Si hay algo que Rafael Contreras, integrante del movimiento Scout desde hace 23 años, atesora, son las risas, abrazos, y los cuidados que niñas y niños, adolescentes y jóvenes a quienes guía y empodera, le han brindado.
De sus experiencias como Lobato del Grupo 4, a donde ingresó a los 6 años, rescata que las vivencias le dan sustento a las palabras y conllevan aprendizajes que se convierten en conocimiento y en construcción de competencias.
“Recuerdo con gusto a mi grupo 4, nos reuníamos en los patios de la Iglesia del Sagrado Corazón que estaba en la esquina de las calles Constitución y Mejía, pasé tiempos que marcaron mi vida y mi camino”, dijo.
Posteriormente se cambió al Grupo 6 que se reunía en el Colegio Insurgentes, ubicado a un lado de la Iglesia del Sagrado Corazón de María. Ahí perteneció a la Tropa y al Clan, y ahí mismo se quedó como jefe de la Manada.
“En 1983 fui al Campamento Nacional de Manadas, con 12 niñas y niños. De regreso empecé a sentirme muy mal”, recordó.
“Un niño se paró y me dijo que ellos iban a cuidarme y así lo hicieron, todo el camino de regreso estuvieron pendientes de mí y de mi salud”, dijo.
“Esas son las experiencias que rescato”, exclamó.
Otra ocasión andábamos de campamento y había una serpiente, y les dije a las y los lobatos: Tengan cuidado con la serpiente, me descuidé un momento y ya la traían a la pobre serpiente, me dio tanta risa pensar que lo que debí decir fue: serpiente, ten cuidado con las niñas y niños, relata.
Niñas y niños grandiosos
Para mí la mejor sección es la manada, porque las niñas y niños son grandiosos. Es muy importante escucharlos porque siempre tienen mucho que decir, agrega.
Luego de ser integrante del Movimiento, se tomó un tiempo, hasta que finalmente coincidió con otros scouts ya como padre de familia y en 2012 crearon el Grupo 29, del que fue elegido el primer jefe.
“Sobre la creación de este grupo, es muy importante destacar que las y los adultos seguimos a las y los jóvenes, porque el grupo se creó a partir de la inconformidad de los jóvenes que no encontraron espacios para expresarse y esto fue muy importante porque refleja precisamente el espíritu Scout, en el que las y los integrantes del Movimiento son quienes marcan la pauta de su trabajo y actividades, las jefas y jefes de grupo solo guiamos o los seguimos”, agrega.
Formando niños líderes
Aquí el camino es “erradicar la visión adultocéntrica que vivimos”; eso marcó el camino para la construcción de este Grupo 29, de donde hasta la fecha han emanado muchas y muchos líderes sociales.
“Los primeros años como jefe del Grupo 29 fueron difíciles pero muy esperanzadores y realizamos un excelente trabajo de equipo, hasta que fue oportuno renovar y entregué la estafeta a otro jefe. Actualmente yo estoy al frente de la manada del Grupo 29”.
Rafael acompaña, no impone, porque esas son las bases del movimiento Scout: las y los adultos siguen a las y los jóvenes, y marcan la pauta de su trabajo y actividades que se encaminan a entablar un compromiso voluntario con la comunidad.
“Lo más importante son las niñas y niños y los jóvenes, y ellos construyen su propio aprendizaje a través del método aprender-haciendo”.
La importancia de la comunidad
El involucramiento comunitario es uno de los aspectos importantes que está incluido en el Movimiento Scout. La Ciudadanía Activa, en el movimiento, es muy importante para que niñas, niños, adolescentes y jóvenes obtengan las competencias para participar en su comunidad y aplicar lo que aprenden.
Escuchar también es de gran valía para Rafael y para el movimiento, ya que en el Consejo Roca de la manada todas y todos participan por igual y toman decisiones sobre qué se va a hacer. Pero esto ocurre en todas las secciones en Manada, Tropa, Caminantes y Clan todas y todos tienen voz y voto, y su voz tiene el mismo valor que la de las y los guías, emulando el proceso democrático para preparar a niñas y niños para la vida cívica.
“El Movimiento Scout está tan bien diseñado y da respuesta a muchas necesidades que como seres humanos tenemos en la vida, es tan rico por la variedad de actividades que desarrolla y sobre todo impacta positivamente a sus integrantes”.
Trabajo en equipo para crear un mundo mejor
Rafael, con formación en el magisterio donde desempeñó su carrera profesional durante 36 años, sabe la importancia que tiene pertenecer a este movimiento, pues niñas, niños, adolescentes y jóvenes se forman en el trabajo en equipo, son creativos en solución de problemas, respetan valores y honran su palabra, saben liderar y ser liderados, son empáticos, generosos y se ponen objetivos.
“Eso es lo que necesitamos para crear un mundo mejor: que las niñas, niños, adolescentes y jóvenes se desarrollen en un ambiente de igualdad de oportunidades y esta es la base del Movimiento Scout, la confianza y el empoderamiento de sus integrantes, que ellas y ellos sepan que sus decisiones y aportes son realizables”.
*Jefe del Movimiento Scout en Ciudad Juárez, Lic. en Educación Física con maestría en Desarrollo Educativo.
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