Por diversos motivos, las elecciones intermedias del 6 de junio llamaron la atención. Fueron las intermedias después de aquel 2018, cuando el sistema de partidos que conocimos en México quedó pulverizado por un huracán de repudio a una cínica y descarnada corrupción. Sin embargo, a través de determinado cristal, podemos decir que estas últimas elecciones fueron, para muchos, una cachetada a la hora de la siesta, una cachetada de advertencia, avisando que varias cosas importantes no están andando bien y que la detentación del poder en una democracia de ninguna manera es un cheque en blanco.
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Las pasadas elecciones fueron un llamado de atención a la clase política y gobernante de todo el país, una advertencia en la que una buena porción del norte mexicano llevó la delantera como portavoz de la disconformidad. Dicho de otra manera, la clase media terció en la polarización política, hizo saber que algunas cosas no le estaban gustando y dejó constancia de ello en las urnas.
Chihuahua expresó el extravagante síntoma de que el PAN conserva el Gobierno de un Estado en donde el actual gobernador panista está calificado como uno de los peores del país, incluso entre los propios electores chihuahuitas. En un panorama que ya reflejaban algunas casas encuestadoras, Maru Campos se hizo con la gubernatura del estado, con una ventaja de 12 puntos sobre Juan Carlos Loera, su contrincante más cercano.
Le toca al nuevo Gobierno la primera tarea importante: unificar la tropa propia, un trabajo que con la misma urgencia debería estar haciendo la oposición morenista. En el juego de la democracia se gana y se pierde, pero Morena aún no acepta del todo su derrota en las urnas.
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Decir que Juárez es un bastión de la 4T es muy cierto, en cierta forma. La mayoría de los regidores son ahora de Morena y ahí habrá una base de poder sólida, lo mismo que en la sindicatura y en los distritos locales y federales. Pero Pérez Cuellar operó una estrategia exitosa contra el PAN y contra González Mocken como parte de un juego propio y con ello consagra en Juárez un proyecto personal con aspiraciones a la gubernatura que quizá no se sometería del todo a los dictados de Palacio Nacional, mucho menos a esos del tipo que exigen comas inamovibles, una cuestión que Mirone observa con curiosidad.
Juan Carlos Loera se quedó sin la gubernatura, pero también se quedó en cierta medida y de cierta forma sin su natal Juárez, a pesar de haber obtenido en la frontera más votos que nadie. Mientras Juan Carlos y Cruz sigan sin poder verse ni en pintura, Loera la tendrá de subida en su terruño.
Replicar el discurso fiel de López Obrador y la 4T, pensado para otras realidades del país, no resultó para Loera una buena estrategia en la generalidad del estado de Chihuahua. Hasta donde se alcanza a ver, no existió tampoco en la operación de Morena una estrategia electoral diferenciada, con dos campañas y operaciones distintas, una pensada para Juárez, la mata electoral del partido guinda, y donde Juan Carlos podía considerarse seguro puntero, y otra pensada para el resto del estado, donde Loera y Morena debieron poner en juego una visión en donde no se cuenta con ninguna ventaja.
En Chihuahua el tema de las presas fue algo que la velocidad cerebral de Maru Campos aprovechó al mil y le cayó a Loera como un balde de agua fría, siempre apegado al libreto dictado desde Palacio Nacional, sin saber o ni siquiera intentar desplegar un vuelo propio y crear una personalidad política independiente.
El perfil “atrapa todo” que le permitió a López Obrador llegar a la Presidencia está deteriorando la casa desde adentro, con el claro ejemplo de la Ciudad de México y su complicado panorama postelectoral. Es una advertencia, no una pesadilla de mandato interrumpido, pero es importante escucharla para no caer en una espiral descendente y sin retorno.
