Entre 2008 y 2012 hubo un escenario de mayor complejidad a nivel nacional, en el cual los jóvenes mexicanos no solamente se volvieron víctimas de la violencia (juvenicidios), sino actores centrales en la generación del crimen. De acuerdo con el especialista e investigador Jorge Balderas Domínguez, esta situación continúa hasta la fecha.
El homicidio es el delito con mayor número de casos vinculados a jóvenes de entre 15 y 29 años en el estado de Chihuahua, lo que genera una preocupación normativa y sociocultural, revela la investigación «Violencia sistémica, exclusión social, y juvecidio-juvenicidio en el norte de México«, de Salvador Salazar. Esta investigación señala que uno de cada tres homicidios registrados de 2009 a 2012 en el país fue de un joven.
A este fenómeno los especialistas lo denominaron “juvenicidio”, ya que -dentro de la actual crisis de violencia que padece el país- en algunas regiones como Ciudad Juárez hay cifras muy significativas en muertes de jóvenes, según Jorge Balderas.
Juvenicidios: el marco de la violencia
La conceptualización del juvenicidio se relaciona con las muertes violentas en actos de alto impacto, ejecuciones, secuestros o masacres. Los especialistas indican que no podría hablarse de juvenicidios si no se hace dentro del contexto de la crisis de violencia presente en el país.
“Más que causas, hablamos de factores, porque no hay nada determinante; se combinan una serie de elementos. Por ejemplo, el contexto de violencia estructural marcado convierte a México en una de las regiones más pauperizadas, con mayores formas de desigualdad”, indicó Balderas.
La creciente población de asalariados en condiciones precarias, la gran mancha urbana en zonas vulnerables, la situación de desigualdad en la sociedad y la complicada movilidad social de forma legal vía estudio o labor permiten que la violencia del crimen organizado o el narcotráfico se convierta en una alternativa para los jóvenes.
“Se vuelven presas fáciles al crimen organizado y el narcotráfico. Se incorporan de una u otra manera a estas dinámicas, porque en algunos sectores de la ciudad esto se vuelve una vía atractiva; es una manera rápida de ascenso en términos económicos,” detalló el investigador.
Niños y crímenes de alto impacto
A su vez, otro aspecto preocupante y notorio, según Balderas, es el incremento de las cifras de jóvenes y niños infractores de delitos. “Esto pone en jaque a las autoridades, porque a veces los que cometen esos crímenes de alto impacto a jóvenes son los mismos adolescentes o, incluso, niños de 10-13 años”.
La mayoría de los investigadores del juvenicidio contextualizan su origen en 2007 a nivel nacional y 2008 a nivel local, durante el sexenio calderonista.
“Con la inauguración de la llamada guerra contra el narcotráfico, que estableció una estrategia de combate frontal en diferentes zonas del país, se generó una estrategia que todos los analistas consideran fallida y sin planeación o base de interferencia militar que desestabilizó las relaciones entre el control político y el monopolio que debería ejercer el Estado sobre la violencia”, indicó Balderas.
Ausencia de estrategias desde el Estado
Esta desestabilización continúo en el sexenio de Enrique Peña Nieto con el incremento de los números. A su vez, en el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador se mantienen las mismas condiciones por la falta de estrategias integrales.
Para solucionar este problema nacional, de acuerdo con Balderas, el Gobierno Federal debe modificar su estrategia integral. “Se requiere de una ‘revolución’ en términos de fortalecimiento del estado de derecho, de la cultura de la legalidad, de una limpieza profunda de todo el apartado policiaco, estratégico y militar, porque hay una profunda infiltración de las células del crimen organizado y del narcotráfico en los diferentes niveles”.
Juvenicidios: las soluciones
Algunas medidas tomadas son la atención de algunas de las causales, como la violencia estructural que mantiene a sectores de clase baja con salarios bajos. También se atendió este asunto con el incremento del salario mínimo, pero aún faltan cambios respecto a seguridad ciudadana y sus políticas, según Balderas.
El investigador de la UACJ indica que, para revertir el aumento de juvenicidios, requiere -además de los programas de atención a sectores vulnerables proclives a ser reclutados por grupos del crimen organizado- una estrategia que permita que los jóvenes marginados, universitarios, de clase media, con carreras técnicas u otros estudios insertarse en un mercado laboral que permita mayores ingresos y formas de movilidad social.
“Hay miles de egresados de universidad que se les complica insertarse en el mercado laboral de forma exitosa o rápida. Al concluir sus estudios universitarios se encuentran con un mercado laboral con pocas alternativas y sin condiciones laborales con posibilidad de crecimiento”, indicó.
Desde la entrada a la crisis de violencia y alza de las cifras de juvenicidios, es claro que se debía profundizar en tales temáticas, para entender la situación y orientarse para generar posibles soluciones que puedan modificar en el mediano y corto plazo la situación no solamente local, sino nacional.
Por su parte, la ciudadanía debe continuar exigiendo que el Estado fortaleza su presencia y estrategias. Debe exigir la rendición de cuentas y la exigencia.
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