ME PARÉ SOBRE UNOS CUERPOS TOSIENDO BIEN FUERTE: SANTOS, EL MIGRANTE QUE CREYÓ QUE ESTABA MUERTO
El sobreviviente del incendio en la estación migratoria recuerda que en esos momentos solo pensaba en su madre y en su familia, al tiempo que se encomendaba a Dios
Teófilo Alvarado | 27 marzo, 2024
Santos
Migrante salvadoreño
A un año del incendio en el que murieron 40 migrantes y 27 personas resultaron lesionadas, Santos, uno de los sobrevivientes, oriundo de El Salvador, comparte con Norte Digital la aterradora experiencia que vivió desde las entrañas de la estación migratoria que se convirtió en infierno.
Él mismo sintió haber muerto y recuerda el traumatizante momento en que las colchonetas empezaron a ser apiladas, donde observó el fuego y sintió el humo en su garganta.
Esa noche tuvo que caminar sobre los cadáveres de sus compañeros intentando ponerse a salvo, hasta que perdió la conciencia, mientras pretendía llegar a la reja, sin saber si estaba abierta.
Le tocó ver cuando otros migrantes se desvanecían y ya no se levantaban y en esos momentos pensó en su familia –en su madre–, y se encomendó a Dios. Cuando despertó ya estaba afuera de ese calabozo convertido en hoguera.
Estaba frente al muro cuando nos detuvieron
A un año de haber estado en el edificio del Instituto Nacional de Migración (INM), Santos dice que salió de su país el día que su hermano le avisó que podría cubrirle el costo del viaje.
Menciona que en su país, el régimen estaba empezando a maltratar mucho a la juventud, ya que les permitieron a los soldados hacer detenciones y revisiones arbitrarias.
“La seguridad está bien, pero al mismo tiempo está mal, porque se violentan muchos derechos de las personas”, agrega.
El hombre de poco más de 20 años, refiere que allá se dedicaba a la agricultura, sembrando maíz y frijol y que salió solo de su casa, con la idea fija de llegar a Estados Unidos y para llegar a Ciudad Juárez tardó alrededor de 15 días.
Explica que el traslado fue en diferentes medios, tales como camionetas y autobuses.
En esta ciudad duró alrededor de un mes, hospedado en un hotel, esperando la oportunidad de cruzar al lado estadounidense.
“Y pues nos detuvieron y nos llevaron allá a donde estábamos”, menciona sobre lo que ocurrió días antes del 27 de marzo del 2023.
Platica que el día 24 de marzo entró por la mañana a la estación migratoria, luego de haber sido capturado por elementos del INM.
“Estaba frente al muro yo, intentaba cruzar y nos detuvo una comisión de la Ciudad de México”, dice al explicar que se encontraba con otras personas que al igual que él, esperaban ir al lado norte del río Bravo.
“Nomás nos dijeron que alzáramos las manos, que estábamos detenidos y nos llevaron a donde estábamos posteriormente”, recuerda.
“Nos dio miedo, yo nunca había estado arrestado ni nada. Me dio miedo, honradamente”, sostiene.
Sí tenían alimentos y agua; el descontrol llegó con los últimos grupos
Explica asimismo que el tiempo que duró adentro, la mayor parte se la pasaban durmiendo, porque las luces estaban encendidas siempre.
Niega que hayan tenido problemas con la dotación de alimentos y agua en los días previos al 27 de marzo de 2023, cuando se suscitó el incendio que dejó a 40 migrantes sin vida.
Acepta que la situación se descontroló cuando llegaron los últimos grupos, donde las personas estaban muy alteradas.
“Habíamos como 50 y ya por la tarde llegaron un montón, como unos 100”, dice, aunque menciona que dejaron salir a un grupo a alrededor de la 1:00 de la tarde.
Indica que al final sí empezaron a tener problemas con el agua, porque les querían dar de la llave, porque la purificada de garrafón se terminó.
“Como ha pasado un año, tratamos de olvidar más que recordar”, añade.
Sin embargo, recuerda que poco antes de la tragedia, la situación estuvo muy tensa, con discusiones de ambos lados, donde los migrantes reclamaban que querían salir de inmediato, sin que tuvieran una respuesta a dicha solicitud por parte de los guardias o agentes del INM.
