La directora de la asociación civil “Huellas de amor”, Vianey Moreno, comienza señalando que su historia ayudando a la comunidad, comenzó hace más de 3 años cuando, en un domicilio ubicado en el número 3314 de la privada Pino Suarez, ella y su esposo se dieron a la tarea de comenzar un comedor comunitario en el que dan alimento y lecciones bíblicas a niños que viven en entornos disfuncionales.
Al poco tiempo, cuestiones de la vida llevaron a su esposo a viajar hasta la Sierra Tarahumara, donde más allá de impresionarse por los espectaculares paisajes de uno los escenarios montañosos más impresionantes del país, se dio cuenta de una situación bastante preocupante, y es que observó que había muchos niños que andaban con tenis y huaraches rotos, así como otros que iban descalzos y que tenían heridas en sus pies.

Al principio, la idea de su esposo le pareció una locura, imposible de realizar, pero su alegría la contagió, y para aquel mes de abril, aprovechando los festejos por el Día del Niño, decidieron hacer una colecta de tenis, juguetes y dulces, para poder llevarles un obsequio a los infantes que viven en la Sierra Tarahumara.
En aquella primera ocasión, lograron recolectar 500 pares de zapatos, que le fueron obsequiados a menores de tres comunidades de la Sierra. Desde entonces, aquella llama que los llevó por primera vez a llevar alegría a la Sierra, ha hecho que realicen este mismo festejo por 3 años consecutivos.
Dejar que los niños ayuden a la comunidad
Vianey comparte que su labor se centra en los valores, el apoyo a la sociedad, los niños y el amor a Dios y al prójimo. Su mayor objetivo como organización es que puedan proveer de herramientas a los menores para que aspiren a vivir en un mundo mejor y puedan generar cambios positivos en su entorno.
Señala que actualmente atienden en su comedor alrededor de 35 niños de manera regular, junto con algunos de sus padres y personas que llegan ocasionalmente a probar alimentos.
Relata que cada viernes, proveen de alimento gratuito, enseñanzas bíblicas y éticas a todos los menores que llegan hasta el comedor, que por desgracia, en su mayoría habitan en familias en las que sufren distintos tipos de abuso y violencia.

En este lugar, asegura que no solo tienen un plato de comida caliente, sino que se les dan lecciones para que puedan llevarlas a casa y de esa forma tratar de educar a sus padres y vivir dentro de un entorno mejor.
Agregó que a lo largo del año, realizan una serie de eventos en apoyo a la comunidad: una segunda recolecta de despensas y alimentos que dejan en la Sierra Tarahumara durante diciembre, eventos por días festivos, como el Dia de la Madre, y recuperación de espacios comunitarios.
“Hace un mes, en la calle donde está el comedor, había una casa que estaba pintada con graffiti, entonces compramos pintura, pedimos permiso al dueño y nos dejó pintar esta casa para que le cambiara la fachada a nuestra calle. Es lo que queremos y es lo que dice el nombre, o sea, dejar la huella de amor en el corazón de la persona”, contó.

Los retos de la labor de educar a los más pequeños
Acerca de los retos que tiene la labor que realiza en apoyo a los niños, resaltó que en ocasiones es más complicado cambiar el pensamiento que tiene un niño acerca de los valores, que la propia recolección de latas o tenis que van a dejar a la Sierra Tarahumara.
Resaltó que muchas veces, se enfrentan ante un entorno tan adverso para los niños, que por más que traten de educarlos y hacerles entender que acciones como robar o rayar las paredes son malas, no pueden asimilarlo debido a que habitan en entorno donde estas practicas son aceptadas, por lo que constantemente tienen que “luchar contra la corriente”.
No obstante, destacó que es ese mismo componente lo que hace que su labor sea más interesante y lo que la motiva a mejorar para dejar huella en el corazón de más infantes.

Acerca del funcionamiento de la asociación, mencionó que cuentan con un equipo de 12 personas, que son miembros de distintas iglesias o congregaciones religiosas, pero que se unen en este espacio con la intención de servir a las decenas de niños que van por un poco de alimento y un lugar seguro en el cual pasar la tarde.
Agregó que ellos operan con base a las donaciones que reciben de la comunidad y que cada cosa que reciben, desde comida, zapatos, juguetes, dulces y hasta muebles, tratan de llevarlo a los lugares donde saben que puede tener un mayor impacto para alguien que lo necesita.
Si bien es cierto que el objetivo que tiene Vianey con la asociación es lograr la apertura de más comedores, ella se siente conforme con dar un poco de “lo que Dios le da” para apoyar a que la vida de alguien más sea un poquito mejor.
“Nosotros les queremos sembrar de que, si tú das, pues Dios te lo va a recompensar muchísimo, y no sabes en qué gran manera. Si tú honras a tu padre y a tu madre, a Dios, te lo va a recompensar. Que esos principios y valores queden sembrados en su corazón y sean adultos de bien”, concluyó.
Para donar y participar en los eventos que realiza la asociación, invitaron a seguirlos en su perfil de Facebook en la liga www.facebook.com/Comedorhuellasdeamor?mibextid=LQQJ4d.


Pide Educación no llevar a niños a clases si tienen síntomas de males respiratorios
Hoy vuelven a la escuela más de 300 mil alumnos, maestros y personal administrativo en la zona norte
Por Carlos Omar Barranco

Juguetes, claves en el desarrollo de los niños
Todos los beneficios que ofrecen a su crecimiento físico, emocional, social y cognitivo
Por Marisol Rodríguez

Se “dispara” participación de niños y jóvenes en la Consulta Infantil 2024 del INE
Acudieron más de 300 mil a votar en el proceso de septiembre pasado, o cual representa un incremento superior al 167%
Por Alejandro Salmón Aguilera

Encuentran ilesos a par de niños desaparecidos
Se encuentran resguardados en las instalaciones de la Fiscalía de Distrito Zona Norte
Por Redacción