El abandono de las acequias impide que la ciudad recupere sus cuerpos de agua para el espacio público, que dejen de ser vertederos de basura, para ser respetadas como sitios de identidad que dieron origen a Juárez.
El sistema de canalización de agua del río Bravo y de precipitaciones pluviales fluye entre basura doméstica, animales muertos, muebles destartalados y con frecuencia de personas ahogadas.
Hasta antes de 1990, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) tenía a su cargo el mantenimiento de las acequias. Entre ellas, las dos más portantes, la Madre y la Del Pueblo, dijo José Mario Sánchez Soledad, presidente de Coparmex.
Sin embargo, antes de cerrar sus oficinas en Juárez, la Comisión cedió los derechos de administración del sistema de aguas, que incluye los canales, el río Bravo y las compuertas, a la Asociación de Usuarios del Distrito de Riego 9, indicó.
“Aquí es donde se originó el limbo jurídico, porque Conagua cedió los derechos, pero no las obligaciones. Había lucro, pero no gasto para el mantenimiento”, enfatizó.
El líder de los empresarios, advirtió que no existe voluntad política para solucionar el vació jurídico en que se encuentran los canales.
“A veces el Municipio nos hace el favor de limpiarlas, pero no porque se sienta obligado a hacerlo, porque todo lo relacionado con el sistema pluvial no está normado en ninguna ley”, enfatizó.
Roberto Sosa Ontiveros, arquitecto en el Instituto Municipal de Investigación y Planeación (IMIP) quien colaboró en el plan maestro de los parques lineales en 2000, dijo que el proyecto nunca se implementó por el vacío jurídico existente, entre otros motivos.
Plan maestro contemplaba rehabilitación de las acequias
El plan maestro contemplaba la rehabilitación de las acequias de Juárez en su parte urbana. Con punto de inicio en una sección de la acequia Cordero como parque lineal. De ahí, se incluía la Del Pueblo y Madre.
Se proponía como meta diseñar una propuesta urbanoarquitectónica a ejecutar en el corto, mediano y largo plazo. En ella se propiciaría la participación ciudadana, la educación y la biodiversidad.
Sin embargo, Sánchez Soledad reconoció que era una propuesta política más que técnica.
Esto, para disminuir la presión social por el auge de los feminicidios a partir de 2000, con la transición de poderes en donde llegó Vicente Fox a la Presidencia de la República.
“Ningún proyecto de urbanismo que tenga sólo intención política va a salir bien”, advirtió el presidente de Coparmex. Y agregó que el proyecto fue rechazado por el vacío legal que había en la tenencia de las acequias.
Además, tuvo fallas de costos y de planeación técnica que terminó de “sepultar” el plan de rehabilitación.
Guadalupe Santiago, profesora investigadora en la UACJ quien hizo estudios sobre archivos de la Misión de Guadalupe, encontró que Juárez no se planeó para ser ciudad. Sino como un proyecto agrícola al estilo de un ejido.
Sus principales calles, así como la construcción de la Misión, se hicieron siguiendo el trazo de las acequias. Estas acequias proveían a la agricultura, ganadería y consumo humano, indicó.
El abandono de las acequias también pasa por el olvido de estos sitios históricos que narran los orígenes de Ciudad Juárez, agregó Sánchez Soledad.


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