Según la Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), las abejas son uno de los seres vivos que tienen mayor relevancia a nivel mundial. Son parte de las especies de polinizadores, como las mariposas, colibríes y moscas, que en conjunto, ayudan a la reproducción de hasta el 90 por ciento de las especies de flora y el 75 por ciento de las plantas que producen alimento.
A nivel nacional, se tiene registro de que hay más de 2 mil especies de abejas nativas, que representan un 10 por ciento de la biodiversidad de abejas a nivel mundial. Aunque se tiene la creencia de que la mayoría de las abejas viven en grandes comunidades, el estudio “Por las Abejas”, de la Semarnat, sostiene que hasta un 75 por ciento de las abejas acostumbra a vivir en grupos pequeños y solamente aquellas que producen miel son las que habitan en las colmenas.
Sin embargo, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) indica que “prácticas agrícolas intensivas, cambios en el uso de la tierra, plaguicidas, especies exóticas invasoras, enfermedades, plagas y el cambio climático” han provocado la extinción de aproximadamente el 35 por ciento de especies polinizadoras no vertebradas, como las mariposas y principalmente las abejas.
Para el apicultor juarense Israel Anaya, el reto de cuidar y producir miel dentro de esta frontera, además de los factores añadidos, se le suma la intensa sequía dentro de la región, así como la falta de espacios adecuados para su crecimiento.
Los retos de los apicultores fronterizos
Anaya señala que, dentro del estado de Chihuahua, anteriormente había especies endémicas que se dedicaban a la polinización de la forma, no obstante, quienes ahora realizan esa labor son las abejas mieleras, provenientes del continente europeo.
El crecimiento de las ciudades y de la mancha urbana fue relegando a las especies de abejas regionales, que se fueron extinguiendo paulatinamente hasta que únicamente quedaron las abejas mieleras.
Para Anaya, la calidad de miel que se produce en Chihuahua, así como en otras partes del país, es de primer nivel, por lo que la mayoría de la miel que se elaboraba en el país termina siendo exportada a Estados Unidos o Europa, quedando muy poca para el mercado local.
Sin embargo, el crecimiento de este negocio tiene un efecto contraproducente para los productores y es que, es imposible generar de manera natural la exigente demanda que tiene el mercado de miel a nivel mundial, por lo que muchos se ven forzados a utilizar métodos cuestionables para hacer que las abejas produzcan mayor cantidad, a costa de la calidad y hasta de la vida de las colmenas.
“La cantidad de miel que se produce por las colmenas registradas no es igual a la cantidad real que se pronostica que se vaya a producir. Hay un espacio en medio de lo que se produce a lo que se vende, que se está llenando con otro tipo de productos que no son miel, ya sea que se mezcle con una sustancia que la norma oficial permite o el clásico vendedor de miel que la rellena con otras sustancias que consigue más baratas”, aseguró.
Las abejas son el “termómetro” del ambiente
El apicultor fronterizo aseveró que, además de polinizar y producir miel, las abejas son importantes para el ambiente debido a que representan una especie de “termómetro” sobre cómo vendrán las condiciones climáticas.
En esta primavera, la sequía provocó que muchas flores no pudieran germinar, o terminaran secándose, lo que desencadenó que las abejas no recolectaran las cantidades de polen de años anteriores, por lo que habrá menos flores y, por consiguiente, una disminución en cuanto a la producción de miel.
Y es que detalló que las abejas son parte esencial del ecosistema en el que nos encontramos y si una parte de ese proceso no se realiza de manera adecuada, termina por afectar al resto.
La importancia de este día es que, la extinción de las abejas no se trata de un proceso natural, sino de uno generado por el hombre, que derivado de las actividades industriales, provoca la muerte de distintas especies de abeja.
El escenario que se vislumbra sin las abejas es catastrófico; si bien es cierto que aún hay más especies polinizadoras, Anaya señala que son las polinizadoras perfectas del reino animal y su extinción desencadenaría en una desertificación masiva en gran parte del territorio, específicamente en regiones como Chihuahua.
El consumo local y orgánico puede salvar la vida
Anaya recalca que la producción de miel está ligada de manera muy estrecha con los procesos económicos y que es imposible separar el negocio de los intentos de preservación de las especies de abeja.
Una de las soluciones más sencillas y efectivas que propuso, es que los consumidores se den a la tarea de buscar aquellos productos que realmente sean miel y hayan sido producidos de manera orgánica.
El consumo de mieles artificiales, aunque más barato para el bolsillo, no tiene la misma calidad de una miel autentica, además que puede representar un potencial riesgo a la salud, debido a los químicos utilizados para que las abejas produzcan más miel.
“Vivimos en comunidad y un sistema con muchas otras especies y, en este caso, las abejas, son importantes para nuestra vida por la producción de alimentos, por la flora que hay en el entorno. El cuidado sería esa parte, mejorar la situación del ambiente, evitar dañar con gases de efecto invernadero o algún otro tipo de contaminante”, concluyó.
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