El supercierre en Chihuahua detuvo, casi sin aviso, el tráfico electoral, y esta ausencia de actividades de campaña es una buena oportunidad para pisar el freno y pensar en los grandes asuntos de la ciudad. Mirone observa al menos seis temas en los que, para pensar en posibles soluciones, deberíamos de poner atención a la brevedad.
……………
Como decían las abuelas, lo primero es la salud, un tema que cuando se prenden los reflectores se vuelve “de vida o muerte”. La pandemia de Covid-19 está mostrando nuestras debilidades, como personas y como sociedad: no estamos preparados. Nuestras instalaciones hospitalarias son insuficientes y no cuentan con los equipamientos necesarios. La débil estructura de salud juarense colapsó apenas el virus golpeó a la puerta, mientras el estado suspendía el pago del seguro de vida de los “héroes de la salud”. Cuando la casa se cae por todos lados, es hora de pensar en construirla de nuevo.
La información disponible dice que en el periodo 2017-2019 el Gobierno estatal subutilizó un total de 245 millones de pesos destinados al sector salud. Incluso el paquete económico estatal 2021 contemplaba una reducción del 40 por ciento en el presupuesto del Ichisal, en plena pandemia.
La Federación proyectó para 2021 un aumento del 9.14 por ciento en el presupuesto de salud, al que los especialistas calificaron de insuficiente en un contexto de pandemia y caída del PIB porque, en concreto, es más porcentaje, pero casi el mismo dinero.
En Ciudad Juárez el presidente López Obrador prometió terminar la construcción de los hospitales de Especialidades y Cancerología, pero dice que cuando llegó la pandemia tuvo que dar prioridad a otras cuestiones. Y ahí sigue el hospital, en espera de que alguien lo recuerde y lo retome.
El problema viene desde tiempo atrás, como una ola que empuja hasta demolerlo todo. El periodo de violencia 2008-2012 afectó sensiblemente a la salud juarense, con una clase media profesional asediada por la guerra, buscando refugio en El Paso o en el centro del país, porque no era una opción atractiva trabajar en una ciudad ensangrentada.
Si el virus mata, los errores políticos le ayudan bastante y terminan por potenciar sus efectos. Rociar desde un helicóptero una sustancia que lo mancha todo, pero no afecta en lo más mínimo al virus, pinta de cuerpo entero a muchos de nuestros gobernantes y la forma en cómo piensan en las “soluciones”.
Si hablar de una sociedad enferma era hasta ahora una metáfora política interesante, ahora se ha convertido en una realidad física evidente. Con 3 mil muertos y contando, la saliva, las palabras y las promesas ya no son suficientes.
……………
A propósito de casas en ruinas, podemos decir que Ciudad Juárez nació como una casa cuyos planos nunca existieron. Su histórico caos urbano es producto del crecimiento. Cuando la ciudad pasó de 500 mil habitantes a más de un millón en un muy corto lapso, colapsó todo el sistema de servicios públicos, vivienda y transporte. La tierra se volvió un recurso propio del salvaje viejo oeste, a disposición del primero que llegue.
Al día de hoy Juárez no cuenta con drenaje pluvial, alumbrado público adecuado y un transporte moderno y funcional. Las calles interrumpen su recorrido imprevistamente, muchas colonias carecen de acceso, un 25 por ciento de las viviendas están deshabitadas, muchas vialidades son intransitables o están sin pavimentar (30 por ciento), los parques están en malas condiciones, el centro reúne un ferrocarril internacional, un puente, una avenida y el tránsito migratorio. Stephen King no hubiera imaginado un mejor escenario de terror.
La ciudad está “pensada” para conducir el desplazamiento vehicular y comercial hacia y desde Estados Unidos, un criterio que enmarca la concepción urbana de Ciudad Juárez como ciudad “de paso”, otro motivo para la fragilidad territorial que la caracteriza y la desatención hacia la infraestructura urbana. La industria maquiladora, asentada aquí pero dirigida hacia allá, lo expresa mejor que nadie.
Al final de la administración de Javier Corral, y después de años de no realizar obra pública de importancia en el estado, se ha lanzado a la realización de obras controversiales que no despiertan el entusiasmo ciudadano y que nadie sabe si se podrán concluir. Si al terminar el destrozo del BRT el paisaje queda más parecido a Siria que a Dubai, habrá que sumar nuevas torpezas al récord político local y aprender a votar.
……………
El tema del desarrollo económico merece algunos números. En 2018 el PIB juarense alcanzaba los 311 mil millones de pesos, con 459 mil empleos formales, el 65 por ciento de ellos en manufactura. El PIB per cápita era de 177 mil pesos anuales. Ciudad Juárez produce el 1.5 por ciento del PIB nacional y el 46.6 por ciento del PIB estatal. Se trata de datos anteriores al Covid y su impacto sobre el empleo y el comercio en la ciudad que muestran la importancia económica de Juárez en el país y en el estado.
La economía juarense sigue enfocada en la industria de manufactura, lo que ha fomentado que otros sectores económicos que pudieron adquirir relevancia quedaran relegados a un segundo plano. Se trata de algunas actividades básicas como la ganadería, la agricultura y la industria agropecuaria de transformación; así como el comercio, el turismo y el sector de servicios. Algunos especialistas opinan que la economía de enclave está tocando a su fin, lo que implica desafíos y grandes posibilidades para la llegada de inversiones.
Juárez es una locación preferencial para la economía mundial; sin embargo, convive con grandes manchas de pobreza, desigualdad y marginalidad, hacinamiento, escasez de servicios e inseguridad, rodeadas de feminicidios, narcomenudeo y ejecuciones. La desconexión entre las maquilas y la ciudad es una pequeña porción del problema, pero el principal problema del pastel está en el gobierno que se transforma en un estratega gigante y formidable para las elecciones y es a la vez un tímido enano para gobernar y tomar decisiones. La economía juarense necesita más desarrollo.
