunque pudiera haber simulación, existe unidad entre los operadores y colaboradores del equipo de la candidata Maru Campos y los de Javier González Mocken. Seguido se ven juntos por los distritos, caminando con los candidatos a diputados federales y locales en diversos eventos, en carteleras, en la publicidad y más.
En contraste, en Morena no se juntan para nada. Andan desarticulados. Pero, aun así, según algunas encuestas, las preferencias parecen favorecer a los Morenos en Juárez, en donde está la mera mata de los votos del estado.
La desunión en Morena es tan clara que solo basta comentar cómo es que el candidato a la gubernatura, Juan Carlos Loera, acapara a todos los Morenos como representantes de las casillas y deja sin nada al candidato a la presidencia municipal, Cruz Pérez Cuéllar, al que de plano no le tiene confianza y viceversa.
Los Morenos han llevado las campañas a los extremos de la desarticulación. Como ejemplo está el caso de Mario Delgado, dirigente nacional de Morena, que tuvo que suspender su visita a Chihuahua y a Ciudad Juárez, misma que se preveía para el pasado lunes y martes, ante la negativa de algunos a los que no les gustó cómo estaba diseñada la gira de trabajo de Delgado en la entidad.
Cuándo se había visto que alguien se opusiera a que un líder nacional de partido viniera a apoyar a los candidatos en contienda electoral. Es pregunta.