Sin duda Sor Juana (Nepantla, Estado de México, 1648-Ciudad de México, 1695) es una de nuestras grandes escritoras de todos los tiempos. De ella son famosos muchos poemas, el Primero Sueño es el más grande, mucha gente conoce versos, como estos “Hombres necios que acusáis/ a la mujer sin razón/ sin ver que sois la ocasión/ de lo mismo que culpáis” o “Este que ves, engaño colorido/ que, del arte ostentando los primores/ con falsos silogismos de colores/ es cauteloso engaño del sentido”. Podría citar otros tantos, pero lo que me interesa ahora es hablar de la Carta atenagórica (1690) y de la Respuesta a Sor Filotea (1691).
En la Carta atenagórica, Sor Juana expone una serie de argumentos que prácticamente evidencian el sermón del padre Antonio de Vieyra y ella misma se excusa porque dice que se toma atribuciones que no le correspondían a una mujer, en su tiempo, por supuesto. Lo que deja ver nuestra autora es que no solo intelectualmente, sino teológicamente, es decir, en el ámbito de especialidad de dicho sacerdote, ella era superior. Sor Juana dice que la mayor fineza (mayor bondad de Dios para con los hombres) no fue la encarnación en hombre, como decía Vieyra, sino que, puesto que Dios nos ama, su mayor fineza, su mayor sacrificio, es no darnos todo lo bueno que él quisiera darnos.
Manuel Fernández de Santa Cruz (léase Sor Filotea) le escribe a Sor Juana para reclamarle por esas licencias que se ha tomado, ya que las mujeres no deberían ejercitar el intelecto y ella, en Respuesta a Sor Filotea da una cátedra con maestría de historia antigua, historia religiosa, filosofía, entre otras materias, hace una defensa encomiable de la importancia de las mujeres a lo largo de la Historia, a tal punto que se ha tomado este texto como antecedente del pensamiento feminista en México y América Latina.
Asimismo, este texto es importante porque es una suerte de autobiografía en la que nos enteramos que ella aprendió a leer de forma autodidacta, desde los tres años. Sentencia que se tiene a las mujeres por ineptas y que los hombres por serlo creen que todos son sabios.
Estas y otras ideas son las que están vertidas en estos magníficos textos de la Décima Musa o El Fénix de América.
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