Hace un año, Luz inició un recorrido buscando ayuda, que resultó inútil; nadie escuchó sus súplicas ni tuvo compasión de sus lágrimas; los funcionarios no escucharon con atención sus palabras prediciendo el final que provocaron la indolencia y omisión de la autoridades.
Sebastiano, su nieto de dos años, fue asesinado en circunstancias poco claras por su madre Jazmín y su padrastro Mauricio Elías, alias “El Deaf”. A ella la sentenciaron en un juicio abreviado en cuatro días, a 42 años de cárcel. Él sigue en proceso, aún sin sentencia.
Luz Rico pasó de llorar, gritar y pelear con todas sus fuerzas por salvaguardar la integridad de su nieto, a ver caer sus lágrimas sobre la urna que contenía las cenizas de Sebastiano.
Quejas y vueltas con funcionarios
En sus andanzas pidiendo la intervención de las autoridades, grabó un video en 2020 afuera de la Fiscalía del Estado. Llorando narró en Facebook la impotencia de toparse con funcionarios que no solo no le apoyaron, sino que se mostraron déspotas.
“Es absurdo cómo la justicia está peleada con la ley. La ley es un sueño utópico para miles de mexicanos. Podrán venir gobiernos y gobiernos con promesas rotas, aquí me encuentro intentando denunciar omisión de cuidados y desesperada, muy desesperada. Me da coraje lo que somos para esa parte de México, tan olvidados e ignorados”, comentó entre sollozos.
“Vine a denunciar cómo vive mi hija, que es golpeada por su pareja, que no tienen dónde vivir, que mi nieto no está seguro en esas condiciones. El ministerio público, que es una mujer, se burla y dice que no pueden hacer nada y que vaya al DIF”, dijo afligida.
Luz ya había ido al DIF. Inclusive a través de un mensaje por Messenger imploró ayuda a la presidenta del organismo, Alejandra Cabada, y fue ella quien la envió a la procuraduría de la Defensa del Menor, donde le indicaron que debía acudir a la Fiscalía General del Estado. Lo hizo. Hizo cada cosa que le pidieron, fue a donde le dijeron que acudiera.
En el DIF le explicaron que ellos no quitan niños, que la situación era muy grave, pero por la saturación de casos no podían encargarse de uno en especial, y la mandaron a la Fiscalía.
“¿Te llevo las cenizas de mi nieto?”
Cuenta que en tres ocasiones llamó a la Policía Municipal y tampoco pudieron retirar al menor de su madre y de su padrastro, a pesar de que constataron las condiciones en las que se encontraba la familia. Los agentes dijeron que no podían retirar al menor porque la madre es quien tiene los derechos.
En la Fiscalía, una agente del Ministerio Público le dijo que si quería salvar a su nieto, pagara 9 mil pesos que le cobraría un abogado, que esa era la única manera que puede hacerlo. En ese momento Luz no contaba con esa cantidad.
Alguien le recomendó hablar con Evangelina Mercado, coordinadora de Comunicación Social de Gobierno del Estado, quien había sido coordinadora en el Centro de Justicia para las Mujeres (CEJUM).
Luz, ante su devastación, vio un rayo de esperanza y quedó en reunirse con la funcionaria en las oficinas de Gobierno del Estado.
Mercado le dijo que la iba a ayudar con la directora del CEJUM y en colaboración con el DIF, lo que derivó en una charla amena con ella y otra mujer de nombre Vanesa que trabaja en el DIF. Luz les contó que su hija acababa de subir fotos en sus redes sociales donde aparecía golpeada, y que el tiempo era un factor determinante en el caso.
“Palabras precisas, imprecisas, vanas, fotos, promesas, el tiempo apremia, mi hija y mi nieto están en riesgo”, les confesó.
Le indicaron que ubicara a su hija, que preguntara a sus amigos y que cuando tuviera noticias, irían e iniciarían una investigación para ayudarla.
“Vanesa, ya la encontré, ¿te llevo las cenizas de mi nieto?”, respondió ante la petición.
Tragedia en Sonora
Jazmín, la hija de Luz, y Mauricio, el padrastro del menor, vivieron en diferentes lugares; a veces Luz lograba ver al niño.
“La vida de mi hija se trastornó al llegar Mauricio, mi hija siempre defendía a los desvalidos, y así lo veía a él. Mi hija perdió amistades, casa. Mauricio la golpeaba, tenían una relación de amor y odio”, recuerda Luz al buscar alguna explicación al infierno que ahora viven en su hogar.
Lo que intentaba, por lo menos, era no perderlos de vista, hasta que los perdió y tuvo noticias de que estaban en Guaymas, Sonora; ahí inicio otro calvario para encontrarlos.
Se fue a Guaymas e interpuso el reporte de desaparición. Allá sí fueron muy eficientes, pero ya era tarde. El bebé estaba muerto, cuenta Luz.
Las autoridades acusaron a la madre y al padrastro por la muerte del niño. Él huyó y ella fue detenida, estaba en shock.
“A mi hija la juzgaron con una rapidez que sorprende. En tres días ya estaba sentenciada, sin investigación de nada. Le cayó todo el peso de la ley y tomaron como cierto lo que dijo en medio del shock, sin peritajes, ni psicólogos, ni nada”, cuenta Luz a pesar del dolor que la mantiene en pie.
Su hija Jazmín Dayana fue sentenciada a 42 años de cárcel en un juicio abreviado, en Guaymas, Sonora. La juzgaron sin perspectiva de género. A su yerno Mauricio lo detuvieron en la playa Miramar, en Tamaulipas, el viernes 4 de marzo gracias a una denuncia ciudadana.
El cuerpo del bebé Sebastiano fue cremado, lo que va en contra del Código Nacional de Procedimientos Penales que prohíbe la cremación de cuerpos que sufrieron muerte violenta, ya sea por accidente, homicidio doloso, feminicidio o suicidio.
Las autoridades de Guaymas, Sonora, cerraron el caso de manera inmediata, mientras Luz sigue clamando justicia.
“Las leyes tienen que cambiar, o hacer nuevas leyes acorde a la realidad. Mi lucha es por todos los niños, por mi hija y todas la mujeres que viven violencia”, comenta al asegurar que esta historia expiró el día que le dijeron en Guaymas que su nieto estaba muerto.
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