El Hospital General del Estado (HG) está desbordado hacia la calle, pero aquí no hay tiempo para pausas: este día se registraron 100 contagios por COVID y no sólo se refleja en los números, también en la angustia de las familias que llegan a pedir auxilio con sus enfermos.
Un tramo de la calle Fernando Montes de Oca, fue habilitado por la Secretaría de Salud del Estado, como «corredor» del hospital, por el lateral derecho del edificio, por donde desfogan cadáveres, bio-desechos, pacientes no COVID y la comida del personal, pedida vía Uber Eats.
Cuando los pulmones se niegan a hacer su trabajo
A esa zona llegó Ramón. Por la avenida 16 de Septiembre. LLevaba a su hermana en estado de crisis, ayudado por su madre. Venían a pie y ella sin poder respirar. Al intentarlo sólo lanzaba un ronquido hondo, de muy lejos, de lo profundo de sus pulmones.
No podía sostenerse, Ramón y su madre, la cargaban por los brazos y arrastraba los pies. Así pasaron por el frente del HG, para pasar de largo hacia la esquina de la 16 y Montes de Oca y doblar hacia hacia el corredor COVID callejero, hasta llegar a la ventanilla de urgencias.
Un empleado del HG sacó una silla de ruedas donde la sentaron. Los pies quedaron sueltos y su cuerpo ligeramente inclinado, mientras Ramón iniciaba los alegatos con el personal del hospital. Necesitaba oxigenación, no había forma en ese momento. Fue enviada al 66 del IMSS.
Por la jefita, todo
«Es la jefita, por ella se hace todo», dijo Fernando, parado bajo la sombra de un Olmo, en el cruce de la Montes de Oca e Ignacio Zaragoza, a unos cuatro metros de la zona COVID. Llegó con sus tres hermanas a llevar a su madre a urgencias del HG.
La señora, delgada, bajita de estatura, de unos 80 años, mantenía su cuerpo erguido cuando le ayudaban a bajar del carro. Permanecía quieta y en silencio. Contenida. Así llegó hasta emergencias.
La señora fue conducida al interior de urgencias y minutos después salió a la calle, rumbo a el área de confinamiento en el segundo piso del hospital. «Aquí le va salir muy caro, es mejor que se la lleven al 66», recomendó un médico.
Las hermanas de Fernando iban porque se la llevaran al hospital 66 del IMSS. «No tiene fiebre, ni tos, no puede respirar bien, pero no es mucho», argumentaban. El médico lo persuadía a sacarla del HG, pero se mantuvo: «Se queda», dijo. A la sombra del Olmo contó cómo se hace todo por la «jefita».
El abrazo de la familia
No había más que abrazarse ¿qué se puede hacer por un padre si sus pulmones no hacen su trabajo? Así esperaron el llamado de un médico, las hijas del señor Ricardo cuando tocaron el cristal de la ventanilla de urgencias del HG.
Don Ricardo llegó en su propio auto al hospital cuando calculó que su oxígeno no le daba para mantenerlo con vida, así lo contó Evelyn, la hija mayor, cuando su padre ingresó al piso de los contagiados. No se quiso ir cuando se lo llevaron. Le rogaron hasta convencerla.
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