La súplica del secretario de Salud, Eduardo Fernández Herrera, lanzada el 18 de octubre, para respetar el distanciamiento social por el regreso a fase naranja, no tuvo efecto en zonas de Juárez, entre ellas el Centro, donde peatones, comerciantes y “residentes” continuaron con su normalidad.
Con matices dramáticos, adaptando una frase del santo católico más reciente, Óscar Arnulfo Romero, arzobispo salvadoreño, el funcionario repitió: “Les pido, les suplico, a nombre del sector salud, de la población vulnerable…”, para exhortar a respetar las medidas sanitarias. Sin embargo, a tres días de hacerlo, parece que la súplica cayó en oídos sordos.
En las calles estrechas, ubicadas a espalda de los mercados Cuauhtémoc, Hidalgo y Reforma, los tianguis de verduras y otros comestibles estaban saturadas de “marchantes”, en plena negociación por los precios con los vendedores ambulantes.
“Ah chigá’, ni modo de no comer. Todos tenemos qué comer. Que se guarden los que tienen dinero. Si yo lo tuviera ya estaría en Acapulco”, comentó uno de los comerciantes, mientras estaba frente a una clienta impaciente por recibir una bolsa de verduras mixtas.
En fase naranja, los corren de Plaza de Armas; se juntan una cuadra adelante
El lunes pasado, la orden del Gobierno municipal de desalojar el Centro Histórico de Juárez provocó una expansión de “residentes permanentes” hacia las calles laterales, donde, de cualquier manera, hicieron lo mismo, con orden y sin orden: nada, el difícil arte de, simplemente, estar.
El Municipio desalojó la plaza de armas y los llamados lustradores de calzado -es decir, los boleros-, junto con los enfermos mentales, los evangélicos, los migrantes y los trabajadores y las trabajadoras sexuales, buscaron puntos a lo largo del corredor turístico de la avenida Juárez.
Días antes, el domingo 18 de octubre, se dio a conocer el regreso a fase naranja de la semaforización de la pandemia y destapó un dato básico del Covid-19: el 70 por ciento de la población es asintomática capaz de contagiar un número ilimitado de personas, en lapso de 14 días.
Pero la información no caló en el pasaje de la calle Rafael Velarde, donde clientes con cubrebocas, muchos sin él, y algunos más de colguije de una oreja, aprovecharon este día a comprar la fayuca china, cosméticos, y perfumes, entre otros productos.
“La verdad yo no entiendo tanto relajo, que luz naranja, que amarilla. Solo Dios sabe. No entiendo bien de qué se trata”, comentó finalmente una señora mayor en la fila de pagos de la tienda Elektra, en la avenida 16 de Septiembre, ahí en donde ningún semáforo funciona… ni el rojo.
