Con la vuelta a luz roja en la semaforización de la pandemia, inició una batalla entre autoridades de salud y pequeños y medianos comerciantes, quienes trabajan con el sigilo de la “media cortina” en sus negocios.
En un comunicado difundido por la Secretaría de Salud, en la Zona Norte, el organismo informó que visitó 67 comercios formales, de los que 10 de ellos, con actividades no esenciales, fueron cerrados.
Señala que el resto estaban cerrados, de los que están en la categoría de no indispensables en estos tiempos de pandemia; lo cual celebra dado que «están conscientes de la importancia de cumplir con las medidas sanitarias”.
Los operativos a grandes empresas se realizan con inspectores de la Comisión Estatal Para la Prevención de Riesgos Sanitarios (Coespris), Protección Civil, Gobernación y con el auxilio de agentes de la Secretaría de Seguridad de salud Pública Municipal (SSPM).
La versión oficial, enfatiza que en caso de los negocios abiertos y que están en confinamiento, no se utiliza la fuerza policíaca con los propietarios o encargados de los negocios, sólo la persuasión.
¿Y a nosotros quién nos da de comer?
“¿Y a nosotros quién nos da de comer?”, pregunta un pequeño comerciante que se dedica a la compra-venta de pedacería de metales: anillos viejos, pulseras desgastadas y relojes inservibles, que él mismo repara.
Su negocio, ubicado en la avenida Vicente Guerrero, entre la Rafael Velarde y Miguel Ahumada, no rebasa los cinco metros cuadrados, incrustado entre pollerías y farmacias y un viejo hotel.
Con unos 67 años, Rodolfo Elías Martínez, opera su negocio con media cortina de acero abajo, quien responde a las preguntas con miedo y con una actitud de “pajareo”, por si aparece un policía municipal o un inspector de “algo”.
Trabajar a media cortina
A lo largo de esa avenida, de la 16 de Septiembre, Lerdo y las calles laterales a los mercados populares Cuauhtémoc, Reforma e Hidalgo, en donde todas las puertas metálicas están cerradas, los pequeños negocios de reparación de calzado, joyerías, mercerías y objetos usados, están a media cortina.
Quienes exhiben su temeridad o su ¿falta de conciencia? Son las casas de empeño que abundan a lo largo del primer y segundo cuadro de la ciudad, con sus puertas abiertas en espera de clientes en apuros.
En las casas de empeño, La Mejor, Empeña-fácil y la Casa del Pueblo, que existen tres de ellas en el centro y que son sucursales de la famosa El Monte de Piedad, en la CDMX, “las puertas abiertas” no es metáfora, es que están abiertas, con anuncios de “Pásele”.
Los vendedores ambulantes, con su carga de burritos, semillas-chicles-mazapanes y de hierbas curativas, son más móviles que nunca; no se detienen, van y vienen a lo largo de la Vicente Guerrero y 16 de Septiembre.
Los comerciantes se pierden entre las terminales de los camiones, de las líneas Oriente-Poniente, la Lázaro y la roja 3B y la verde 3B, cuyos cristales de las ventanillas fueron polarizados para que no se vea la violación de sus aforos.
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