Otra. La baja participación electoral en la frontera no ayudó al diseño de un perfil de partido único morenista en Juaritos. Mientras en Chihuahua capital el 51.6 por ciento de los ciudadanos fueron a votar en un porcentaje similar al nacional, en Juárez apenas salieron de sus casas el 38.2 por ciento de los electores. La cantidad de votantes en ambas ciudades fue prácticamente la misma, con lo cual la frontera no hizo sentir su peso desestabilizador a la hora de contar los votos, lo que favoreció a Maru Campos. Si acaso este cálculo formó parte de una estrategia de campaña, Mirone se lo reconoce al diseñador.
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En la capital estatal la gestión del Gobierno marucampista dejó una buena imagen en los electores y Marco Bonilla sostuvo generosamente la canasta de votos recibida. Maru había conquistado la capital en 2018 con 180 mil votos, Bonilla alcanzó en 2021 la misma cantidad, muy lejos del morenista Marco Quezada y sus 95 mil votos, repartiéndose entre ambos el 85 por ciento de las preferencias de la capital.
Javier Corral quedó tan derrotado que ya nadie lo toma en cuenta, como si la transición se tratara de un trámite que se realiza mientras él sigue jugando al golf. En tanto, la deuda pública y la seguridad son las dos herencias nefastas que deja el corralismo para el futuro Gobierno. Por ese doble andarivel deberán circular las necesarias buenas relaciones entre la entidad y la Federación, porque ambos se necesitan imprescindiblemente.
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Morena atravesó un día de nocaut en las grandes urbes del centro, como en Puebla, Ciudad de México, Guadalajara y el Estado de México, allí donde reside el poder de la Federación y vive la gente; el triunfo de MC en Nuevo León prendió más luces rojas en el semáforo. Es que la Ciudad de México se dio vuelta y Morena ganó solo 7 de las 16 alcaldías de la capital cuando en 2018 llegó a controlar todas ellas menos Benito Juárez y Cuajimalpa. A López Obrador no le gustó el asunto y lo redujo a la guerra sucia que, según él, pega más en la capital del país. Su lenguaje corporal delataba que la pretendida felicidad quizá no era tan real, mientras Claudia Sheinbaum, su favorita para el 2024, se desinfla tras la tragedia de la línea 12 y los desastrosos resultados en el corazón de la izquierda progre.
Aunque adquirió mayor poder territorial al quedarse con la mayoría de las gubernaturas, la ambición morenista no estaba puesta allí, sino en el Congreso de la Federación. Los resultados del centro mexicano y la caída en la cantidad de curules fueron un doble puñetazo al corazón del proyecto, que ahora está obligado a replantearse.
El presidente no mastica vidrio y se reubicó rápidamente, reconociendo que deberá negociar con quien sea para ver si logra sacar adelante su agenda de iniciativas, una situación que le complica o le hace más difíciles sus aspiraciones. Los números dicen que sacó más votos que el resto, pero no los suficientes como para manejarse con una cómoda mayoría calificada de 333 diputados tal como soñaba, cuando la dura realidad le dice que sumando propios con aliados apenas llegaría en la nueva legislatura a arañar las 300 curules.
Esta negociación con la oposición será indispensable pero mañosa, porque tendrá enfrente entre 181 y 213 diputados, supuestamente unidos en un solo bloque con el único objetivo de hacerle la vida imposible (¿será?). Ni siquiera los 25 diputados de Movimiento Ciudadano harían la diferencia. Mirone sabe muy bien que a esto se le llama democracia, aunque a muchos les produzca acidez estomacal.
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El nuevo Gobierno panista de Chihuahua enfrenta una situación interesante. Tiene enfrente, de inicio, a un Gobierno federal de oposición sumamente fuerte, quizá ahora con algunas dificultades para sacar adelante las reformas que considera necesarias. Los diputados federales chihuahuenses que se sentarán en San Lázaro no harán la diferencia, pero Acción Nacional será un interlocutor de peso abultado en la puja política que viene, un lugar donde Maru Campos -si tiene la habilidad- podrá incidir en decisiones importantes.