Guardias les vendían cigarros
En relación a la forma en que llegó un encendedor a los migrantes encerrados, señaló que lo más probable es que se los hayan proporcionado los mismos guardias, como se ha revelado en audiencias.
“Yo vi que los de seguridad vendían cigarros a los internos y por de ley le han de haber pasado el encendedor ellos mismos”, sostiene.
Respecto a la idea de que no había agua en los baños, menciona que no vio ese problema antes del incendio, pero sí cuando ya empezó.
RELATOS DE SUPERVIVENCIA
La historia en frases
“Yo vi que los de seguridad vendían cigarros a los internos y por de ley le han de haber pasado el encendedor ellos mismos”
“Cuando inició el incendio se encendieron las alarmas y se apagaron, como no sonaron más de 30 segundos, de ahí se apagaron las luces, se fue el agua, todo colapsó”
“Nos metimos a los baños yo con unas personas ahí, dijimos: ¡No, estos le van a dar fuego acá, están locos! ¿Qué hacemos? No sabíamos qué hacer”
“Ya no se miraba nada, nada, ninguna persona. Las personas empezaron a desesperarse pues, igual las personas que se desesperaban, entre más rápido se desesperaban, más rápido caían, y ya el que caía no se levantaba”
“No vienen los bomberos ni nada, (preguntaba). ¿Por qué no abrieron la puerta? Porque yo igual quise ir a la puerta, pero no sabía si estaba abierta o cerrada, y si estaba cerrada, yo sabía que igual iba a caer más adelante, por eso mejor decidí no ir”
“Pensaba en la familia, en la madre de uno, en cosas así (...) Le pedimos perdón a Dios por todo lo que hicimos”
“Yo trataba de no inhalar mucho humo, igual cuando ya me paré sobre unos cuerpos, ahí tosiendo bien fuerte, ya ahí entrando en desesperación, yo también me desmayé”
Cuando finalmente despertó Santos, ya estaba afuera de ese infierno
Santos recuerda que cuando algunos de los extranjeros comenzaron a colocar las colchonetas con la intención de prenderles fuego, varios como él se metieron a los baños.
“Nos metimos a los baños yo con unas personas ahí, dijimos: ¡No, estos le van a dar fuego acá, están locos! ¿Qué hacemos?, no sabíamos qué hacer”, rememora.
“De ahí todo se llenó en segundos de humo, eso no ocupó ni minutos, sino que segundos para inundarse de humo”, agrega.
¿Que hicieron cuando empezó el humo, el fuego?
“Yo tenía una chamarra ahí, un suéter, como le decimos, tenía un suéter y lo mojamos todos en agua antes de que se fuera el agua”, señala.
Añade que “cuando inició el incendio se encendieron las alarmas y se apagaron, como no sonaron más de 30 segundos las alarmas, de ahí se apagaron las luces, se fue el agua, todo colapsó”.
De los aspersores del techo nunca salió agua, “eran alarmas nada más que sonaban, no tenían agua de seguro”.
El humo llenó todo el ambiente y la visibilidad era casi nula. “Ya no se miraba nada, nada, ninguna persona, las personas empezaron a desesperarse pues, igual las personas que se desesperaban entre más rápido se desesperaban más rápido caían y ya el que caía no se levantaba ya”, subraya.
¿Y usted qué hacía?
Yo trataba de no inhalar mucho humo, igual cuando ya me paré sobre unos cuerpos ya ahí tosiendo bien fuerte ya ahí entrando en desesperación yo también y me desmayé ya, hasta ahí recuerdo.
-¿Cuando despertó dónde estaba?
Estaba en la parte de afuera.
¿Qué hizo cuando despertó?
Solo me senté ahí, me dieron agua y luego me llevaron a un hospital ahí cerca.
En ese tiempo que estuvo el humo, que la gente se desmayaba, ¿qué pasó por su mente?
No, nomás que íbamos a morir, no vienen los bomberos ni nada, (preguntaba) ¿Por qué no abrieron la puerta? Porque yo igual yo quise ir a la puerta, pero no sabía si estaba abierta o cerrada, y si estaba cerrada, yo sabía que igual iba a caer más adelante, por eso mejor decidí no ir.
-¿Estaba lejos?
Sí estaba lejos, estaba en la parte del último baño.
¿En todo ese tiempo qué le venía a su mente?
Pensaba en la familia, en la madre de uno, en cosas así.
