En la película protagonizada por José Elías Moreno y que se desarrolla en algún pueblo de México, en donde abundan la hambruna, la miseria y el alcoholismo, el único maestro es Cipriano. Se trata de un viejo cansado al que entre otras cosas le falla la vista, aunque usa lentes estos ya no le sirven, aparte de ser un hombre gordo, desgastado y tendiente a una jubilación forzosa. Hombre abnegado, sufrido, sacrificado que ofrenda clases por el puro amor al arte en donde a pesar de todo lo que enseñe, la inmundicia seguirá siendo la verruga cancerosa que identifica a ese pueblo e infinidad de otros pueblos de este país.
El largometraje data de 1960, sin embargo, todo parece indicar que está ambientada unos 20 o 30 años antes de su filmación. Las características de su población son las de cualquier pueblo en México. Tomando en cuenta que el país tiene un amplio número de pobres, la zona geográfica puede ser Anapra o Chimalhuacán. El papel de José Elías Moreno es impecable, en donde muestra toda la bondad de la que eran capaces de tener los maestros de aquellos tiempos, con ello también se enseña la dedicación, la disciplina, la formalidad, pero sobre todo, el amplio conocimiento de diferentes materias, un factor que ahora en estos tiempos difícilmente se ve.
Como ya se mencionó, el maestro tiene deficiencia ocular, básicamente está ciego a medias y eso, para una persona que se encuentra frente a grupo, es una pésima condición, ya que el principal radar que tiene el cuerpo humano son los ojos, por lo que no le permite estar al tanto de lo que hacen los menores. El chico más popular de la clase se llama Simitrio y esta distinción también lo hace pasar como el más travieso, así que sus compañeros se la viven haciéndole diabluras al ciego profesor, en nombre de Simitrio. Los alumnos no tienen clemencia al profesor y las bromas que le juegan son pesadas, cuando se da cuenta no le queda más que gritar el nombre de su posible ofensor, ¡Simitrio!, ambos se convierten en la burla del salón entero. A pesar de todas las diabluras y de que la culpa recayó siempre en el mismo alumno, el maestro no deja de ser un hombre bondadoso, paciente y comprensivo.
Estamos hablando de que este largometraje fue un retrato de la personalidad de los maestros, que en años anteriores fueron personajes a los que se les tenía un amplio respeto y con orgullo, la gente les llamaba maestro o profesor. Sin embargo, esa imagen se ha desvirtuado desde hace una veintena de años hacia acá.
La vida de los catedráticos ya no es propia, le corresponde a un sindicato del cual dependen sus beneficios, de ahí que se les puede extorsionar so pena de ser mandados al ostracismo.
Mucho tuvo que ver Elba Esther Gordillo, quien tradicionalmente inclinaba el sindicato al Partido Revolucionario Institucional, y posteriormente, ofrendó sus servicios corporativistas al Partido Acción Nacional. La carrera de la líder sindical casi terminó cuando los mismos priístas –pero de otra generación– la aprehendieron y acusaron de cualquier cosa por haberles faltado al respeto, eso la mantuvo en la sombra y le bajó las pilas.
Pero los lideres sindicales se reproducen por fotosíntesis, el polen de la corrupción anda por todos lados, cuando se fue Gordillo, salió algún otro que conoce bien el impacto social y político de un sindicato, y no es cualquier sindicato. Ahora este poderoso grupo tiene cara de Morena, y desafían a los juzgados federales por haber otorgado un amparo para detener nuevamente la entrega de libros de texto.
Desde hace cinco años el presidente Andrés ha intentado desacreditar al poder judicial por no caminar de su mano, eso ha provocado la furia del Gobierno federal.
Importa un comino el contenido de los libros, acá lo interesante es la extorsión usando a los niños como arma para forzar al Poder Judicial federal, deteniendo las clases hasta que no se entreguen los libros, es un acto evidentemente violatorio.
No nos hacen falta más leyes, hace falta que las instituciones funcionen para lo que son. Esperemos la segunda versión de Simitrio de aquel lejano 1960, a ver cómo describen al nuevo Cipriano del 2023 en Chihuahua.
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