Son las doce del día. Ramiro López y su hijo están recostados en una colchoneta dentro del pabellón de hombres de un albergue para migrantes localizado en el poniente de Ciudad Juárez.
No hay aire acondicionado y por eso esta no es la mejor hora para estar aquí. El calor es seco, sofocante, muy diferente al de la selva septentrional guatemalteca, de donde él y su familia son originarios.
La zona donde se ubica el albergue está rodeada de calles de tierra que serpentean entre cerros pálidos y calor extremo.
Sobresalen llantas de desecho usadas como muros de contención por los pobladores para evitar deslaves o derrumbes; es la arquitectura de la pobreza en un lugar donde el desarrollo urbano es apenas una calle pavimentada para que llegue el autobús del transporte público o el del transporte de personal de la maquila.
Del otro lado del río está el sueño americano, ese al que Ramiro y su hijo aspiran a llegar después que les atiendan en la cita que obtuvieron con la autoridad estadounidense para el penúltimo día de julio.
No tienen asegurada una respuesta positiva, pero el solo hecho de que les hayan dado esa fecha es suficiente para que sus ojos alberguen una tenue luz de esperanza.
Originario de Baja Verapaz, Guatemala, Ramiro decidió emprender el viaje junto a uno de sus hijos para pedir asilo en Estados Unidos en la frontera de Ciudad Juárez-El Paso.
Hace veintidós días llegó a Juárez, logró pasar del otro lado y presentar ante la autoridad migratoria estadounidense una petición de asilo.
Su cita con la corte está programada para el 30 de julio. Mientras tanto, pasa los días en el albergue El Buen Pastor de la iglesia Metodista de México, A.R., ubicado en una de las colonias suburbanas más pobres del poniente de Ciudad Juárez.
En el lugar los pocos hombres presentes están acostados, jugando cartas, conversando o durmiendo. El resto se fue a la calle, y volverán hasta las cinco de la tarde.
Por eso el marco de la entrevista es una hilera de colchonetas y literas pegadas a la pared, y un aire caliente que lo envuelve todo.
– ¿Cómo está? Yo soy Carlos Omar Barranco del Periódico Norte de Ciudad Juárez, ¿Cuál es su nombre?
– Ramiro López.
– Ramiro, cuéntenos ¿hace cuánto llegó a Juárez?
– Aproximadamente veintidós días.
– Y aquí en el albergue ¿cuánto tiempo tiene?
– Aquí llevo veinte días.
– Usted ya tiene su número para…
– Yo soy retornable.
– Ah, usted es retornado.
– Retornado, exacto.
– ¿Usted ya tiene un trámite de asilo iniciado en Estados Unidos?
– Tengo cita ahorita el 30 de julio.
– ¿Y cuál es su meta?
– Ah, mi meta es poder llegar allá a los Estados Unidos junto a mi familia, porque allá están mi esposa y un hijo.
– En Estados Unidos están su esposa y su hijo…
– Exactamente, ajá. Entonces, pues, solo nosotros faltamos para poder unirnos nuevamente como familia.
– ¿Y por qué salieron de Guatemala?
– La verdad que una de las cosas que se esta dando en el país es por la inseguridad, ajá. Eso es uno de los temas principales que, bueno, por su mayoría, muchos están inmigrando por lo mismo, la inseguridad ante todo. Al menos por donde nosotros estamos pues se está dando mucho el caso de que se están robando los niños, ajá; entonces por esa razón es que nosotros tratamos de darle, de brindarle seguridad a nuestros hijos, va; porque ellos son el futuro, entonces por esa razón es que nosotros mejor nos decidimos en venirnos, ¿verdad? Porque como sabemos que Estados Unidos es un lugar seguro, entonces eso es lo que tratamos de hacer de que como familia, como padre de familia, resguardar a nuestros hijos.
– ¿Qué tal les está yendo en Juárez Cómo los tratan en este albergue?
– Muy bien, gracias a Dios, acá estamos nosotros muy bien gracias a Dios, nos dieron donde poder esperar la cita y acá estamos. Acá nos tratan muy bien y siempre con los alimentos.
– ¿Entonces qué le diría usted, Ramiro, a esos comentarios negativos que a veces se ven en algunos medios de comunicación o redes sociales?
– No, pues, la verdad es que nosotros venimos tranquilos, ¿verdad? Venimos en son de paz. La visión y el anhelo es de poder llegar a los Estados Unidos y no hacerle daño a ni uno, a ni una persona aquí en México, porque esta no es nuestra intención. Nuestra intención es poder pasar por acá sin ningún problema y poder llegar, con la ayuda de Dios, ¿verdad?, a los Estados Unidos, donde nosotros en su mayoría queremos estar.
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