……………
Un problema importante del Gobierno juarense es que pareciera que no gobierna, que apenas administra. Mirone sabe que administrar es llevar las cuentas y los papeles para que muestren en el impreso una buena gestión y que además parezca verdad. En ese simple terreno el Gobierno juarense ya empieza a ahogarse y a gritar por ayuda.
Arrastra una deuda imposible que jura pagar y un gasto corriente que devora el 80 por ciento de sus ingresos, impidiéndose a sí mismo hacer otra cosa valiosa que no sea subsistir. En la campaña electoral, además de dejar vacante el cargo, se lanza a prometer políticas públicas que no podrá sostener. Con 4 mil 500 empleados municipales el ayuntamiento agota todas sus energías en la planilla salarial.
El segundo gran tema para los juarenses es la corrupción, la hermana consentida de la impunidad, con una buena parte de la población que señala constantemente al Gobierno por corrupto.
Por supuesto, se trata de dineros públicos que terminan en bolsillos privados, propios o ajenos. Pero también se trata de decisiones políticas tomadas para amigos y socios, lo que Mirone llama “la captura del estado”, negocios entregados llave en mano para actores determinados que se llenan las bolsas de dinero por su cercanía y relaciones políticas y personales, no por su desempeño. Por eso el 87 por ciento de las contrataciones de obra pública son adjudicaciones disfrazadas de licitaciones, según lo afirma el Plan Juárez.
La medición de corrupción en el municipio mejoró mucho entre 2016 y 2017, pasando de una percepción negativa del 57 al 30 por ciento. Por desgracia, un 50 por ciento de los ciudadanos aún creía que había mucha impunidad en la administración pública y quizás por eso en 2019 el indicador pasó a 81.5 por ciento, peor imposible.
Aunque parezca un detalle, la capacidad de gestión del Gobierno municipal no se destaca por su eficiencia y el bacheo, la iluminación y la inseguridad aparecen como las principales fallas. Una encuesta del Inegi reveló que solo un 5.6 por ciento de los juarenses cree que el Gobierno municipal tiene capacidad para resolver sus problemáticas mientras que un abrumador 94.4 por ciento cree que es ineficaz, el porcentaje más alto del país. Mirone sabe que es difícil llegar, pero más difícil es saber qué hacer cuando se llega.
……………
Los flujos tradicionales de migración laboral mexicana indocumentada disminuyeron drásticamente en los últimos años, pasando de 750 mil personas en 2008 a 45 mil en 2017. Sin embargo, la decadencia del flujo tradicional mexicano ha sido reemplazado por la llegada de una mayor cantidad de deportados y en los últimos años por los solicitantes de asilo a Estados Unidos.
En los pasados cinco años las ciudades fronterizas recibieron más de 200 mil mexicanos deportados desde Estados Unidos y más de un millón de migrantes de otros países, sobre todo del triángulo norte centroamericano (Guatemala, Honduras y El Salvador), pero también de Cuba y Haití. Las caravanas migratorias centroamericanas de los años 2018 y 2019 pusieron la problemática migratoria y a Ciudad Juárez en la mira mundial.
La protesta de los migrantes cubanos en el puente internacional Paso del Norte en 2019 y 2020 más el caótico retorno de cientos de deportados sin filtro sanitario y sin vigilancia a un ritmo de 65 por día obligan a poner el tema en la agenda de Gobierno, aunque no voten. Los que regresan deambulan por la ciudad, se hacinan en barrios periféricos y son reclutados por las pandillas de narcomenudeo.
Al contrario que su predecesor Donald Trump, el discurso de la nueva administración americana de Joseph Biden provocó un “efecto llamada” que atrajo migrantes, los que deben esperar en México la resolución de su pedido de ingreso a Estados Unidos. Entre los solicitantes de asilo y los deportados, Ciudad Juárez va albergando sin querer una población carente de toda cobertura, todo lo cual alimenta el caos urbano. Juárez es una ciudad cosmopolita, pero los síntomas de odio ya están apareciendo.
……………
El tema que más preocupa a los juarenses es la inseguridad, así lo dicen todas las consultas. Cada día asesinan a 4 personas en la ciudad y la cantidad de homicidios crece año tras año, hasta llegar en 2020 a las mil 446 personas muertas violentamente. Aunque la preocupación por la seguridad también incluye robos, acoso y una lista de delitos, la pérdida de la vida y el aumento de la violencia homicida asusta a todos los consultados.
Los especialistas concuerdan en que los homicidios en la ciudad se vinculan a las disputas de las pandillas de narcomenudeo, un delito que pasó de 2 mil 779 eventos en 2016 a 6 mil 943 en 2020, más del doble. Si hasta ahora los grupos criminales se disputaban la plaza por el tráfico de drogas a Estados Unidos, ahora el cierre de la frontera, la agresiva política exterior de Donald Trump y el Covid agregaron un escenario de drogas sin salida que deben consumirse dentro de México, encajonadas en la frontera.
La guerra del cristal entre el Cártel de Juárez y el Cártel de Sinaloa, asiste a la entrada del fentanilo y del Cártel de Jalisco Nueva Generación, toda una promesa de que la situación no va a mejorar.
Todos los candidatos han concentrado sus baterías en Ciudad Juárez, porque acá están los votos. Por su parte, los juarenses no muestran mucho entusiasmo, están desilusionados por haber apostado a todas las variantes posibles, incluido el independiente y ver que nada ha resultado. Es que los candidatos no están hablando de lo importante, de los problemas que el votante tiene. Llegó la hora de hacer política.