Las voces de la comunidad pedían que el edificio fuera derrumbado, que no quedara piedra sobre piedra de ese sitio que se convirtió en un horno crematorio, donde 40 migrantes perdieron la vida y otros 27 resultaron lesionados.
Hoy las familias de las víctimas y la comunidad internacional buscan justicia y que no vuelvan a ocurrir por nueva cuenta estas omisiones que cobraron la vida de migrantes y acabaron con su sueño de cruzar a los Estados Unidos.