¿Pensó que iba a morir entonces?
Claramente, es lo primero que piensa uno. Le pedimos perdón a Dios por todo lo que hicimos y ya recuerdo que me desmayé y de ahí cuando desperté, le di gracias.
A Eduard Carballo aún le sale hollín de sus pulmones cuando tose
Eduard de Jesús Carballo López
Aunque el Gobierno de México ha presumido que trabaja en la reparación del daño, para los sobrevivientes del incendio es difícil de creer, cuando las secuelas en la salud son desgarradoras y dolorosas, al grado de que al toser, sigue saliendo hollín de los pulmones, esos residuos del humo inhalado aquella noche del 27 de marzo de 2023 en la estación migratoria de Ciudad Juárez.
Así lo expone Eduard de Jesús Carballo López, de 27 años, quien agrega que los gastos en atención médica continúan y que la indemnización prometida por el Gobierno mexicano no les ha llegado.
En entrevista telefónica, explica que a pesar de que él y su esposa, así como sus tres hijos ya se encuentran en Estados Unidos, su situación es de incertidumbre, porque ni el asilo, ni el recurso llegan y tampoco un empleo estable.
Refiere a Norte Digital que hace un mes todavía estuvo hospitalizado, porque cada vez que le da una gripe le dura hasta dos semanas y sus pulmones lo resienten mucho, al grado de ser necesario ir algunas veces al nosocomio.
Acerca de lo ocurrido aquel 27M, relata que lo apresaron durante la tarde, cuando se encontraba cerca del río Bravo, cerca de la puerta 36.
Dice que portaba su permiso expedido por el Instituto Nacional de Migración (INM), por lo que no tuvo temor cuando le hablaron los agentes, porque tenía forma de probar que tenía su papelería en orden, aparte de que ya contaba con el comprobante de una cita para ir a Estados Unidos a través de la aplicación CBP One, la cual sería una semana después.
Menciona que pudo haber corrido y no lo hizo.
Le pidieron un documento en ese momento y su esposa quedó de llevarlo a la estación migratoria.
Con la cabeza dentro del inodoro
Indica que cuando ya estaba el incendio, le gritaba a su esposa que lo fuera a sacar, pero era demasiado tarde, porque los guardias no querían abrir las puertas.
Eduard de Jesús pudo sobrevivir gracias a que se escondió en uno de los baños, donde metía la cabeza en una de las tazas, hasta que finalmente llegaron los bomberos y uno lo levantó, pero apenas dio dos o tres pasos cuando se desmayó.
Entonces lo cargaron hasta la ambulancia, en donde se suscitó una escena que medios de comunicación difundieron alrededor del mundo.
Cinco guatemaltecos y dos venezolanos, los responsables
Comenta que el incendio lo comenzaron cinco guatemaltecos y dos venezolanos y que el fuego se extendió porque el plástico ardió demasiado rápido.
“Los guardias nos decían que nos íbamos a quemar como perros”, subraya.
Anota que los guardias señalaban que las llaves estaban perdidas, que no las encontraban.
Ya cuando lo sacaron, refiere que duró cuatro días hospitalizado en Ciudad Juárez y una semana en El Paso, Texas, luego de que la organización denominada Las Américas los ayudó a cruzar al lado norteamericano.
Agrega que ahora se encuentran en el proceso de solicitud de asilo político y confían en que se logre.
Por el momento, laboran en el área de mantenimiento de un hotel.
No puede pagar un estudio para revisar sus pulmones
“Cuando me enfermo empiezo a escupir esas cositas negritas (hollín), me da gripe y empiezo a toser. No me he curado tan rápido, tú sabes”, sostiene.
Señala que no cuenta con un servicio médico y tiene pendiente unos estudios de los pulmones, pero no han podido reunir el dinero que se requiere.
Algo que le ayudaría es que les dieran la indemnización prometida por el Gobierno de México, sin embargo, no les han cumplido y siguen a la espera.
En un mensaje final, refiere que en Juárez estuvieron viviendo muy cómodos, pero todo se echó a perder por esa experiencia vivida en la estación migratoria.
“Son malos, el director de Migración tenía que dar la orden de que sacaran a todos esos migrantes de ahí, y se murieron 40 personas y otras se quedaron así heridas como yo, mas se olvidaron de nosotros, ya ni me escriben”, menciona.