Solo por ser Navidad, este Mirone le bajará dos rayitas a su naturaleza balconeadora, dedicada a la grilla, sin dejar de señalar situaciones que merecen de nuestra reflexión y de un cambio de actitudes, ante el peligro al que nos enfrentamos por la pandemia del Covid y su variante Ómicron, que ya está en México y al otro lado de la frontera, donde está causando estragos.
El repunte de contagios que reportan las autoridades de salud en el estado en los últimos días, particularmente en Chihuahua y Juárez, nos obligan a ubicarnos en la realidad, aunque estemos en plenas fiestas decembrinas, brindando y deseándonos toda clase de parabienes.
Los buenos deseos de esta temporada quedarán en simples palabras y tristes recuerdos si nuestros seres queridos se enferman por habernos descuidado, pensando que, celebrando juntos, no pasa nada.
Precisamente porque estamos juntos, sin tomar las precauciones sanitarias en las compras, en el transporte, en las aglomeraciones de las tiendas de El Paso y de Juárez, estamos expuestos a un virus que no vemos y que no respeta condición social, género, ideología y mucho menos a la ignorancia.
Los indicadores al alza de los contagios en Chihuahua nos anticipan tiempos difíciles el año que entra, y no lo dice Mirone para hacerle al clarividente, sino las autoridades sanitarias y científicos de todo el mundo, que observan la tragedia que viven en el continente africano y la aflicción en Europa y en los Estados Unidos.
Vacunados o no, con refuerzos o no, es obligación de todos extremar las precauciones y cuidarnos, porque la amenaza es para todos. Seamos entonces prudentes y celebremos observando los protocolos sanitarios, por respeto a los que se nos adelantaron y a quienes padecen en este momento la terrible enfermedad.
Es precisamente en estos momentos cuando el relajamiento se generaliza, que cobra vigencia otra vez la frase que el director general de la Organización Mundial de la Salud, pronunció al inicio de la pandemia: «nadie estará a salvo hasta que todos estemos a salvo».
La sabia frase se lee también en las expresiones de los ministros de salud de las siete economías más poderosas del mundo, el G7, que han dicho que «la comunidad mundial se enfrenta a una amenaza que requiere de medidas urgentes». Medidas urgentes que se adoptaron sin regateos en los países europeos, donde hasta la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, las ratificó: «nos tomamos muy en serio esta variante porque sabemos que estamos en una carrera contra el tiempo”.
De igual manera lo interpretó el presidente estadounidense, Joe Biden, quien apenas el pasado 17 de diciembre dijo que se “avecina un invierno de grave enfermedad y muerte”, sobre todo para los que no se han vacunado.
Si en las naciones ricas, que tienen todos los medios para enfrentar un problema de salud de esta magnitud, se preocupan y ocupan para enfrentar la crisis, ¿por qué no habríamos de hacerlo en países donde tenemos tantas carencias y un sistema de salud deficiente, donde la política y la ignorancia se anteponen a la ciencia?
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En las redes sociales comienzan a aparecer videos del viacrucis que padecen los paisanos al cruzar la frontera e internarse en territorio mexicano, para visitar a sus seres queridos.
En un video grabado en la carretera federal de Hermosillo, se puede ver que un par de jóvenes cuestionan a los policías municipales de aquella ciudad, por intentar cobrarles una cuota de peaje en un retén ilegal, a pesar de haber pagado en la caseta oficial el importe correspondiente; en otras imágenes, tomadas en los patios fiscales de la Aduana de Juárez, se ven decenas de camionetas de paisanos estacionadas, cargadas de mercancías que llevan a sus tierras, esperando que los dejen pasar.
Circula también en el ciberespacio, un audio de mexicanos enfurecidos echando pestes y centellas, porque en cada punto de revisión donde han sido detenidos, los obligan a bajar toda la mercancía que llevan en sus camionetas, o a pagar una cuota en dólares para que les agilicen la pasada.
Lo que no se ve en ninguno de los videos, ni en las rutas paisano, según pudo constatar Mirone en la carretera Juárez-Chihuahua, es a algún elemento del programa Héroes Paisanos o de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos, que se supone deberían estar cuidando el libre tránsito de nuestros connacionales.
Mirone lo denunció en este espacio, después de ver los abusos que agentes de Vialidad de Villa Ahumada cometían contra los paisanos apenas entraban al poblado, así como los de agentes de Migración mexicana y de la Policía estatal, en el ilegal retén instalado antes de llegar a la caseta de Sacramento.
Las autoridades responsables dijeron, en su momento, que estaban atendiendo el problema, pero hasta la fecha ese problema sigue sumando más agravios a nuestros connacionales, que llegan cargados de ilusiones y se regresan cargados de desilusiones y malos tratos.
¿Acaso será necesario integrar un cuerpo de observadores ciudadanos, periodistas y activistas para documentar todos los abusos que sufren nuestros mexicanos en su tierra, para que los gobernantes se pongan las pilas y entiendan, que con el mal trato que reciben nuestros paisanos nos estamos dando un balazo en el pie, porque de sus remesas depende gran parte de la economía de nuestro país.
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Mucha razón tiene el alcalde Cruz Pérez Cuéllar al exigir que el subsecretario de Gobernación, Eloy García Tarín, muestre las pruebas de que los comerciantes del ramo de alcoholes están siendo extorsionados por un grupo criminal y no por la oficina de Gobernación, porque de otra forma su declaración será tomada como una postura de animadversión contra Juárez, similar a la del fiscal de la zona norte, mi Lord Carrasco, cuando dijo que la ciudad es una fábrica de sicarios.
Irónicamente, la defensa puntual de Cruz se da en el marco de una supuesta limpia que harán en la oficina local de Gobernación, tras detectar muchas irregularidades, entre ellas, la venta de permisos para operar fuera de horario. O sea, García Tarín pretende quitarle la barra a su oficina por las extorsiones, pero al mismo tiempo se propone una limpia hacia el interior de Gobernación. Qué cosas.
Cuando aparecieron por Whatsapp las invitaciones de supuestos miembros del crimen organizado, presentándose cortésmente y pidiendo una cuota de mil dólares mensuales a los propietarios de antros, bares y restaurantes, para dejarlos trabajar después del horario permitido y sin límite de aforo, los mismos comerciantes aseguraron que detrás de la burda extorsión estaban los inspectores de Gobernación.
Para nadie de los propietarios de este giro comercial resulta nuevo que los inspectores de alcoholes quieran hacer su alcancía mediante permisos clandestinos de mil dólares mensuales. Por lo mismo, hizo bien el alcalde en pintar su raya y pedirles a los chihuahuitas que, si no están en condiciones de presentar una denuncia formal para probar sus afirmaciones, dejen de decir sandeces que solo dañan la imagen de nuestra ya vapuleada frontera.
Mirone les desea a todos una muy feliz Navidad. Cuidémonos y cuidemos de los nuestros.