Dios, dice el pastor Jesús Miguel López, desde el vientre de nuestras madres ha escogido nuestro camino. Sabe quién va a cambiar, quién va a transformar la vida de los otros. Y tras 30 años de servir a la comunidad, para él esto no solo queda como un texto en la Biblia, sino en la certeza respaldada por su labor comunitaria.
La vida nómada que vivió desde pequeño lo trajo a los seis meses a Juárez y a los 9 años se fue a Estados Unidos. Allá las cosas no fueron fáciles y encontró en las drogas un amigo.
“Me involucré en las pandillas y las drogas. Primero para protegernos unos a otros, pero luego pues es fácil verte envuelto en esa vida. A pesar de estar en el mundo de las drogas siempre trabajé. Mis hermanos no me querían de flojo y yo tenía que trabajar, hacer algo y siempre trabajé en Sears y en otras tiendas. Mi familia tuvo negocios: tamalerías, carpinterías y les ayudaba, pero nunca dejé la vida loca”.
Como una bola de nieve, al pasar de los meses, ya consumía heroína y el tiempo ya no era suyo. La drogadicción iba consumiéndolo todo y la violencia y sus consecuencias no tardaron en presentarse.
“Mi padre y mi madre se vinieron a El Paso, entonces yo me metía en problemas allá y me venía a El Paso. Luego se me hacía difícil estar aquí y me regresaba a Los Ángeles y así anduve hasta los 26 o 27 años”, narra.
Una vida llena de insatisfacción
La insatisfacción era mucha, no podía llenar ese hueco que tenía dentro de su pecho. A los 36 años lo deportaron por Tijuana y regresó a Ciudad Juárez. Su estancia fue corta, porque cruzó de nuevo y llegó a Fort Worth, donde en 1991 decidió entrar al Centro de Rehabilitación Victoria, con el anhelo de tener una nueva vida.
El pastor recuerda que cuando ya estaba rehabilitado y había intervenido para cambiar la vida de muchas personas en Forth Worth, su líder espiritual le dijo: “Tú eres de México y tienes que ir allá a dar testimonio de tu vida y tu cambio”.
Aunque se mostraba renuente siguió el camino marcado y llegó a Ciudad Juárez por tercera ocasión, en 2003. No tenía nada, solo la dirección de una casa en Bellavista y su camioneta cargada de folletos con los que pretendía tocar el corazón de las personas para que recibieran el mensaje que les traía.
La renovación de Jesús Miguel López
La casa hogar Renovados en Cristo se encuentra en la calle Cobre, casi esquina con Ignacio Mejía, en la colonia Bellavista. Cuando el pastor Jesús Miguel López llegó estaba totalmente desmantelada, como se dice comúnmente, convertida en “tapias”. La casa había sido la donación de una persona que ya vivía en El Paso.
Primero era solo el centro de rehabilitación, pero luego se dio la necesidad de fundar la iglesia que está por la calle Pípila, casi esquina con la Ignacio Mejía, en la misma colonia. Se fundó para que la familia también acudiera, porque es importante para la rehabilitación de la persona que también la familia participe.
La rehabilitación en la casa hogar consistió totalmente en un proceso de fe y autoconocimiento emocional que les permite identificar las causas de la adicción, pero siempre viendo la fe como la única posibilidad de sanar esos daños emocionales, señala.
Un barro nuevo
Narra, impresionado por el trabajo que él mismo ha logrado, el proceso de una persona que fue adicta a la heroína durante 40 años. Su llegada al centro fue importante porque a sus 60 años, esa persona buscaba un cambio. A pesar de que para la sociedad era un deshecho, él trataba de enderezar el camino. Con los brazos y el cuerpo dañado de manea impresionante por las marcas que 40 años del uso de jeringas dejaron en su cuerpo, decidió luchar por su vida y durante meses que se convirtieron en años. Finalmente salió rehabilitado y pudo superarlo.
Encontrase con esas personas que incluso para él se convierten en irreconocibles, aquellas que salieron del centro de rehabilitación y que ahora tienen vidas productivas están casadas y en el mejor de los casos han decidido ayudar a otros que como ellos alguna vez se encuentran en desgracia, le demuestra que no es vano todo lo que hace.
Jesús Miguel López: testimonio de vida
El pastor no solo transforma y participa en su comunidad. Parte de sus actividades incluyen a la Mesa de Adicciones, que aglutina a las asociaciones civiles que buscan prevenir el consumo de sustancias en Juárez. Acude a dar su testimonio y compartir sus logros.
Históricamente la Bellavista era una zona donde se surtía toda la droga que circulaba en la avenida Juárez y la calle Mariscal y estaba lleno de picaderos. Aunque esto ha disminuido, aún es una zona difícil.
“Aquí en la Bellavista antes parecía desfile. Había muchísimas personas consumidoras de drogas deambulando por la calle, pero ahora eso ha cambiado. Eso también me da gusto, que al estar instalados aquí damos testimonio y hasta cambiamos la zona”.
Y ese ha sido el secreto del pastor Miguel: estar en la zona donde se le requiere y convertirse en el recurso más cercano como alternativa para que las personas dejen de consumir drogas. Él y su equipo forman parte de este paisaje. Los ves ahí constantemente repartiendo volantes, dándose a conocer, creando presencia comunitaria, así cuando alguien lo necesita ya sabe que puede acudir.
La vocación de este ministerio es compartir, por lo que es totalmente gratuito. No le cobran nada a los internos ni a la familia. El centro de rehabilitación se sostiene de los donativos que reciben y de lo que logran vender en las calles, incluso cuando reciben donativos grandes de alimentos hacen despensas y los distribuyen entre las familias de la Bellavista.
“Nosotros estamos aquí para compartir, no cargamos en las familias ni en las personas adictas la manutención del ministerio. Tenemos claro también que lo que necesita esta comunidad es nuestra presencia, por eso estamos aquí siempre en las calles volanteando. Sabemos que las personas que consumen drogas siempre tienen un lugar secreto donde la guardan, por eso cuando les damos el volante les decimos: ‘Guárdalo en el secreto para que lo tengas a la mano si lo necesitas’”.
* Director de la Casa Hogar Renovados en Cristo y pastor de la Iglesia Pentecostal Renovados en Cristo
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