Ahora que gobierna el estado tiene a mano la escalera para caminar posiciones más allá, poco a poco, con el autocontrol que la caracteriza. Primero unificar adentro, luego unificar afuera. Con una oposición que, con base en los actuales números, será competitiva en 2024, la proyección nacional de la virtual gobernadora puede ser una interesante área de trabajo.
Están en la futura agenda parlamentaria la Ley General de Educación Superior, la Ley Orgánica de la Fiscalía General de la República (FGR), la Ley del Banco de México, la Ley General de Ciencia, Tecnología e Innovación y la Ley Federal para la Regulación del Cannabis. Lo más importante de la torta: el jaloneo anual sobre los presupuestos de Ingresos y Egresos, por no hablar de las reformas constitucionales de las que el Gobierno muy probablemente tendrá que irse despidiendo.
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En una lógica de voto cruzado, mientras el PAN se queda con la gubernatura, el PRI se hará cargo de la mayoría de los municipios de la entidad (29) pero, claro, no de los más poblados. El PAN ganó en Bachíniva, Bocoyna, Camargo, Coronado, Cuauhtémoc, Cusihuarichi, Chihuahua, Delicias, Galeana, Guazapares, Janos, Madera, Matamoros, Meoqui, Rosales, Satevo, Saucillo y El Tule (18 municipios).
En un desempeño territorial en ascenso, Morena ganó en 8 municipios: Juárez, Morelos (fue el único partido en presentarse), Nonoava, Práxedis Guerrero, Jiménez, Aldama y Guerrero y donde no ganó por lo general fue segunda fuerza. Claramente Juárez es su mayor conquista por su importancia electoral y su proyección, lo que facilita el trabajo político.
Más allá de la importancia estratégica de Ojinaga en el este y Chínipas-Guachochi-Guadalupe y Calvo en la Sierra Tarahumara, el PRI ganó muchos municipios y perdió predominio territorial en el centro de la entidad. Su relevancia permanecerá unida al PAN en un modelo de gobernabilidad ya ensayado en la campaña cuando a cambio de un apoyo militante al proyecto marucampista conservaba el control local.
El PAN queda fuerte en el centro territorial, demográfico e industrial de la entidad (Chihuahua, Cuauhtémoc, Delicias-Camargo, Meoqui) con impacto al noroeste (Madera, Janos, Nuevo Casas Grandes) y poca relevancia al norte (Juárez), al sur (Parral) y en el Valle de Juárez.
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En las votaciones para el Congreso estatal los resultados indican que el mismo quedaría conformado por 12 diputados de representación directa del PAN, 7 de Morena (todos de Juárez), 2 del PRI y 1 del PT. Cuando se conozca el detalle de los 11 diputados de representación proporcional podremos tener datos serios en mano, por ahora podemos presumir un escenario cerrado y casi hegemónico.
Entre cuatro y seis partidos (Verde y MC entrarían con la representación proporcional) participarían en dicho Congreso, lo que es una gran ventaja para el Gobierno marucampista y un problema para la entidad, con el agravante de que la representación morenista corresponde exclusivamente a Juárez y el resto presenta cantidades simbólicas. En ningún caso el PAN encontrará una oposición viable, porque con un más del 50 por ciento de mayoría propia más tiene que cuidarse de decidir por su cuenta que de no poder decidir.
Partidos como Redes Sociales Progresistas, Panal, Encuentro Solidario y Fuerza por México no tienen lugar en el Congreso local mientras Verde, PRI, MC y PT tendrían una representación atomizada, lo que podría originar una ausencia de alternativas, excepto que se encarrilen hacia la protesta y la marginalidad, un modelo de oposición cercano al formato antisistema.
Mirone opina que es sensato por parte del Gobierno estatal un uso del poder racional y de proximidad que permita y organice la expresión de las disidencias, en primer lugar las de Morena, a fin de no exacerbar las diferencias y legitimar la búsqueda desordenada de la alternancia.
