En las entrañas del hotel del Sur hay secretos que se guardan, enigmas que aún están por ser develados. Ahí está lo que quizá pueda ser considerado como los últimos vestigios de la época de oro de la avenida Juárez.
En la planta baja del inmueble marcado con el #215 se encuentra el viejo edificio, donde además de los restos de un vehículo Mitchell, de principios de 1913, están también los ecos de un viejo casino, pues aún se mantienen máquinas tragamonedas tipo pinball que datan de por lo menos hace cuatro décadas y que, al igual que el inmueble entero, permanecen en el abandono.
Pese a que fue incluido por su importancia dentro del Catálogo de Monumentos y Edificios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia, la propiedad, en parte gracias al descuido tanto de las autoridades de los tres niveles de Gobierno como de sus propietarios, ha formado también ya parte del inventario del olvido.
Pese a su deplorable estado, el hotel del Sur, cuya fecha de fundación data de 1919, se encuentra incluido en el Inventario de Monumentos Históricos y Edificios Relevantes, un estudio realizado por el Instituto de Arquitectura, Diseño y Arte de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.
En el documento de investigación realizado por la máxima casa de estudios y coordinado por la doctora en Arquitectura, Elide Staines Orozco, se hace mención de que el hotel del Sur, que contaba con apenas 17 habitaciones, está incluido además dentro de los monumentos y edificios históricos catalogados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
En el mismo texto es donde se refiere la existencia de un casino en el área del sótano del inmueble, sin embargo, se hace la aclaración de que debido a las pésimas condiciones en las que se encuentra el espacio, el acceso al lugar fue negado por cuestiones de seguridad, por lo cual el dicho casi se llegó a convertir en una leyenda urbana.
Eso hasta días recientes, cuando a través de la página de Facebook El Juárez de Ayer, sitio que se encarga de recopilar información en torno a espacios y edificios que han marcado la historia de Juárez, se dieron a conocer algunas imágenes del estado en el que prevalece el interior del hotel.
En ellas se puede observar que aún continúa la presencia del automóvil de principios de siglo, que se encuentra cubierto de polvo y telarañas, y a su alrededor hay piezas mecánicas que al parecer forman parte de su estructura.
De este vehículo, se dice que quedó atrapado, después de que al permanecer algún tiempo en ese lugar, que antes funcionaba como cochera y tenía salida para la avenida Juárez y el callejón posterior, terminó encerrado, luego de que se diera la construcción de una tienda departamental y de locales comerciales en su parte frontal.
Sin embargo, no es solo el coche lo que ahí permanece, ya que a unos metros de donde se encuentran los restos del automóvil se hallan también varias máquinas tipo pinball de finales de la década de 1960, como la Chicago Coins Pirate Gold, así como otras pertenecientes a principios de la década de 1970 como la Miss-O de la compañía Williams.
La máquinas pinball pertenecientes a la manufacturera Williams se hicieron por primera vez en 1943, cuando su fundador, Harry Williams, se basó en el modelo de las viejas pinball, incorporándoles más trabajo artístico, elementos de destreza en el área de juego y un mecanismo perfeccionado para el pago de la puntuación lograda por el jugador.
Según testimonios de personas que han tenido acceso al hotel del Sur, en el sótano también se encuentra un redondel, área destinada para realizar peleas de gallos, muy comunes como forma de diversión y apuestas durante la primera parte del siglo 20.
No sería raro que en alguna ocasión durante su estancia en esta frontera, personajes ilustres como Álvaro Obregón y José Vasconcelos, cada uno en su oportunidad, quienes fueron distinguidos huéspedes del hotel, hallan tenido contacto con esos espacios destinados a los juegos de azar.
Atrás han quedado los días donde el olor a tabaco y alcohol, así como la música de época, impregnaban esa estancia, hoy solo queda el silencio y el polvo como únicos testigos de las noches de esplendor del hotel del Sur.
La decadencia
Según consta en archivos periodísticos, en la década de 1960 el hotel sufrió un grave incendio, perdiéndose gran cantidad de su mobiliario y de los registros de huéspedes que llegaron a alojarse en sus habitaciones.
El inmueble, en ese entonces, estaba registrado como propiedad de la señora María de Jesús M. de Duarte, quien heredó la propiedad a sus hijos.
En su última etapa funcionando, el hotel del Sur se operó bajo el nombre de hotel Sureste, pero lejos de albergar a grandes personajes, se convirtió en un sitio utilizado para la prostitución.
En el 2011, a mediados de junio, el hotel cerró sus puertas en definitiva, luego de que se registrara en una de sus habitaciones el asesinato de una sexoservidora, la cual después de haberla matado sus asesinos la abandonaron a una cuadra, en un sótano, dentro de un tambo, en una propiedad abandonada que años atrás funcionaba como fábrica.
Los propietarios del hotel contaban con un despacho a unos metros de la entrada principal del hostal, sin embargo, dichas oficinas lucen hoy en día abandonadas y ninguno de los locatarios cercano sabe del paradero de los dueños, ni del destino que habrá de tener el lugar.
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