Hilda Villalobos siempre supo, desde muy niña en aquel Meoqui donde convivía con la naturaleza y los animales que ella y su padre alimentaban, que todas las personas somos iguales. Lo único que nos hace diferentes son las oportunidades que tenemos. Esas que hacen la diferencia más allá de la educación, el dinero, una salud digna, la oportunidad de tener un plato de comida en nuestra mesa.
Hilda nació en San Francisco del Oro, aunque de muy niña sus padres cambiaron de residencia, porque en Meoqui a su papá le ofrecieron otro empleo. Fue ahí donde vio por primera vez a “Los caminantes”. Así llamaba su familia a quienes emigraban de otras ciudades del país y que pasaban por Meoqui y otros poblados para llegar a la frontera.
“Una de las características de nuestra casa era que estaba enfrente de la carretera Panamericana. Y diariamente los veíamos pasar. En aquel entonces les decíamos caminantes. Eran personas que venían en busca de oportunidades, de trabajo, y caminaban porque no tenían dinero para el camión. Cuando alguno llegaba a la casa a pedirnos agua o comida, mi mamá les compartía de la comida que había hecho para nosotros. No les daba sobras. Compartíamos lo que había. Si alguien llegaba y estaba la comida de ahí se les servía, y si llegaban a pedir agua les dábamos comida también”, recuerda.
Primeras oportunidades
Hilda ha sido una mujer de primeras oportunidades. Fue la primera en su familia en terminar una carrera universitaria como ingeniera industrial química. La primera en la empresa, en ser contratada con una licenciatura; la primera, muchos años después, en ser gerente de recursos humanos en una planta maquiladora en Ciudad Juárez. Y asegura que todo esto lo ha logrado respaldada por el amor de su familia y luego de su esposo y de sus hijos.
Su trabajo por las personas de la comunidad le fue inculcado desde niña y se consolidó en Fondo Unido Chihuahua que nació gracias a la iniciativa de A. Lee Crawford, entonces director ejecutivo para México y América Central de Delphi, la empresa que trajo esta Asociación a Ciudad Juárez luego de un crecimiento laboral en el sur del estado. United Way le explica que ya existía algo así en México, y deciden instalarlo en Chihuahua. Fondo Unido inició su consolidación, y en 1992 se extendió a todas las plantas del estado y también nació Fondo Unido Noreste, para dar oportunidad de beneficiar a un mayor número de personas.
“En 1995, después de dar a luz a mi hija, me dicen que me encargue de Fondo Unido Chihuahua, ya que esta Asociación Civil en todo el mundo nace patrocinada por una o dos empresas maquiladoras. Por ello, Crawford siguió impulsando el apoyo comunitario, porque se acercaban escuelas o asociaciones para solicitar ayuda a las empresas maquiladoras y la mejor respuesta fue Fondo Unido”, comentó.
Alimento para el alma
Uno de los programas que inició todavía desde Delphi y que más satisfacción le da es el de Vivienda, que encabezó a partir de 1996. Delphi implementó este programa donde más de 8 mil empleados se vieron beneficiados con casas. De esa cantidad, 6 mil se construyeron en Ciudad Juárez y las restantes se distribuyeron en las plantas que estaban en Chihuahua, Saltillo, Monterrey, Reynosa y Matamoros. El programa consistía en que la empresa pagaba 20 por ciento del valor de la casa como enganche y el 80 por ciento era un crédito de Infonavit.
“Fue un proyecto muy bonito, porque vimos a gente que nunca había tenido un hogar propio. Me acuerdo de una historia en Chihuahua, la empleada llevó a sus papás a recibir las llaves de su casa. El señor llorando dijo que nunca había tenido una casa propia y que era un sueño que sus hijos pudieran tener una. En ocasiones ves todo tan técnico, que pasas desapercibidas cosas como ésta que son un verdadero alimento para el alma. Entonces, mucha gente que no había tenido una casa o que vivía en unas casitas muy pequeñas, de repente tuvo una casa nueva y les cambió la vida, el lugar donde vivían, el ambiente”, explicó.
Trabajo digno
Otro aporte importante que hizo en beneficio de los trabajadores fue el programa de “Calidad Digna en el Trabajo” que es lo que hoy se conoce como responsabilidad social. Aunque ya existía, ella fue de las primeras en aplicarlo en la planta Río Bravo 1 y fue ahí justamente donde se consolidó. Hablar, comunicar y escuchar han sido actividades que le han dado grandes resultados para aplicar programas que realmente sean de beneficio para las y los trabajadores.