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¿Por qué ganó Maru Campos? La alianza de facto con el PRI le aportó al PAN lo que el PRD jamás podría darle. La declinación para la foto del Dr. Alejandro Díaz o de María Eugenia Baeza fueron amor de un día y sirvieron para un reseteado de imagen.
En la zona centro sur del estado, desde Ojinaga hasta Jiménez o Coronado, el PAN se dedicó a alejar a Loera del contacto territorial con los votantes mediante una fuerte campaña negativa y de rechazo. Hecho esto solo faltaba desplegar su estrategia al sur del estado, empezando en Parral, pasando por la alta y baja Tarahumara y terminando en Bocoyna, una ruta donde el objetivo fue cooptar a los candidatos del PRI para que en un esquema sencillo de ganar / ganar les dieran apoyo en la elección a gobernador.
En otras regiones como la ruta noroeste desde Cuauhtémoc hasta Ascensión se fueron a todo o nada contra Morena mientras en el centro del estado, donde se planta la fortaleza de Chihuahua, bastaba con que los números de siempre no se movieran demasiado.
La ruta de la victoria marucampista arrancó en Hidalgo del Parral. En la capital del mundo el PRI obtuvo 11 mil 322 votos para alcalde y 3 mil 676 para gobernador mientras el PAN obtuvo 5 mil 692 votos para alcalde y 15 mil 421 votos para gobernador, una clara y evidente transferencia de votos del PRI hacia el PAN.
La misma estrategia se utilizó en los 28 municipios donde el PRI se alzó con la victoria. El caso de la ciudad capital es revelador del voto nómina y muestra cómo el PAN ha ido devorando al priismo desde que Cesar Duarte se lo prestó a Maru Campos en 2016 para apoyar su llegada a la presidencia municipal. Desde entonces la famosa estructura de las seccionales funciona en torno a la nómina municipal, como en las mejores épocas del PRI, ahora al servicio del PAN.
Reducir la ventaja de Morena en Juárez e incrementar la ventaja en Chihuahua, ambas cosas al mismo tiempo, no es una estrategia fácil, pero es la huella a seguir para encontrar las estrategias exitosas de ingeniería electoral que llevaron a Maru Campos a la victoria.
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Juan Carlos Loera está al acecho del momento en que termine el cómputo de la elección en todas las asambleas municipales y valorar si desde los simples números es posible impugnar la elección, ya que el PREP cerró el conteo con un porcentaje significativo de casillas sin computar y sin subirlas al sistema.
Otro camino al que puede optar por seguir va por el lado de reclamar que se le impidió hacer campaña en una tercera parte del estado, en la región centro sur, donde su fallida participación en las negociaciones con los agricultores y ganaderos en ocasión de la crisis del agua de las presas le agrió la relación con la gente.
Puede argumentar que el IEE no se comportó como un árbitro imparcial y no garantizó el derecho a la igualdad de participación para la totalidad de los candidatos. Si le sumamos la supuesta reunión entre la cúpula empresarial y la titular del organismo electoral estatal que le dio entrada ilegal a un jugador que no debió estar en la cancha, la acusación busca cuestionar la imparcialidad de la institución electoral.
Por último, hubo en Ciudad Juárez un alto porcentaje de casillas que no abrieron a la hora indicada, dejando a cientos de electores fronterizos con una jornada electoral de solo 6 horas reales contra las 8 horas que fueron vigentes en el resto del estado. Es muy curioso que el extraño episodio solo haya acontecido en la ciudad que es la fortaleza estatal de Morena, todo lo cual le permite a Loera afirmar que se trató de una clara manipulación de la elección en su contra.
López Obrador reconoció la derrota de Morena en Chihuahua y lógicamente Juan Carlos Loera no mueve la pelota en solitario. Aunque parezca una misión imposible su equipo legal está buscando y aportando todos los elementos y detalles para poder construir una victoria ya con los resultados oficiales en mano, que seguramente para el domingo 13 estarán concluidos. Es su último esfuerzo de campaña.
