Porque en Grupo Tecma lo más importante es la integridad de su equipo, estableció un protocolo riguroso de bioseguridad para sus trabajadores en sus plantas, desde que abordan el transporte, a su llegada a sus centros laborales, durante sus tareas y hasta que terminan su jornada, en prevención de contagios COVID-19.
«Para esta empresa todos somos muy importantes, incluyendo el shelter interno de Tecma y los compañeros de Proyectos», cuenta Dagoberto Favela, jefe de Mantenimiento y Limpieza en el corporativo y con dos años en la empresa.
En punto de las seis de la mañana, los trabajadores empiezan a llegar a Tecma planta 14, en la calle Gerardo Diego, en el fraccionamiento Paseo del Valle, ya colocados sus cubrebocas, guantes y sólo una persona por asiento para guardar la debida sana distancia.
A lo largo del muro frontal existen líneas amarillas que indican la distancia apropiada para evitar contagios, en donde se forman los trabajadores y uno a uno empiezan a pasar al interior, no sin antes, colocar las plantas de los zapatos dentro de la charca sanitizante y sin la revisión de su temperatura con un termómetro de rayo infrarrojo.
En las llamadas «celdas de trabajo», las mesas donde desarrollaban sus labores tres obreros, ahora está uno porque la «sana distancia» es uno de las medidas de prevención principales para evitar el coronavirus.
Apenas unos minutos después de las 6:00 horas, frente a sus módulo de trabajo, los trabajadores realizan ejercicios de estiramiento de músculos, una rutina que se repiten en todas las celdas de trabajo, con el propósito de evitar acumulación de estrés y «espantar» la modorra que produce el trayecto de la casa a la maquiladora.
Cada celda de trabajo tiene un depósito de gel antibacterial, para que se sanitizen las manos cada dos horas, para ello, suena una alarma COVID: un pitido que se escucha en toda la planta, de tal forma que todos los integrantes de las áreas de trabajo, cumplan con el nuevo ritual.
En esta llamada «nueva normalidad» se tiene que aprender de forma distinta: todo el piso de la plantea tiene dos líneas paralelas amarillas, para circular en dos sentidos y de un metro de distancia entre si, además de que todas las puertas de cubículos y de otras áreas, están abiertas, para evitar el toqueteo repetitivo de las perillas con las manos.
Toda la señalética, en muros, pisos, pizarrones, pantallas electrónicas tiene destino de internalizar esta nueva cultura de cuidados personales y de equipo, que apunta a volver consciente que lo más valioso es la vida y se tiene que cuidar.
La cafetería se adaptó de tal forma, que las mesas son ocupadas sólo por dos personas: una en el extremo derecho y la otra del lado opuesto, justo donde está una flecha verde que indica el lugar que deben estar, mientras que comen.
Los cocineros cuentan con gorro, cubrebocas, guantes para elaborar los alimentos y servirlos, además de que ningún proveedor puede entrar a ninguna de sus áreas, por lo que destinaron un pequeño espacio para dejar sus productos y que no tengan ningún contacto con el personal.
Se formó el Comité COVID, que se encarga de supervisar que todo el personal cumpla con las medidas de prevención contenidas en el protocolo, el cual es para todas las plantas Tecma, para evitar hábitos que se observan en otros espacios públicos: el cubrebocas de gorrito o de colguije en el cuello.
Favela y su equipo se encarga de sanitizar las 31 plantas de Tecma, bajo los lineamientos del protocolo, que se aplica en todas las áreas, las de producción, oficinas y cafeterías, con la misión de proporcionar bienestar a todos los integrantes del consorcio.
«Lo que hacemos es implementar un químico que se llama Cutec, disolverlo en agua, cuatro litros de agua por cada 100 mil mililitros de químico, para desinfectar áreas de barras, en las mesas», expresa Favela.
«Antes de que los operadores de producción ingresen a sus módulos de trabajo, ponen sus pies y se mojan las suelas de sus zapatos con ese químico, después se toman un pequeño tiempo para limpiarlos», indica.
Expresa que otra cosa muy importante es verificar de forma constante, que el personal de shelter cuente con su cubrebocas en las áreas en las que ellos operan para que también estén protegidos.
«Yo como encargado de las plantas, que son 31, entonces tengo que hacer recorridos a todas, de forma diaria, para supervisar que el personal cumpla con el protocolo que estamos llevando internamente», agrega.
«Ellos (los operadores de producción) salen de sus casas con la bendición de Dios y mi trabajo es que regresan a salvo, por ello también les estamos inculcando que pongan cloro y agua en una botella y se desinfecten sus zapatos, que se quiten la ropa y la pongan en un canasto y tomen una ducha», señala Favela.
«Yo siempre trato de cuidar a mi familia, porque mi esposa y mi hijo, son lo más importante para mi; ella me reconoce como un héroe porque yo estoy proporcionando una ayuda al personal; me dice cada día que me cuide, que me ponga mi cubrebocas, mis guantes y lentes», indica.
Y agrega: «Siempre estoy recibiendo instrucciones de mi jefe Luis Guzmán, de mi superior, gerente de Intendencia y de Proyectos, siempre trata de cumplir con al encomienda de de cuidar al personal.
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