“Era algo tan simple como que en la cafetería de la maquiladora tenían una tiendita donde la gente podía cambiar lo que les sobraba por otros productos. Nos dimos cuenta que las y los operadores guardaban una parte de la comida para llevársela a la casa”, declaró.
“Recuerdo como una gran lección lo que me dijo Paty, una operadora con quien yo platicaba mucho y un día me preguntó: “¿Sabe qué, Hilda? ¿Usted sabe por qué exige uno tanto en la cafetería? Porque muchos de nosotros, por no decirle que casi todos, la única carne que comemos, la única comida buena, es la que comemos aquí. Entonces, exigimos por eso”. Ella y muchos de ellos, me dieron ese tipo de lecciones. Porque tú lo ves desde otra perspectiva porque llegas a tu casa y tienes en el refrigerador las cosas que te gustan. Esta cercanía con las personas me ayudó porque a veces es difícil ponerte en sus zapatos”, dijo.
Más de dos décadas de servicio
Sobre su labor en Fondo Unido Chihuahua, Hilda menciona que durante los 23 años que estuvo al frente de esta organización, lograron apoyar a las comunidades donde funcionaba con cerca de 600 millones de pesos a través de programas y proyectos en beneficio de instituciones de educación, salud y de apoyo comunitario, con la participación de un aproximado de 70 mil voluntarios, que dieron su trabajo desinteresadamente para ayudar a quienes más lo necesitaban.
Sin duda, dice que uno de los programas que más satisfacción le dio durante su estancia en Fondo Unido, fue el de construcción y apoyo a comedores en la Sierra Tarahumara, donde entre 2008 y 2009, gracias al apoyo de empresas como Delphi, Lear, Avery, ADC de Juárez, Johnson & Johnson, Cerámica de Juárez y Scientific Atlanta, se logró la apertura de 14 comedores, todos adyacentes a una escuela y un albergue, con lo que beneficiaban en promedio a 80 niños por comedor. Fueron construidos en comunidades alejadas de ciudades, como San Javier, Morelos, Basagota, Cumbre de Huerachi y Rocahuachi entre otras.
Otro de los programas que llenan de satisfacción a Hilda es el de apoyo a damnificados por desastres naturales y recuerda la construcción de 100 casas en Chiapas luego del huracán Stan, que acabó de forma total con cientos de viviendas. En alianza con Hábitat por la Humanidad, en 2006 se entregaron estas casas con la participación de voluntarios que se trasladaron desde Ciudad Juárez para ayudar a las familias afectadas.
También se brindó apoyo luego de las inundaciones en el 2006 en Ciudad Juárez, beneficiando a 435 familias, la mayoría empleados de plantas maquiladoras. La labor consistió en reparación, reconstrucción y construcción de casas habitación, así como la entrega de 15 viviendas a personas de la comunidad que carecían de cualquier recurso para recuperarse de los daños sufridos.
Posteriormente, en 2008 se apoyó en Parral, también por inundaciones, a 80 familias con reparaciones, reconstrucción y enseres domésticos. En 2010, el huracán Alex afectó a Nuevo León y Tamaulipas, por lo que se brindó apoyo a familias damnificadas de Anáhuac, Apodaca y Matamoros Tamaulipas. Piedras Negras fue otra ciudad azotada por inundaciones en 2013 que recibió apoyo para 100 familias, a las cuales se les dotó de los enseres domésticos que perdieron.
En 2017, luego de los terremotos que destruyeron varias comunidades en Oaxaca, Chiapas y Puebla, se logró la construcción de 250 casas en Alianza con Hábitat por la Humanidad, con la participación de las empresas que forman Fondo Unido Chihuahua y la participación de un grupo de voluntarios que acudieron hasta Oaxaca para colaborar en los trabajos de reconstrucción.
Una forma de vida
Los reconocimientos, las experiencias, las vidas que tocó y con las que ella también fue tocada en el centro mismo de su persona, no hubieran llegado nunca sin el amor. Primero el de sus padres y hermanos, que lo dieron todo para que ella pudiera lograr sus metas, y luego el de su esposo, su hijo e hija. Y el de quienes estuvieron ahí y vieron en ella el potencial que tiene y tuvo para continuar con lo que sus padres le enseñaron desde niña: que todos somos iguales y que la diferencia está en el acceso a las oportunidades.
*Hilda Villalobos, Ingeniera Química Industrial, Directora de Fondo Unido Chihuahua por 23 años.
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