Apenas terminando sus vacaciones, Maru Campos regresó para ejercer el poder de gobernadora electa y así tomar el control de la transición gubernamental.
A través de su coordinador jurídico Roberto Fierro, mandó un mensaje de cooperación a los actuales funcionarios estatales, para no dejar en el aire una transición que demanda gestiones tersas y de común acuerdo si se quieren evitar innecesarias presiones jurídicas y mediáticas.
El oficio fue dirigido a la secretaria de la Función Pública, Mónica Vargas Ruiz, responsable del equipo de transición del gobierno corralista. A ella le solicitaron, para esta misma semana, la presencia de determinados funcionarios en las mesas temáticas para que sostengan diálogos abiertos con la próxima gobernadora.
En el pasado, prácticamente todos los gobernadores electos han ejercido el poder antes de llegar a la silla principal de Palacio estatal. Hubo casos como el de César Duarte, en donde se otorgaron ciertas concesiones del gobernador saliente –José Reyes Baeza en este caso– que, en sintonía con el Congreso local, permitieron la creación de la figura de un fiscal general, que por ese entonces ocupó el reconocido exfiscal Carlos Manuel Salas.
A la inversa, vale recordar que, en aquella transición de 2012, Reyes Baeza trascendió a la administración duartista con su secretario de Finanzas, Christian Rodallegas, quien por breve tiempo vio prolongado su despacho como mandamás de la Secretaría de Hacienda en el gobierno de Duarte.
Posteriormente, en 2016, Javier Corral Jurado también hizo uso de este poder anticipado sobre la silla estatal, y lo ejerció sobre el saliente gobernador César Duarte, muy debilitado para entonces, tanto que al final de su administración terminó como prófugo de la justicia mexicana.
Por su parte, el equipo marucampista, con la ayuda de personajes como Ernesto Cordero y Lilia Merodio, lleva ya un tiempo preparando la transición y las gestiones de entrega-recepción.
Sin duda alguna, para la gobernadora electa Maru Campos, este periodo significa una larga espera de poco más de dos meses, periodo en donde el camino no será nada fácil, ya que los funcionarios de Javier Corral tratarán de dilatar el acceso a la información pública, particularmente a la relacionada con el ejercicio de los recursos financieros, como también lo hizo en el pasado César Duarte con los corralistas.
En este campo, Campos Galván deberá mostrar mano dura y dotes de mando para no dejar hilos sueltos que en el futuro puedan meter en aprietos a su administración.
El próximo martes, a las 12 horas, en las oficinas de transición ubicadas allá en el Residencial Cumbres I de la ciudad de Chihuahua, se llevará a cabo una reunión en donde Maru Campos revisará el tema, junto con la secretaria de la Función Pública, Mónica Vargas Ruiz.
Posteriormente habrá encuentros con el fiscal general del Estado César Peniche; con Emilio García, secretario de Seguridad Pública del Estado y con Arturo Fuentes, secretario de Hacienda.
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Interesante se puso la sesión del Consejo de Morena, allá en chihuahuitas tierras. El tema principal de la reunión fue el análisis concienzudo de la derrota de la elección de la gubernatura del 6 de junio. Los consejeros afines a Juan Carlos Loera hicieron el vacío y enviaron a no más de tres emisarios para fijar postura. Los loeristas optaron por la no confrontación.
En la reunión hubo planteamientos contundentes de algunos consejeros contra la candidatura de Juan Carlos Loera. Cuestionaron la derrota. Dijeron que se perdió la gubernatura porque cargaron con personajes impresentables como Armando Cabada y Adriana Terrazas Porras. Hubo un reclamo fuerte a Loera y hacia el delegado José Ramón Enríquez por el fracaso en las urnas.
Y el que recibió las cachetadas fue el consejero Jorge Medina, quien dijo que la derrota se debió a la declinación de Graciela Ortiz a favor de Maru Campos. Obvio hubo risotadas. Medina reconoció el factor del mal manejo del tema del agua en el sur del estado. En esta parte sí asumieron la responsabilidad.
De las traiciones internas no se habló en la reunión. El equipo de Juan Carlos Loera no se ha atrevido a hablar del tema del supuesto voto cruzado que tanto se mencionó antes del “día D”, aquel 6 de junio. No le buscaron por ahí para justificar su derrota. Lo cierto es que no tienen pruebas para afirmar algo tan inverosímil.
La reunión de Consejo fue civilizada debido a la ausencia de la gente de Juan Carlos Loera. Pero este domingo, un grupo de militantes de Morena –los duros– que no tienen acceso al Consejo, convocaron a una reunión en donde sí hubo reclamos contundentes. Acusaron a Loera de traicionar al movimiento, de haber entregado la elección y de haber pactado con Javier Corral.
Esa comitiva de militantes de cuna Morena, se mostró hostil con Juan Carlos y acordó cerrar el paso al excandidato a gobernador para que llegue a dirigir Morena en el estado. La consigna es evitar que al excandidato a gobernador lo nombre el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, como delegado en Chihuahua para sustituir al profe Martín Chaparro como líder del partido en el estado.
