Chihuahua fue el último estado de la República en tipificar el feminicidio, pese a que lo ocurrido aquí durante décadas, impulsó las recomendaciones por parte de distintos organismos internacionales para reconocer el concepto y considerarlo como un delito autónomo.
Apenas en octubre del 2020, el Congreso del Estado aprobó una reforma al Artículo 126 Bis del Código Penal del Estado de Chihuahua para tipificar el delito de feminicidio. Antes de la adecuación legal, el tipo penal se enunciaba como delito de “homicidio por razones de género”.
“Comete el delito de feminicidio quien prive de la vida a una mujer por una razón de género” establece la nueva redacción del artículo, que además especifica siete circunstancias para considerar cuándo existe esa razón de género.
Por ejemplo, está claro en los dos primeros casos de feminicidio de este 2022, los de Tania Montes y Nohemí Medina, quienes vivían en pareja. Sus cuerpos fueron encontrados desmembrados el domingo 16 de enero en las afueras de San Agustín, sobre la carretera Juárez-El Porvenir. De acuerdo con la FEM, habrían sido asesinadas con saña, en el interior de una vivienda del poblado San Isidro.
Al menos dos de los siete supuestos se cumplen: cuando antes o después a la privación de la vida, a la víctima se le hayan infligido lesiones, mutilaciones o cualquier otro acto que atente contra la dignidad humana. También se presenta la circunstancia del cuerpo de la víctima expuesto, arrojado, depositado o exhibido en un lugar público.
Por estos crímenes, hay dos personas, un hombre y una mujer, vinculadas a proceso penal. Falta un tercer participante por detener, según la Fiscalía Especializada.
En el 2021, ninguna de las siete circunstancias se reconoció en al menos 160 casos de homicidios dolosos cometidos contra mujeres, de acuerdo con los registros de la Fiscalía General del Estado.
El delito de feminicidio se consideró exclusivamente en otros 19 casos de homicidios de mujeres, carpetas que siguió hasta el final (sin declinar a favor de la Fiscalía General) la Fiscalía Especializada en Atención a Mujeres Víctimas del Delito por Razón de Género y la Familia (FEM).
Las otras circunstancias tienen que ver con signos de violencia sexual en la víctima, antecedentes de cualquier tipo de violencia cometida por el mismo sujeto activo contra la víctima, parentesco o relación previa con el perpetrador que evidencia desigualdad o abuso de poder, incomunicación previa al asesinato o sometimiento a alguna forma de explotación.
Si suben homicidios dolosos, suben feminicidios
Luis Cervera, investigador del Colegio de Chihuahua que por años ha trabajado en la georreferenciación del feminicidio y de la desaparición de personas en Juárez, afirma que el alza en estos fenómenos siempre ha ido de la mano del incremento de los homicidios dolosos.
Considera que cuando estalló la violencia en las calles, vinculada al crimen organizado, hubo una invisibilización del feminicidio, que no debe de volver a ocurrir.
“Dejamos de ver los feminicidios y lo que no nos dimos cuenta, es que los feminicidios iban al alza. Pero desatendimos institucionalmente el problema de los feminicidios, por atender los homicidios dolosos”, explica el académico.
Incluso afirma que no se resolvieron los homicidios dolosos y tampoco los feminicidios.
También concluye que la desaparición de personas y la trata están vinculadas con el feminicidio, en un escenario de violencia y delincuencia al alza, que desafortunadamente no cambia y no se puede desvincular de la operación del crimen organizado en una frontera como Ciudad Juárez.
“Cuando los homicidios dolosos tienden a incrementarse, tienden a incrementar los feminicidios y las mujeres desaparecidas, la delincuencia juvenil, el maltrato infantil. Tienden a subir los demás fenómenos de violencia”, agrega.Quizás no pongamos atención a esas relaciones, pero no están desconectados, advierte.
Esa misma inquietud la comparte Martha Dena, doctora en Ciencias Sociales e investigadora de la Universidad Autónoma de Chihuahua, quien advierte que así debe abordarse el problema en todos los ámbitos, respecto a cómo circundan unos delitos con otros y cómo inciden en la violencia feminicida.
Dena participa en el estudio “Respuesta institucional ante la desaparición de mujeres en Ciudad Juárez”, un proyecto conjunto del Colegio de Chihuahua y la UACH.
“Hay un argumento que se utiliza mucho, que dice, bueno, es que homicidios dolosos de varones, son de diez contra uno de mujeres. No hay una cifra que nos revele en realidad el fenómeno, la gravedad del problema. Entonces hay que tener un tanto de cuidado con eso y aún así el fenómeno va al alza, puesto que Juárez aparece como primer lugar en feminicidios a nivel nacional, al día de hoy estamos así”, agrega.
Abismal diferencia en niveles de impunidad
Los homicidios de mujeres no clasificados como feminicidios, en general entraron al universo de delitos que se ubican en el otro extremo de la efectividad, la que se relaciona con niveles de impunidad de más del 95 por ciento.
¿Por qué es tan dispar esa efectividad para detener presuntos culpables? De acuerdo con Guillermo Asiain, coordinador ciudadano de la Mesa de Seguridad y Justicia, la respuesta es sencilla, con independencia de que la especialización en la investigación arroje mejores resultados: las dinámicas del feminicidio tienen que ver, en la mayoría de los casos, con personas cercanas o conocidas de las víctimas.
