Derek tiene 10 años y no olvida la promesa que le hizo su tío David Alejandro González González, de un día llegar a su escuela primaria a bordo de un helicóptero de la Guardia Nacional a la que pertenecía, y llevarlo a su casa a la hora de la salida, ante la mirada de envidia de sus compañeros de clase.
Esa promesa ya no será posible que se cumpla, pero tampoco le interesa al menor, porque las prioridades son otras, ya que lo primero es la felicidad que pueda tener David Alejandro en el cielo.
“Tío David, se que tú me prometiste ir por mí un día a la escuela en helicóptero. No te preocupes porque sé que estás volando más alto en el cielo. Pedimos por tí para encontrarte y ahora estás en un lugar mejor con Dios”, Derek, Rigo, Cecy.
La carta está colocada sobre el ataúd, donde se encuentran los restos del elemento que orgullosamente perteneció a la corporación de alcance nacional.
Los padres de David Alejandro acceden a platicar con Norte Digital sobre los acontecimientos que tuvieron fatal desenlace, con el asesinato de su hijo y el de un compañero de él, de nombre Brandon Alexis García Jiménez.
Pese a la desgracia, Tereza González Portillo ya se encuentra más tranquila, porque tiene consigo los restos de su descendiente y podrá darle cristiana sepultura. Ahora prefiere eso a tener la angustia de no saber de él.
Todo empezó cuando David Alejandro hizo su Servicio Militar Nacional (SMN) en un programa de la Sedena con duración de tres meses. Le gustó la carrera militar e intentó incorporarse en varias ocasiones tanto en esta ciudad como en otras, pero fue rechazado, aparentemente por una condición vitamínica.
Al no conseguirlo, ingresó al Servicio Panamericano de Protección, institución privada, donde se encontró con un excompañero del SMN, que se ofreció a ayudarlo y fue de la manera que lo consiguió.
Finalmente fue aceptado y se encuarteló, para lo cual sus padres pidieron hasta préstamos, para comprarle todo lo de una lista enorme que tenía que cumplir, como lo fueron cambios de ropa.
Como madre, se negaba de forma inicial a todo eso, porque quería que su hijo fuera a Estados Unidos a trabajar y hacer vida, pero él ya no quería saber de otra cosa, más que ser soldado o policía militarizado.
Indica que David Alejandro firmó primero un contrato por un año en la GN y luego uno de tres y le faltaba uno para completar esos cuatro años, pero ya no pensaba en salirse, sino escalar por los diferentes grados, hasta llegar a ser “General”, aunque eso le llevara toda la vida.
No imaginó la suerte que le esperaba, porque fue el 21 de febrero de este año cuando ya estando en Ciudad Juárez, salió a festejar su cumpleaños con su amigo Brandon Alexis y al parecer jefes de la misma GN.
De acuerdo a sus propias indagatorias, se sabe que pasaron a las instalaciones de la garita de Jerónimo Santa Teresa, donde recogerían a otro compañero.
Inicialmente un guardia del lugar les dijo que los dos agentes que ahora yacen muertos, subieron a una camioneta de color negro, desde donde otros hombres les hicieron unas señas para que abordaran.
Posteriormente, ante elementos de la Fiscalía General del Estado el mismo guardia dijo ya no recordar lo ocurrido.
El día que se fue a festejar el cumpleaños, David Alejandro ya no contestó mensajes cuando su madre le preguntó a qué horas regresaría a casa. Solamente consiguieron una ubicación por Wathsapp, pero fue todo.
Tereza comenta que su hijo nunca dejaba de avisarle dónde estaba a pesar de que se le apagara el teléfono, porque conseguía otro para hablar con ella. En este caso fue diferente, porque se rompió la comunicación, a pesar de que los mensajes que le mandaba aparecían como “vistos”.
Al día siguiente continuó la pesadilla, cuando en la Guardia Nacional interpuso dos reportes de desaparición, uno en instalaciones de calle Barranco Azul y otro en edificio Pinocelli.
De acuerdo a lo que explica, también interpuso reporte en la FGE pero posteriormente en la GN no reconocieron que hubiera puesto reporte alguno, pero lo que sí hicieron fue darlo de baja con una rapidez inaudita para que ya no se le hiciera depósito alguno de pago, por haber dejado de acudir a trabajar.
Explica la madre que duraron casi siete meses en búsqueda exhaustiva, a la que se unieron muchas personas de manera voluntaria.
Fue un video que se difundió en redes sociales, donde el llanto de madre finalmente tocó el corazón de alguien desconocido –probablemente alguien de los mismos asesinos-, quien sabía dónde estaban los cuerpos de los dos agentes
Dicha persona habló a la FGE y les indicó aproximadamente sobre la ubicación, hasta que el 17 de septiembre pasado fueron encontrados los cuerpos esqueletizados en una zona desértica cerca de Lomas de Poleo y Anapra.
Los restos no estaban a mucha profundidad, sino casi al ras de la arena, pero debido a su avanzado estado de descomposición, no eran reconocibles rápidamente.
Ha seguido el proceso de identificación y servicios fúnebres, pero una vez que pasen unos días, Tereza se unirá a otras mujeres que se han acercado con ella, para pedirle orientación sobre cómo hacerle para tener resultados en la búsqueda de sus familiares desaparecidos.
González menciona que le han planteado la idea de abrir sección de madres buscadoras en la ciudad, pero no ha decidido dedicarse de lleno a ello.
Por lo pronto sólo piensa en despedir a su “bebé” y continuar dando fuerza a los dos hijos que le sobreviven.
También exigirá justicia, para que el homicida u homicidas sean llevados a los tribunales.
En algún momento, David Alejandro le dijo que no fuera a llorar si un día moría en el cumplimiento de su deber, en algún enfrentamiento con los malos, porque esa sería una forma heroica de morir, sin embargo esa no fue la muerte que él pensaba, con un golpe seco por la espalda, justo en la cabeza.
“Decía que yo era muy fuerte y estoy tratando de serlo, pero a veces no puedo”, menciona mientras se preparan ella y su esposo Jesús Eduardo González González, para ir darle sepultura a su amado hijo David Alejandro, a quien apodaban “Ojitos”.
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