Muy de cerca me tocó vivir el socialismo, aunque soy mexicano nativo de Ciudad Juárez, tuve una etapa en donde los maestros de la secu estaban obnubilados con la corriente socialista que en ese momento abundaba en Europa del este. Mi maestro, un señor de apellido Caballero, nos mandaba a conocer por primera vez un audiovisual, en el mismo había unas vitrinas con abundantes libros de Rius, recuerdo dos en especial: Hitler para masoquistas y Cuba para principiantes.
Me tocó leerlos a muy corta edad, creo que los pude entender a duras penas, ya que a mi edad los problemas de los grandes no eran mis problemas, sin embargo, aquello no solo era una sesión de lectura, también era un sistema de adoctrinamiento en donde se pretendía que creciéramos odiando a los Estados Unidos y vanagloriando a Fidel.
El maestro Caballero a la hora de dar clases, nos hablaba pestes de las trasnacionales y maravillas de que Cuba no tenía analfabetismo. Era la década de los ochentas y la guerra fría aún continuaba, y la intervención norteamericana a distintos países se concretaba deliberadamente, así que no había forma de confiar en los gringos, ni cómo defenderlos, entonces las figuras del Che y de Fidel vinieron reiteradamente a nuestro imaginario y se maximizaban cuando se nos hizo saber que habían estado en México. Aquello fue como elevar la bandera, ponerle un ventilador y hacer que ondeara para que saliera bonita en la foto.
Ignoro qué carrera tenía el maestro Caballero, pero me imagino que era sociólogo, pues gustaba de mencionar autores, autores y más autores, tal como suelen hacerlo en el salón de clase, luego en la vida práctica no saben cuánto cuesta un kilo de tortillas. Tal vez era egresado de la normal superior, que casi desde su nacimiento fueron considerados bolcheviques, o rojos. El caso es que llevaba el socialismo ceñido en las venas y no dudaba en irrigarlo en los salones de clase, pero había otro factor muy importante: el Gobierno de la República estaba enarbolado por una corrupción de campeonato, el PRI no dejaba títere con cabeza y permeaba todo lo que oliera a dinero, desde la Conasupo, hasta las aduanas, seguridad pública, incluso Procampo.
Todo aquel que pasaba por una secretaría terminaba rico y con sendos negocios; México entero era un hervidero de ratas, había muchas razones para llevarles la contraria y querer sacarlos de Los Pinos.
A pesar de su inclinación socialista, tarde que temprano entendí que el maestro Caballero fue quien más influyó en mi vida académica, ni siquiera el doctorado me ha dado tantas tablas (lo que me ha dado es atención psiquiátrica, escitalopram, calvicie, disfunción eréctil, canas, arrugas, taquicardias, ansiedad y ganas de nunca abrir un libro jamás).
Decía que el maestro Caballero se inclinaba por la corriente socialista, pero había un trasfondo muy importante: era la única opción, el PAN estaba muy lejos y no eran tan respondones, así que ser progresista era una buena opción… ¡y sopas! Por fin se gana la Ciudad de México, llegué a pensar que me moriría sin ver a otro partido diferente al PRI. Aquello para la corriente de izquierda significó un paso más grande que el que dio Neil Armstrong en la luna.
Los años pasaron y mi maestro murió, hoy en la presidencia esta un grupo de maleantes dicen ser de izquierda, pero hacen exactamente lo mismo que hizo el PRI, por tal razón, si en este momento nace un líder que me dé la opción de llevar a cabo un voto de castigo, lo haré, con tal de ver fuera a esta turba de tarambanas que destruye instituciones, regala el dinero, enriquece a familiares, deshace guarderías, desaparece medicinas, construye elefantes blancos, y siempre, siempre, le echa la culpa a los de atrás. Ellos tienen la culpa de todas las desgracias, incluídas las de ellos.
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