Juan Carlos busca, a través de una figura estatutaria que faculta al presidente del CEN de Morena, nombrar a un delegado político en ciertos casos, como en aquellos de supuesta traición al partido como de la que acusan al actual presidente Martín Chaparro.
Esa bandita de morenos que se reunió ayer allá en las instalaciones del Comité Directivo Estatal ya empezó a calentarle la plaza a Loera, y eso que apenas empieza la disputa por el partido guinda en Chihuahua.
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A finales del Siglo XIX, el psiquiatra alemán Anton Delbrück describió una enfermedad hasta entonces poco conocida: la mitomanía, conocida también como mentira patológica o pseudología fantástica.
Dicha literatura médica describe el comportamiento irracional de ciertos individuos considerados como ‘enfermos patológicos’ y con una gran capacidad de ‘invención inconsciente’, que tienden a contar acontecimientos muy poco probables y fácilmente refutables, aunque en su mente ellos creen que todo es verdad.
Esta descripción encaja a la perfección con el perfil de dos funcionarios públicos que tienen a Juárez en una de sus peores crisis históricas, aunque en sus mentes ellos creen que los sufridos juarenses vivimos en Disneylandia, y nos referimos por supuesto al alcalde neomoreno Armando Cabada y su exjefe de Policía y actual coordinador de la Comisión Estatal de Seguridad, Ricardo Realivázquez.
El primero de ellos acaba de iniciar su gira del adiós presumiendo una serie de logros que en su mente lo podrían posicionar como el nuevo Rudolph Giuliani de Juárez, al asegurar que su gobierno ha hecho maravillas en los últimos cinco años con obras y resultados que los juarenses nomás no han podido ver.
En una de sus versiones asegura que su programa ‘Juárez Iluminado’ fue todo un éxito, al haber adquirido 87 mil luminarias para solucionar el eterno problema de las calles oscuras de esta calurosa frontera. Ajá.
Sin embargo, miles de juarenses siguen viendo que importantes vialidades como el bulevar Independencia, un buen tramo de la Gómez Morín, Heroico Colegio Militar, Tomás Alva Edison, Insurgentes, Talamás Camandari, Tecnológico y 16 de Septiembre, entre muchísimas otras más, siguen luciendo como ‘boca de lobo’, aunque don Armando tenga otros datos.
Pero si alguien tiene dudas de lo que dice Mirone, basta consultar los resultados de Plan Estratégico de Juárez, que señalan las graves deficiencias en materia de recolección de basura, baches, calles oscuras y las pésimas condiciones de los parques públicos, para dar la razón a Consulta Mitofsky, que tiene al exconductor de noticias en el ranking 87 de los alcaldes que gobiernan las cien principales ciudades de México.
Pero si todavía quedan más dudas, basta recordar que el pasado 29 de abril, el ahora alcalde electo Cruz Pérez Cuéllar decidió arrancar su campaña caminando varias cuadras de calles oscuras del suroriente de la ciudad, al tiempo que ha venido criticando la pésima infraestructura que le está heredando el futuro diputado plurinominal, quien sigue creyendo que es el mejor presidente municipal de toda la historia de esta dolida ciudad.
Y ya para rematar, en este mismo tema de la ‘mitomanía’, otro personaje que sigue presumiendo resultados en materia de seguridad pública es el jefe de la Policía Estatal en Juárez, Ricardo Realivázquez Domínguez, quien un día sí y otro también sigue gritando a los cuatro vientos que nadie ha combatido mejor a los delincuentes que él.
Pero, aun así, su propio jefe, el secretario de Seguridad Pública, Emilio García Ruiz, acaba de confirmar que Asuntos Internos ya investiga a don Ricardo por un reciente video donde lo inculpan a él y a varios de sus agentes, quienes por cierto cargan con un largo historial de abusos, robos, desaparición forzada y hasta asesinatos, que son el motivo de que Juárez sea considerada, de nuevo, como una de las ciudades más peligrosas del mundo, aunque ellos tengan otros datos.
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En el PAN las cosas no andan del todo bien, por un lado, están los que desean que la sangre llegue al río con todos los que le siguieron el cuento al gobernador Javier Corral en su afán de descarrilar a la gobernadora electa Maru Campos. Y por otro, están los que quieren un hueso a como dé lugar en la próxima administración. Los más revoltosos son los que no hicieron nada en las campañas, según le dicen a Mirone.
Los que andan muy activos por conseguir un huesito en el nuevo gobierno son Víctor Talamantes, Rogelio Muñoz, Óscar Vega, y hasta priístas como Antonio Andreu y Alejandro Loaeza, entre otros. Andan desatados en la grilla.
Mientras, aquí los panistas empezarán a trabajar en mesas locales para integrar la comisión de entrega-recepción. Todavía no hay responsable, pero uno los grupos están empujando para que sea Sergio Nevárez, Daniela Álvarez o Marisela Terrazas.