Sean responsables, sean conscientes de lo que ya vive en nosotros… Hay gente que hasta que no les pasa entiende…
Anaís Hernández / Enfermera del IMSS
Anaís Hernández es una enfermera juarense que, como muchas a lo largo y ancho del mundo, ha tenido que lidiar con el Covid-19. Trabaja en el Hospital Regional General 66, epicentro del coronavirus en Ciudad Juárez.
A principios de octubre me comuniqué con ella para pedirle una entrevista, a la cual accedió gustosamente. Quedamos en reunirnos para realizarla, pero debido al repunte de contagios en la ciudad fue imposible.
El 30 del mismo mes tuvimos la oportunidad de conversar gracias a una llamada telefónica que duró más de 30 minutos; antes de eso jamás había escuchado su voz, pues únicamente nos comunicábamos por mensajes.
Mientras discaba el número de teléfono de Anaís sentía nervios. Tenía miedo de escuchar fastidio o desinterés en su voz. No quería incomodarla, lastimarla o cansarla con preguntas que seguramente alguien más ya la había hecho.
Cuando el tono de espera de la llamada dejó de sonar escuché una agradable voz que me dijo: “Hola, ¿cómo estás?… Dime… Ya me desocupé… Ya estaba preparada para que me marcaras”.Escuchar esas palabras me relajaron y me hicieron saber que la entrevista marcharía bien.
Cuando comenzamos la entrevista tuvimos un pequeño percance. La llamada se cortó, pero en menos de dos minutos pudimos contactarnos de nuevo.
Con el ruido de los carros, transeúntes y perros de fondo sostuvimos la conversación. Le hice más de diez preguntas que, afortunadamente, respondió con algo más que un “No”, “Sí” o “No sé”.
Al escuchar su voz pude sentir comodidad y disponibilidad de su parte. Por un momento sentí que escuchaba a una tía que me contaba sobre sí misma y me explicaba cómo ha sido su vida personal y laboral durante la pandemia.
El primer acercamiento de Anaís con el sector salud fue en 2001, cuando trabajaba como vacunadora por contratos temporales en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Originalmente iba a estudiar una ingeniería; sin embargo, su trabajo en las unidades familiares del IMSS despertó en ella un interés por la enfermería y en 2005 inició sus estudios para convertirse en enfermera.
En 2006, todavía siendo estudiante, empezó a ejercer la profesión en la Poliplaza Médica.
Catorce años después ha tenido que enfrentarse a una contingencia sanitaria que hasta el 08 de noviembre de 2020 había dejado 2 mil 323 muertos en Chihuahua, 94 mil 808 en México y 1.25 millones en el mundo.
Al igual que cientos de trabajadores de la salud tuvo que alejarse de su familia para evitar riesgos de contagio, pues en estos momentos su trabajo es uno de los más peligrosos, debido al contacto que tiene con los pacientes que sufren de Covid-19. Anaís fue muy amable al contarme lo anterior y al acceder a la siguiente entrevista:
¿Cuáles fueron sus motivaciones para convertirse en enfermera?
Es una carrera en la que enfermos siempre va a haber. Entonces yo decía: trabajo siempre voy a tener.
¿Alguna vez imaginó estar frente a una contingencia sanitaria de este tamaño?
Nunca, nunca me pasó por la mente… Se nos mencionaban en materias como epidemiología y medicina preventiva las pandemias… Pero nunca nos imaginamos vivirlo, ni nos imaginamos tampoco cuándo va a terminar esto. Es como una pesadilla.
¿Estaba preparada para esta situación?
No. No estábamos preparados. Nadie estaba preparado. Ni las autoridades de salud, ni los especialistas. Nadie estaba preparado para esto. Mucho menos nosotros en enfermería. Nadie estaba preparado para vivir esta pandemia.
¿Cuánto tiempo tuvo que estar alejada de su hogar?