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¿Por qué perdió Loera? Algunos aliados de la coalición morenista no aportaron. Ni PT ni Nueva Alianza aportaron los votos que obtuvieron en 2018. Para ambos la cuota mínima eran 40 mil votos y sucedió todo lo contrario: Nueva Alianza ni siquiera consiguió los 25 mil votos necesarios para conservar su registro. Bastante antes de la elección sus votantes abandonaron sigilosamente el barco y sus dirigentes no se dieron cuenta.
Muy patético fue el caso del municipio de Jiménez, donde Nueva Alianza ganó la elección al ayuntamiento con 7 mil votos, pero Loera apenas llegó a los 3 mil 500. Panal jamás hizo campaña para apoyar a su candidato a gobernador, aunque otra versión dice que lo negociaron con él, como sucedió en otros municipios.
La centralidad de las decisiones fue otro error estratégico para un estado extenso como Chihuahua, con regiones muy diversas y definidas que cargan motivaciones diferentes a la hora de construir las preferencias electorales.
Su equipo de campaña estaba preparado en muchas habilidades académicas y administrativas, pero no tenía suficiente calle recorrida en elecciones o campañas concretas y nunca pudieron hacerse del control de la elección en los municipios estratégicos.
Loera se equivocó muy rotundamente al no atrapar una narrativa propia, sin improvisaciones, coherente y regional. Siguió una línea de discurso idéntica y monocorde en todos los lugares, como si tuviera siempre al mismo público escuchando. Así lo hace López Obrador, pero el alumno no llegó a los tobillos del maestro. Ni hablemos del sector empresarial que no olfateó a un líder que conociera en profundidad el estado y sus temas y que tuviera interés y capacidad para apoyarlos en seguir haciendo lo que les gusta y saben hacer, negocios.
Por último, y contra todo pronóstico, cometió el mayor error: despreciar a los medios de comunicación tradicionales y no tradicionales, analógicos o digitales. Mirone sabe muy bien que los likes en las redes sociales no se convierten automáticamente en votos, pero ahí se gastaron todo el dinero.
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¿Qué le espera a Juárez con un Gobierno de Morena? ¿Cuáles son los escenarios para Pérez Cuellar? Son preguntas importantes para nuestra ciudad, cuyos ciudadanos de todos los colores están esperando con expectativas de buenas soluciones.
El Gobierno morenista acercará a Juárez los recursos federales en el formato de subsidios directos que tanto gustan a la 4T, en la búsqueda de aumentar el consumo de las familias y empoderarse en las colonias del suroriente y el norponiente, una perspectiva que no está nada mal en términos sociales.
La debilidad viene por el lado del desarrollo económico, la recuperación del empleo, los problemas de infraestructura y la seguridad, temáticas que no parecen ser las grandes preocupaciones de Morena, aunque un buen acercamiento con López Obrador puede lograr que los abundantes recursos federales sean direccionados a proyectos de relanzamiento del desarrollo fronterizo.
El expanista Pérez Cuellar ha demostrado una gran capacidad para moverse con ductilidad en las turbulentas aguas de la política actual, sin arrodillarse ante nadie y con un perfil ganador; por el contrario, Morena acostumbra manejarse con verticalidad y desde lejos, apegado a un discurso monocorde y moralista. Se trata de dicotomías que el nuevo presidente municipal ha resuelto al integrarse orgánicamente a un proyecto nacional que pretende permanecer.
En la tarea diaria su Gobierno tendrá urgencias relativas a la austeridad en el gasto público, la limpia de la plantilla de funcionarios, la resolución de las tareas inconclusas que deja el gobernador saliente (BRT) y el manejo de la deuda municipal. En estas cuatro necesidades diarias Pérez Cuellar encontrará buenas coincidencias con el morenismo local y con el PAN estatal al mismo tiempo, porque la agenda chica de todo Chihuahua es la misma.