Con perfiles de sabor que van desde secos y afrutados hasta dulces y refrescantes, el vino rosado es uno de los más versátiles para acompañar una variedad de platos.
Su larga historia se remonta a la antigua Grecia y Roma, y se dice que en particular, los romanos eran conocidos por producirlos bajo el nombre de ‘vinum clarum’ o ‘vinum claratum’.
Este vino se ubica entre el tinto y el blanco en términos de color y sabor, y su elaboración es principalmente con uvas tintas, las cuales se fermentan con la piel por un período más corto que el tinto, lo cual da como resultado su característico color rosado.
Existen diversos métodos para elaborar vinos rosados y sus tonos van desde muy pálidos hasta colores más intensos; uno de ellos es llamado ‘sangrado’, el cual implica extraer parte del mosto de uva durante el proceso de fermentación del vino tinto para intensificar la concentración.
Otro es el ‘prensado directo’ que implica prensar las uvas tintas suavemente para extraer el jugo ates de que las pieles tiñan el mosto.
Regiones productoras
En todo el mundo se producen vinos rosados, pero algunas regiones son reconocidas por su alta calidad.
Entre ellas, Provenza en Francia, donde se produce el famoso rosado pálido; otras zonas de Europa como España, Italia y Portugal, y en el continente americano destaca California.
Tendencias de consumo
En las últimas décadas, la popularidad del vino rosado ha ido en aumento y se ha convertido en una de las bebidas más buscadas, sobre todo durante los meses más cálidos, gracias a su frescura y ligereza.
Lo anterior también ha hecho que cada vez se produzca más este tipo de vino con mayor calidad y complejidad para satisfacer hasta el paladar más exigente.
Maridaje
Debido a su versatilidad, el vino rosado es un excelente acompañamiento para una variedad de platos:
Ensaladas frescas: Su acidez y frescura complementan lo sabores más frescos de las ensaladas, por ejemplo, las preparadas con ingredientes como fresas, nueces, queso de cabra y vinagretas ligeras.
Mariscos y pescados ligeros: La frescura del vino rosado realza el sabor de los camarones, langostinos y pescados blancos como el bacalao o la lubina.
Platos mediterráneos: Desde paella, tapas españolas hasta platos elaborados con aceite de oliva, hierbas frescas y vegetales asados.
Cocina asiática: Complementa perfecto con el sushi y los sabores especiados de platos tailandeses o vietnamitas por su acidez y ligereza.
Comida picante: El vino rosado puede ser una excelente opción para equilibrar sabores y calmar el picor de platos de la comida mexicana.
Quesos suaves y cremosos: La acidez del vino corta la untuosidad de quesos como el brie y camembert, y crea un equilibrio delicioso al paladar.
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