Estuve alejada dos meses de mis hijos. Más bien de toda mi familia… Me tuve que salir de mi casa porque era mi temor. No sabíamos cómo iba a actuar el virus, no sabíamos si yo iba a contagiar a mis hijos… Yo tenía miedo por mis hijos… Mi mamá, mis hermanos, que son de edades de los que estábamos viendo que atacaba el virus. Me dio miedo y decidí salirme de casa.
¿Cómo se sintió durante ese tiempo lejos de casa?
Yo lloraba y tenía miedo… Cuando empezó la pandemia yo no entré con los pacientes. Mis compañeros me contaban que te pedían ayuda… Me los imaginaba como zombis. Yo lloraba de angustia porque sabía que un día yo iba a estar ahí… Era angustia, llanto, miedo y tristeza de cómo la gente se estaba muriendo… El tener el miedo de perder un familiar así, que de un día para otro ya no esté es el temor.
¿Cómo lo sobrellevó?
Mira, en la escuela llevábamos sicología… Y pues yo platicando y platicando lo que sentía… Tengo familiares que son sicólogos y hablando con ellos. Platicando sobre lo que estábamos viviendo, lo que estábamos sintiendo te desahogas un poco y sacas tu angustia. Hacía ejercicios de respiración para relajarme…
¿Se mantuvo en contacto con sus familiares aún a distancia?
Sí. Por teléfono, por videollamada y mensajes. Cuando les iba a dejar mandado o cuando ellos necesitaban algo de la escuela. Yo iba y les daba lo que necesitaban. Pero el menos contacto posible porque tenía miedo de ser asintomática y llevarles el virus sin darme cuenta.
La revista médica Jama Network Open realizó un estudio que arrojó que el 70 por ciento de los trabajadores de la salud que luchan contra el coronavirus presentan síntomas de depresión, angustia e insomnio. ¿Usted ha tenido esos síntomas?
Sí. Sí sentí insomnio… Cuando empezó la pandemia empezó mi insomnio. Me despertaba y ya no me dormía, luego me iba a trabajar como si nada. Era un insomnio que no me pesaba… No sé si era por toda la adrenalina que estaba a todo lo que daba por todo lo que estaba pasando. La depresión, no es una depresión en la que deje de comer o hacer cosas; es una depresión que da de repente… Momentánea, como que traes sentimiento en el corazón por todos los compañeros que has perdido. Pero trato de cuidarme en el aspecto sicológico… No me quiero deprimir.
¿Cuando regresó a su casa sintió temor o rechazo por parte de su familia?
No. Al contrario. Yo ya necesitaba ver a mis hijos… Mis hijos ya me extrañaban, ya querían que yo estuviera en la casa. Como yo ya sobrellevaba un poco más la pandemia en cuestión de conocimiento y educación perdí el miedo y por eso regresé. No he tenido rechazo de ninguna persona…. En una ocasión me paró la policía y vieron mi equipo y fue así como “ya váyase, mejor”, pero no lo tomé como rechazo.
¿Tiene miedo de ir a trabajar?
Sí. Todos los días. Todos los días tenemos miedo, porque es muy fácil el contagio. No es nada más de “hoy no entro a Covid”… Antes nos turnábamos para no entrar todos los días y que no fuera tanta la carga viral, pero ahora que hay rebrote entramos todos los días… El miedo está en hasta checar porque checamos con biométrico… Ahora sí que te entra como el Covid sicológico.
¿En su trabajo le brindan equipo de seguridad adecuado para evitar el contagio?
Sí. Sí me brindan todo.
¿Qué piensa cuando termina su jornada laboral y llega a su casa?
Mira, te aburre el llegar todos los días, quitarte el uniforme en la puerta, “aspersarte”, meterte a bañar. Es llegar a la casa fastidiada porque otra vez tengo que bañarme y desinfectar mis cosas. Luego sientes tranquilidad; digo, te acostumbras.
¿Qué opina del repunte de contagios?
