El desplegado que el viernes pasado publicaron los directivos de Poliplaza Médica, pidiendo la intervención del presidente de la república para resolver el conflicto con el alcalde Cruz Pérez Cuéllar, por el tema de la cancelación del contrato de servicios médicos que tienen desde 2011, lejos de ayudarlos, les calentó más el asunto.
Como dicen los malandrines, ahora sí que calentaron la “poliplaza” sin necesidad, porque en su desesperación por llegar a un acuerdo conciliatorio, le pusieron un cuete a Pérez Cuellar al argumentar en el desplegado que se ha mofado de su institución, por lo que el 8 de diciembre le solicitaron a Juan Carlos Loera, como delegado federal de Bienestar, que participe como testigo de honor en la integración de la comisión permanente de servicio médico subrogado. (Mirone no sabe bien qué sea esa mentada comisión, pero por lo pronto suena muy matona).
Los brillantes senseis que asesoraron a los médicos y redactaron la carta pública lo hicieron pensando, ingenuamente, que Cruz se doblegaría con sus señalamientos y los llamaría en caliente para negociar el contrato… casi casi postrado de rodillas. Craso error. Nada de eso ocurrió y, por el contrario, el alcalde se prendió más. Los bisoños galenos habían recurrido, ni más ni menos, al acérrimo enemigo de Cruz, Juan Carlos Loera, esperando un resultado que nunca ocurriría.
Con esos amigos para qué quieren enemigos los señores de Poliplaza Médica, pues la sola mención del delegado de Bienestar fue como un conjuro que canceló cualquier posibilidad que tenían de conciliar el conflicto. Si hasta antes de la publicación Cruz se había negado a recibirlos, después de la misma, primero los reciben en Palacio Nacional que en el despacho del alcalde. Así de simple.
Fue muy burda la estrategia que siguieron al recurrir a los periodicazos para tratar de exhibir a Cruz y presionarlo.
Estas rancias formas eran comunes en los tiempos de priato, cuando alguna organización social, política o privada, y hasta la misma autoridad local, aprovechaban la visita del gobernador o del presidente de la república para denunciar, exigir, demandar y hasta agradecer soluciones a problemas de la comunidad.
Con esos modos obsoletos de reclamar atención, que ya no funcionan ni en las rancherías, los señores de Poliplaza pueden irse despidiendo de su jugosa concesión.
Ahora ya saben que en la grilla, como en los negocios, el que se equivoca pierde.
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A pesar de que el estado de Chihuahua se mantiene en semáforo amarillo y con muchas posibilidades de llegar a naranja comenzando el año, además de que la Secretaría de Educación Pública ha suspendido las clases presenciales por el alto riesgo de contagio de Covid, y que la misma gobernadora ha mandado reiterados mensajes para no bajar la guardia frente a la pandemia, el subsecretario de Desarrollo Humano en Juárez, Sergio Acosta Liceaga, sigue realizando y planeando eventos masivos como si anduviera en campaña.
El irresponsable aviador del Gobierno del Estado, que ocupa dos empleos de tiempo completo en la clínica del ISSSTE y en la subsecretaría de Desarrollo Humano, no hace caso de la contingencia epidemiológica, y el sábado pasado realizó la posada popular en el Parque Central, sin tomar en cuenta las recomendaciones de la autoridad sanitaria ni las medidas básicas preventivas.
Mientras el secretario de Salud advierte de una escalada peligrosa en contagios si no se respetan los protocolos sanitarios y se evitan sobre todos los eventos masivos, al entusiasta y loquillo Sergio Acosta le importaron un bledo e ignoró las recomendaciones, para seguir con los preparativos de varias posadas en las colonias.
Habrá que preguntarle al representante de la gobernadora en Juárez, Óscar Ibáñez, si el hacendoso funcionario de marras se manda solo o tiene autorización para exponer al contagio a los beneficiarios de los programas de Desarrollo Humano.
Por su porfiada actitud, Acosta Liceaga ya es candidato a que este Mirone le prescriba una buena dosis del maravilloso fármaco Despendejatol, el inyectado, de 500 miligramos, que también ayuda a descongelar las neuronas, pero tampoco hace milagros.
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Muy activo anda en el Municipio, haciendo puntos, el cabadista Óscar Retana, afiliando bajo coacción al partido de Morena, a personal de las diferentes dependencias que se deja amedrentar.
Retana ingresó a la Administración de Armando Cabada en el 2016, recomendado por el psicólogo Javier Cabada, primo del entonces alcalde. En el Gobierno del exindependiente Armando Cabada, ocupó la dirección de Recursos Humanos, donde se encargaba de colocar a todos los aviadores que su jefe le mandaba para pagar favores.
Ahora está aprovechando el conocimiento que tiene sobre el personal de confianza y sindicalizado de todas las direcciones, para echarles el rollo de las bondades de la 4T y las ventajas de afiliarse a Morena.
Quien fuera en otros tiempos priista, panista y hasta cedepista, ahora ya es morenista por arte y magia del hueso que le dieron en la coordinación de direcciones, y hasta se puso las rodilleras hidráulicas, para mostrarles sumisión y lealtad a sus jefes.
Varios empleados que han sido abordados por Retana y están siendo presionados para que se afilien a Morena, han acudido con los regidores de Acción Nacional a denunciar a quien ya han bautizado como «el reclutador», aunque apenas lleve 50 afiliados.