Douglas Ezequiel Ruiz -originario de El Salvador- salió el 25 de febrero de 2021 del departamento de Cabañas con su esposa y su hijo de 12 años con el objetivo de llegar a la frontera México-Estados Unidos y pedir asilo político al país estadounidense.
Por la necesidad de escapar de los problemas en su país que pusieron en riesgo la seguridad de su familia, Douglas, su esposa e hijo se embarcaron en el viaje que muchos migrantes han hecho con la esperanza de conseguir una oportunidad de vida. Ahora está en el albergue Pan y Vida en espera de una respuesta del Gobierno de EU.
“Yo no puedo estar allá en mi país”, dice Douglas. “Hay muchos problemas porque trabajaba con gente del Gobierno y apoyaba a partidos políticos. Ellos fueron metiéndose en problemas con personas de pandillas y uno también alcanzó. Por ello nosotros nos salimos de allá; no podemos estar ahí”.
20 días hasta la frontera: “Me quiso dar derrame”
Su trayecto desde El Salvador a Juárez fue difícil. En el viaje de alrededor de 16 a 20 días, Douglas y su familia sufrieron no solamente por falta de agua y alimento, sino también por la incertidumbre y el miedo que les impedía descansar.
“No dormía y venía pendiente todo el tiempo, incluso sentí cómo en el camino me quería dar derrame. Hoy me veo en el espejo y veo mi cara y me doy cuenta que sí me quiso dar derrame. Yo sentí los síntomas, pero no le puse mucho cuidado hasta que llegué aquí”.
Un camino de sufrimientos para Douglas
Douglas relata que a lo largo del trayecto sufrieron mucho por como los trataban. “Lo tratan como si uno fuera animal. Lo agarran y lo tiran a un carro, amontonado uno sobre otro; no hay manera de sentarse o acostarse bien. Nada más lo tiran como si fuera algo que no siente”.
Debido a la situación, Douglas indicó que sufrió sicológicamente y que quedó con un trauma, porque solamente se imaginaba cómo iba a ser el resto del camino si por el que había pasado había sufrido tanto.
Un secuestro en la frontera
No obstante, la situación más agraviante para Douglas fue después de estar en Ciudad Juárez por 30 días. “Cuando llegué aquí a Juárez se puede decir que me tuvieron secuestrado, porque me tuvieron encerrado, tapado de mi cara y no veía nada. Solo escuchaba el ruido de que había más personas conmigo”.
Mientras realizaba compras en una tienda cerca del albergue Pan y Vida, Douglas fue detenido y metido a un carro donde le cubrieron la cara y lo llevaron a un lugar donde tenían a más personas secuestradas, en donde solamente le daban una botella de agua.
“Nunca me dijeron que querían rescate de mi familia,” afirma Douglas. “A los otros sí escuchaba cuando les hablaban y les decían que si no depositaban el dinero a nombre de equis persona los iban a desaparecer.”
Aunque no podía hablar con las personas alrededor de él, si escuchaba cómo los maltrataban y golpeaban. No obstante, Douglas nunca sufrió de un golpe como los demás, solamente le pegaban en la cabeza y la preguntaban si estaba dormido.
Con la muerte en los talones y la esperanza de llegar a Estados Unidos
Diez días de encierro; ahora hay miedo
Sin embargo, sin decirle nada ni pedirle nada, fue liberado después de 10 días en el mismo lugar donde lo secuestraron. Debido a esta situación, si Ruiz y su familia no pueden cruzar a EU, no desean quedarse en Ciudad Juárez, porque consideran que es muy peligroso.
“Quedarme aquí en Juárez no… Ya con todo lo vivido, ni me dan ánimos de salir a la calle. Mis compañeros de la casa me dicen que vayamos al centro a comprar, pero no, mejor me estoy aquí adentro; me siento más seguro aquí”, indica.
No obstante, regresar a El Salvador tampoco sería opción por la situación de peligro que existe en su país. Por ello, si no logran su objetivo, lo que han contemplado es irse a Honduras o a otro lugar de México.
Douglas y una cita que no llega
Douglas está a la espera de qué sucederá, ya que al realizar su proceso en EU para pedir asilo político no recibió ninguna cita o información de su situación. “Cuando vienes de ahí te sientes, como nosotros decimos, “capa caída”, ya no sabes qué hacer, ni a dónde ir, porque la ilusión que uno lleva es de seguir y llegar hacia donde uno va”.
A casi cuatro meses de su arribo a Ciudad Juárez, Douglas y su familia continúan en el albergue Pan y Vida en donde viven en una de las casas con otros migrantes centroamericanos; todos en espera de recibir información o noticias del Gobierno estadounidense, deseando que puedan seguir con su objetivo y conseguir una mejor oportunidad de vida.
Lamentablemente, Ruiz no es el único migrante que ha tenido que sufrir en el trayecto desde sus lugares de origen hasta la frontera México-Estado Unidos y que han experimentado maltrato o secuestro en la ciudad. No obstante, el salvadoreño cree firmemente que Dios tiene un propósito para cada quien y que uno solamente aprende con situaciones difíciles que lo hacen más fuerte.