Tengo mucho coraje con la gente porque bajaron la guardia, de alguna manera hicieron caso omiso y eso tuvo mucho que ver… Llegué a pasar por parques, las segundas y ver a gente mayor sin cubrebocas cuidando a niños que tampoco usaban cubrebocas… Tengo coraje e impotencia por esa irresponsabilidad de gente que desobedeció a las autoridades. Además de que no tenemos unas autoridades muy competentes desde nuestro gobierno federal hasta el municipal. Tengo coraje.
¿Las imágenes difundidas del interior de la clínica 66 son verdaderas? ¿Hay saturación de fallecidos y falta de recursos?
Sí. Sí son verdaderas. Sobre los recursos, la mayoría son donaciones y fíjate que sí hay falta de insumos. Medicamentos para los pacientes hay muy poquitos, no siempre son vastos para cumplir. No sé cada cuanto llega el camión de los medicamentos que viene de nivel central. No sé cada cuanto sea, pero no es suficiente porque sí se terminan los medicamentos. Pienso que no hay una supervisión adecuada para que se lleve a cabo.
¿Las carencias dentro del hospital han influido en el número de contagios?
Ahorita, a estas alturas, ya no. Ahorita ya con el rebrote la gente se dio cuenta de que el virus ya está en cualquier lado. Al principio sí… Porque los pacientes tenían miedo de ir a la clínica 66 y se iban a las otras; pero como esos no eran hospitales Covid no les daban todos los insumos, entonces por eso se empezaron a contagiar… Iba mucha gente contagiada.
¿Qué tan difícil es ser testigo directo de lo que provoca el virus en las personas?
Lo más difícil para mí es ver cómo se va deteriorando el paciente, respecto a lo que se ve… Tú ver al paciente cómo se deteriora está mal. Hay unos que llegan a tiempo, con los síntomas no tan atenuados, y luego al siguiente día o a los tres días miras que no está funcionando el tratamiento, eso es difícil… Cuando ves toda su estadía en el hospital y los ves hablando con sus familiares despidiéndose con la incertidumbre de si van a volver a despertar y tú darle una falsa respuesta porque por estadísticas sabes que ese paciente va a fallecer. Escuchar cómo piden que oren por ellos para que funcione la intubación te parte el corazón.
¿Ha llorado mucho en el trabajo?
No. Me tengo que tranquilizar. En la escuela enmarcan mucho que no debes de enfrascarte mucho con el paciente. Imagínate cuántas muertes vas a vivir en tu vida de enfermero y que te esté afectando todo lo que vives junto a ellos, pues no. Te enfermarías muy pronto, no sé qué pasaría. Te volverías loco. No es que seamos fríos, pero ya nos aguantamos. Sí nos lamentamos, nos duele y nos puede porque nos ponemos en el lugar del paciente, del hermano, del papá, del hijo. He llorado en mi casa, pero no en el hospital.
¿El Covid producirá un antes y un después en usted?
Sí. Sí lo va a producir. Créeme que ya ansío el después. Ansío ese tiempo de decir “cuando estuvo la pandemia viví esto”. Ya quiero el después de este maldito virus, que ya va a vivir entre nosotros, pero sí, de esta racha… Claro que sí va a haber un antes y un después.
¿Qué les diría a los juarenses?
Primero que nada que sean responsables, que sean conscientes de lo que ya vive en nosotros. Que esa gente que no cree, espero que no vivan una pérdida cercana, no es mi deseo; pero hay gente que hasta que le pasa entiende. Que se concienticen. Que sean responsables, porque dentro de esa conciencia y responsabilidad que ellos tomen es el cuidado que le van a dar a sus familias. Solo de esa manera podrán cuidar a su familia.
Que hagan caso a las recomendaciones que ya conocemos: que te laves las manos, que uses cubrebocas, que te bañes. No es una exageración, que lo adopten en su vida diaria. No quiero verlos y que sean una estadística más en los hospitales.
Agradezco a Anaís Hernández por acceder a esta entrevista y por responder de manera amplia y honesta. Espero que este trabajo concientice a quienes lo lean.
Nadia Alejandra Rodarte Santamaría
Es estudiante del 8º semestre de la licenciatura en periodismo de la UACJ. Tiene 24 años de edad.
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