En el juicio contra Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán se escuchó con atención este lunes el testimonio de uno de tantos soldados que almacenó y distribuyó drogas en Texas, Illinois, Florida y Georgia, al tiempo que traficó rifles de alto poder que terminaron en manos de sicarios que peleaban a muerte en la fronteriza Ciudad Juárez, uno de los principales accesos hacia Estados Unidos que dicha organización le disputa al cartel de los hermanos Carrillo Fuentes.
El relato de Edgar Iván Galván, alias ‘El Negro’, abarcó varios episodios como parte del cartel de Sinaloa. Su ingreso está ligado al reclutamiento del capo Antonio Marrufo, apodado ‘El Jaguar’, quien después de que fue secuestrado por un lugarteniente del cartel de Juárez se unió al grupo rival buscando venganza. El ‘Chapo’ lo llevó en 2007 hasta la sierra para proponerle en persona ser parte de su guerra.
De primera mano sabía de lo que era capaz ‘El Jaguar’, quien incluso presumía una casa en Ciudad Juárez que estaba diseñada especialmente para torturar y matar a sus enemigos. La vivienda parecía normal por fuera, pero tenía un drenaje que permitía deshacerse con facilidad de la sangre de las víctimas.
“Me dijo que hacía hablar o mataba a la gente ahí”, mencionó.
También supo que su jefe no dudaba en jalar el gatillo para eliminar a quienes le estorbaban. “Incluso en una de las veces, en una discoteca, se hizo a un lado para dar la orden de matar a dos personas”, relató.
Según su relato, Marrufo le ordenó que ejecutara a dos personas, uno de los cuales era un anciano, pero no se atrevió. “Me pidió que matara a una persona de nombre Fredy, que vivía en Juárez (…) Me pidió que fuera a recoger una pistola con un silenciador”, contó.
A pesar de que era un soldado de bajo nivel, ‘El Negro’ llegó a escuchar una conversación entre ‘El Jaguar’ y ‘El Chapo’. El primero le pidió permiso una vez para emborracharse hasta la madrugada y Guzmán se le permitió. “Del otro lado de la línea le dijo a ‘Jaguar’ que todo estaba bien, que no se preocupara, que estaba haciendo un buen trabajo y que estaba muy contento con él”, mencionó.
La defensa presionó a Galván en el contrainterrogatorio hasta que aceptó que no había manera de confirmar que aquella voz era la del jefe del cartel. El abogado William Purpura le pidió a Guzmán que se pusiera de pie y posteriormente le preguntó al cooperante: “¿Nunca lo había conocido antes?”. Aquel respondió: “Nunca en mi vida”.
El litigante también mostró la fotografía de un hombre que no se parecía a quien la Fiscalía identificaba como ‘El Jaguar’, actualmente en una prisión mexicana. Galván titubeó, aunque hace unos años afirmó que aquella imagen distinta correspondía a la de su expatrón.
“¿Le parece a usted que esta es la misma persona?”, cuestionó Púrpura mostrando ambas fotos.
“Se ve que se hizo algo en la cara”, dijo ‘El Negro’ indeciso.
A Galván le fue bien en el negocio de la droga y hasta se hizo de un bar, ‘El 77’. Todo se acabó en enero de 2010, cuando la Policía decomisó varios rifles AK-47, conocidos como ‘cuernos de chivo’, y chalecos antibalas, que iban a ser enviados a México. “Esa fue la última vez que hablé con ‘Jaguar’”, afirmó.
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