Los feminicidios tienen esos dos escenarios: el espacio privado, como ocurrió en el caso de Jacivi, donde un conocido de ella ya está detenido, y el espacio público, como en el caso de Isabel, donde se hacen más visibles las limitaciones para la investigación eficaz. Por igual, en ambas circunstancias la prevención falla.Jacivi Holguín salió a comer con un hombre y ya no volvió a su casa. Foto: Internet
“Creo yo que a la autoridad le ha faltado mayor intensidad en estas acciones para proteger a la mujer. Si somos el primer lugar a nivel nacional, pues no tenemos mucho qué presumir en ese tema, ¿no? Pero también la comunidad, porque sí creo que es un tema no nada más de agarrar el culpable”, señala Asiain.
Lo que está ocurriendo, destaca el representante ciudadano, nos dice que lamentablemente somos una sociedad sumamente violenta, pero también, que la gente sigue pensando que matar a una mujer no va a tener consecuencias, pese a que haya detenidos y se inicien procesos penales.
Para Asiain tampoco basta con que se judicialicen los casos y se hable entonces de reducción de impunidad, ya que no se tiene la información precisa de cuántos de los procesados tienen ya una sentencia condenatoria, ni qué tan rápido fue emitida.
“Nos ha faltado este seguimiento puntual a cada uno de los casos de feminicidio. Hoy lanzamos el reto de decir, caso que haya de feminicidio, no nada más cuántos casos bien armados tienes Fiscalía, sino cuántas sentencias tenemos. Ese número es el número clave”, dice el representante del organismo que da seguimiento a la incidencia delictiva desde hace diez años.
Falla atención a la violencia familiar
El analista considera que la otra clave está en la violencia familiar y en la violencia sexual que escalan hacia el feminicidio, y simplemente no se han atendido en su preocupante dimensión.
“Una violencia familiar –explica– puede terminar en un feminicidio íntimo, que es alguien que la conocía, que estaba ahí presente. Y nos habla de dos cosas: que la comunidad como tal no tuvimos la oportunidad de ayudarle, y que las autoridades no tuvieron la certeza o la eficiencia para poder ayudar a una posible víctima”.
La titular de la FEM en Juárez, Diana Morales, reconoce que hoy ese es el principal reto para la propia Fiscalía Especializada y las instituciones creadas para atender la violencia de género: evitar que la violencia familiar se convierta en violencia feminicida.“Ese es el gran reto. Las mujeres que llegan aquí, que llegan golpeadas, que llegan con una vida muy difícil, están en un círculo del que no pueden salir de la violencia y regresan con su agresor. Nuestro reto es dar los insumos a las personas que tienen que prevenir eso. Y fortalecer en la medida que nosotros podamos a la mujer”, señala la fiscal.
Es aterrador. Varias de las víctimas de feminicidio en 2021, acudieron previamente a denunciar violencia familiar o sexual, en casos que incluso se convirtieron en procesos penales, o en los que se llegó a solicitar el resguardo, pero las víctimas regresaron con sus perpetradores.
“Lo que nosotros queremos, es que no se llegue hasta acá (el feminicidio). Por eso vamos ante el juez y pedimos medidas. Y medidas para acá y para allá, pero al final, hay mujeres que regresan con sus parejas, porque están inmersas en este círculo que es muy difícil que lo puedan detectar”, detalla Morales.
El gran problema, agrega, es que la violencia está normalizada, “precisamente porque las violencias que se ejercen tienen que ver con que así los educaron en la casa, porque son cuestiones de poder, porque tienen muchos años controlando así a su mujer”.
Y el delito sigue creciendo. En violencia familiar, uno de los varios delitos que atiende la FEM, además del feminicidio, la carga para cada Ministerio Público alcanza los 2 mil expedientes.
El reporte de incidencia delictiva elaborado por el Fideicomiso para la Competitividad y Seguridad Ciudadana (Ficosec), registró 7 mil 267 casos de violencia familiar y de género el 2021. Más que en el 2020 (5 mil 961) y más que en el 2019 (5 mil 525)
Siempre aparece el cristal
Hay una clara incidencia al alza de la violencia familiar que la fiscal Morales explica con la vinculación a otra problemática que aqueja a la ciudad, tampoco resuelta: el alto consumo de drogas que propicia la escalada de violencia al interior de los hogares.
En la experiencia de la FEM, regularmente aparece el consumo de cristal, en los casos de violencia familiar que llegan hasta sus instalaciones.
Según Diana Morales, la problemática se reconoció en las mesas de trabajo para la conformación del Plan Estatal de Desarrollo, en donde se pidió abordar el tema del consumo de drogas vinculado al narcomenudeo, como un asunto de salud pública.
“Si me está generando tanta violencia, ¿qué tengo que hacer yo? Pues entender que la gente violenta tiene que ser atendida de manera pública. Esa es una de las cosas que surgieron. Una, porque para cuestiones de violencia es muy complejo y de muchos niveles, pues hay que atajar de diferentes formas, y una de ellas es una política pública para atender a toda esta gente que está generando esta violencia feminicida”, añade la titular de la FEM.