Operar con camiones que no cumplen con el año modelo es una realidad que el coordinador operativo de la Línea 2 Lázaro, Roberto Holguín, acepta porque —dijo— es muy difícil cubrir los costos de circular por calles destrozadas y, menos aún, meter camiones nuevos o de modelos recientes por esos lugares.
En su caso, el 85 por ciento de las unidades —equivalente a 38 autobuses de los 46 que tiene circulando— son de los años 2014 al 2018.
Eso significa que cumplen con los diez años que marca la ley, incluyendo el año de gracia que les da el reglamento para modernizarse.
Por eso, para enero del año entrante tendrá que comprar por lo menos diez unidades más, para sustituir las que ya no podrá mantener en circulación, por ser anteriores al límite que permite la norma.

Eso significará una inversión cercana a los 350 mil dólares, poco más de seis millones de pesos al tipo de cambio actual, según sus propios cálculos.
“Es un dinero que tenemos que invertir, bajo la amenaza de que nos va a cancelar la gobernadora, que no sabe lo que está aconteciendo con el transporte”, señaló Holguín en una entrevista con Norte Digital a inicios de esta semana.
“Ella sigue vendiendo que los usuarios se suban al camión nuevo en las nuevas estaciones, que sí son de primera, pero esas rutas no van a toda la ciudad”, agregó.
Según Holguín, el usuario está batallando porque las rutas que había antes sí tenían servicio. “Ella —la gobernadora— tuvo que haber puesto servicio en donde no había”, opinó.
En el caso de la ruta que él coordina, fue fundada por su familia hace 55 años, en 1970.

El rutero calificó como positivo que se hayan invertido más de quinientos millones de pesos en unidades nuevas para el denominado JuárezBus; sin embargo, cuestionó: “¿De qué sirve una ambulancia nuevecita, con quirófano, si no lo puede recoger a usted cuando está tirado en un accidente?”.
De acuerdo con Holguín, la dificultad que enfrentan él y otros concesionarios se debe a dos factores:
Primero, el cambio de modelo implementado por el Gobierno del Estado, que optó por habilitar el carril confinado sin pensar en todas las personas que se movían en rutas tradicionales que entraban —y algunas siguen entrando— a distintas colonias de la ciudad.
El segundo factor, comentó, son las calles llenas de baches que se forman por los brotes de aguas negras, producto de un drenaje sanitario colapsado.
“Hemos gastado mucho dinero en reparaciones, porque ellos no cumplen con mantener las calles en condiciones adecuadas”, acusó.
Drenaje colapsado, el destructor de calles
Por ejemplo —añadió—, las calles Matamoros, José María Bórquez y Artículo 57, que es por donde sube y baja la Línea 2 Lázaro, el municipio las ha recarpeteado tres veces en ocho años, pero el drenaje que brota de las alcantarillas las ha destruido otra vez.
De acuerdo con el concesionario, es cierto el dato del Consejo de Movilidad de Juárez sobre que, después de la implementación del sistema BRT, el 68 por ciento de la ciudadanía se quedó sin transporte.
De mil 768 unidades que hoy tienen una concesión, solo 420 están operando, alertó.

Las líneas que antes existían —como las 8A y las 8B— desaparecieron por la presión del Gobierno, reprochó.
“Ellos creían que metiendo un carril confinado se resolvería todo el problema y desaparecería el hombre camión; hoy la gente añora al hombre camión, lo busca y lo implora, porque la realidad es que sus hijos están sin servicio”, lamentó.
Es por eso que los estudiantes universitarios salieron a protestar hace unos meses y “destaparon la caja de Pandora”, mostrando que la ciudad está hoy sin servicio de transporte, reiteró.
Holguín también se quejó de que funcionarios de Gobierno les hacen lo que llamó “un cobro excesivo”, exigiéndoles que paguen 900 pesos por año por traer GPS en las unidades.
El problema —dijo— es que les piden que instalen un GPS de una marca específica y no les aceptan el que ya traen en sus unidades.
Con lo que cuesta el GPS, más los recargos y los accesorios, el costo de la revalidación vehicular, señaló, es impagable.
La Línea 2 Lázaro es una ruta vieja. Inició operaciones en 1970 y hoy cuenta con 46 unidades, de acuerdo con información compartida por la coordinación operativa de los concesionarios que la mueven.

Los registros del concesionario refieren que, en un día normal, cada autobús hace ocho recorridos de ida y ocho de vuelta.
Inician a las 5:20 de la mañana y terminan a las 9:00 de la noche, aunque la última vuelta sale de la terminal a las 6:30 de la tarde, como se constató en un recorrido el martes.
Cada unidad mueve aproximadamente 600 pasajeros al día, así que, según cálculos del propio concesionario, en cada ramal se trasladan cerca de 14 mil personas, lo que significa que, en total, la ruta da servicio a unos 28 mil usuarios.
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