A diferencia de las fronterizas, las mujeres migrantes que llegan a esta ciudad sufren una doble situación de discriminación y vulnerabilidad que, sin embargo, permanece en el anonimato en la mayoría de los casos.
En lo general los migrantes no solo enfrentan riesgos a su integridad en su tránsito hacia el norte, sino que a su arribo a nuestro país se vuelven vulnerables al abuso, la explotación, las extorsiones y los peligros a que son sometidos mientras son conducidos por contrabandistas que los ven como simple mercancía.
Pero en el caso específico de las mujeres migrantes, lo recurrente, además, suele ser el acoso y la violencia física y sexual tanto durante su viaje como en su estancia en la frontera.
Este ejercicio de la violencia suele darse por parte de sus parejas, otros hombres migrantes y locales, autoridades, y en general por quienes encuentran en ellas un objeto de satisfacción a sabiendas de lo impune que suelen quedar sus acciones.
Eduardo Sáenz, visitador titular de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en Juárez, señala que se trata de una situación difícil de atender, porque además de su desconocimiento para proceder y su desconfianza natural, ellas llegan enfocadas a su objetivo de cruzar, y evaden toda situación que pueda comprometer su propósito.
“Enfrentan una doble vulnerabilidad por su condición de mujer, y por su condición de migrante, pero no se sienten con la confianza para poder denunciar; para nadie es un secreto que la persona en contexto de migración lo que menos quiere es hacerse visible porque teme que eso interrumpa su camino hacia Estados Unidos”, manifiesta.
El funcionario destacó que han sido pocos los casos que se han presentado ante la comisión, en los que se les ha acompañado tanto en lo legal como en la tramitación de servicios de salud y otras necesidades.
Pero a la hora de invitarlas a denunciar, lo que hacen simplemente es desistirse, algo que calificó de lamentable.
“Las migrantes en general consideran que todo aquello que les represente perder un minuto o depender de algo para seguir su camino, es mejor darle la vuelta; muchas vienen condicionadas a sufrir todo lo que les pase en su camino como algo que forma parte de la travesía, lo cual es lamentable”, declaró.
Indicó que, sin embargo, se busca atender en la medida de lo posible todos los actos que sean violatorios a los derechos humanos de estas mujeres, una labor que –dijo– se realiza de la mano de organizaciones ciudadanas.
Blanca Navarrete, directora de la organización Derechos Humanos Integrales en Acción (DHIA), destaca el notorio incremento de presencia femenina que desde 2019 viene registrando el flujo migratorio hacia esta frontera.
Una situación que viene aparejada de situaciones de abuso y violencia física y sexual de las que, sin embargo, poco se conoce a nivel público.
“Es un incremento de mujeres viajando solas o con sus hijas e hijos que muchas veces se da por situaciones de violencia de género en sus comunidades de origen, específicamente violencia familiar o violencia sexual; también durante su travesía hacia esta frontera donde luego, igualmente llegan a ser víctimas de violencia”, dijo.
Destacó que desde 2022 DHIA tiene dos proyectos paralelos enfocados a prevenir, mitigar y atender la violencia de género, algo que en el caso de las mujeres migrantes se aplica cuando se visibilizan sus casos.
“Tenemos retos importantes en la ciudad con muchos años de violencia hacia las mujeres que ya ha estado impactando también a las mujeres en movilidad”, manifestó.
Y destacó que esto incluye a mujeres migrantes provenientes de otros estados de la república.
De acuerdo a dato de esta organización, en 2022 se atendieron un total de 1160 casos, con un 19 por ciento de testimonios de quienes manifestaron ser sobrevivientes de violencia de género.
De esa cifra, más del 66 por ciento correspondió a niñas y mujeres de origen centroamericano, y 19 por ciento a mujeres mexicanas de otros estados; el resto a mujeres provenientes de Haití, Venezuela, Ecuador, Colombia y Cuba.
De acuerdo al reporte de DHIA, más de 73 por ciento de las mujeres tenían menos de 6 meses en Juárez, y más del 38 por ciento tenían menos de un mes en Juárez.
“Eso nos habla del poco conocimiento de la ciudad, de los servicios presentes en ella, pero también de las limitantes en las redes de apoyo a esta población en movilidad”, señala el reporte.
E indica que se les ofrecieron servicios de salud, acompañamiento psicológico, asesoría en materia migratoria y gestiones para albergue, entre otros.
Pero en materia de denuncias solo un 17 por ciento aceptó el apoyo ofrecido.
La regidora Patricia Mendoza, coordinadora de la Comisión de la Mujer y Equidad de Género en el Cabildo, reconoció la invisibilización del fenómeno. Pero a la vez se refirió al acercamiento que por parte de la comisión a su cargo se ha tenido con mujeres migrantes que, en algunos casos, han manifestado haber sido víctimas de ataques sexuales, pero a la vez con resistencias para interponer denuncias.
“En un caso de alguien que violentó a una mujer migrante sexualmente, que le ofreció trabajo y luego abusó de ella; yo les dije que alzaran la voz, pero lo cierto es que en lo general todas ellas temen ser reprimidas. No quieren ir a ningún otro lado, lo único que buscan es que se les escuche, sacar a sus familias adelante y tener una vida digna”, manifestó.
En torno a la incursión de hace unos días que agentes de la policía Municipal realizaron en el comedor de la catedral, destacó que hubo violencia indirecta hacia mujeres migrantes. Pues aunque la acción fue focalizada hacia presuntos migrantes ladrones, la forma en que se dio afectó la integridad emocional de niñas y mujeres migrantes presentes en el momento.
“En ese sentido se ha hablado con la policía para tratar de sensibilizar a los elementos, de compartirles (el conocimiento de) las políticas públicas con perspectiva de género; en eso sentido estamos trabajando muy de cerca con el Instituto Municipal de las Mujeres, con talleres de perspectiva de género y sensibilización”, expresó.
Yadira Cortez, de la organización Red Mesa de Mujeres, destacó asimismo la constante “no denuncia” de casos de abuso que han sufrido muchas mujeres migrantes.
“Nos han externado muchas mujeres en la zona centro que han vivido acoso hasta por parte de otros migrantes, y de hombres que igual acosan a mujeres no migrantes”, dijo.
Y destacó que las organizaciones enfocadas a brindar apoyos deben desarrollar una labor de información más efectiva para difundir sus acciones. Esto debido al desconocimiento que en lo general se tiene de la existencia de tales apoyos y organizaciones, como ocurrió en el caso de la migrante guatemalteca cuya hija falleció al intentar cruzar el Río Bravo durante una crecida.
“Nos dijeron que esto no debió haber ocurrido porque incluso ella podía haber pedido asilo y no tenía por qué exponerse. En fin, falta de comunicación, de información de parte de estos organismos que, pues mira, cobran vidas, así como ocurrido con esta pequeña”, afirmó.
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