Para Carlos Alberto y su esposa Edna Liliana, ambos sordomudos, su familia es el aliciente para sobreponerse lentamente a la tragedia
Teófilo Alvarado | 10 agosto, 2023
Aunque quisiera olvidar la pesadilla que vivió el jueves 11 de agosto del 2022, una bala que mantiene alojada en su pierna derecha se lo recuerda a cada momento.
Carlos Alberto Holguín Peña, de 25 años de edad, tiene el trozo de plomo dentro de su carne y el dolor que le provoca es intenso, no solo cuando camina, también cuando está sentado.
Ha pasado un año desde aquel Jueves Negro, no obstante las heridas no sanan: ni las emocionales, ni las del cuerpo.
Debido a las balas que le atravesaron ambas piernas, se le rompieron parte de los huesos y tuvieron que hacerle varias intervenciones quirúrgicas que lo han mantenido en un martirio constante. El dolor no se va a ninguna hora del día, permanece ahí 24/7, punzante.
Lucha por mantenerse de pie y hacer una vida normal pero no es posible, porque su pierna izquierda tampoco volvió a ser la misma.
Con señas, explica que antes estaba derecha y ahora luce una pronunciada curva desde abajo de la rodilla hasta donde empieza el pie.
Debido a su discapacidad auditiva y del habla, no puede expresar de forma verbal la terrible experiencia que vivió aquel día dentro de la sucursal de Little Cesar’s en la avenida Ejército Nacional, pero no es necesario, porque sus movimientos de manos y gesticulaciones lo dicen todo.
A través de Andrea, una intérprete de lenguaje de señas, Carlos explica que esperaba su pedido dentro de la sucursal, cuando en eso sintió los impactos de bala.
Dibujar el miedo
Con ademanes, simula tener un arma larga en sus manos y como que empieza a rociar de plomo a quienes tiene enfrente, para recordar lo que pasó.
Ese día, afuera de la pizzería, sujetos armados no identificados dispararon contra empleados de una radiodifusora que se encontraron de casualidad, porque salieron a cumplir la orden de un grupo criminal, de asesinar a quemarropa personas inocentes.
Afuera, en el estacionamiento del centro comercial, fueron masacrados cuatro empleados de la empresa Megaradio que recién habían realizado una transmisión en vivo.
Pero no conformes, los asesinos comenzaron a rafaguear el local comercial, donde lesionaron a tres personas, incluido Carlos Alberto.
Mientras explica con señas, el entonces repartidor de pizza vuelve a dibujar el miedo y el dolor en su rostro.
Sus ojos lucen desorbitados y no atina a mirar a un solo lado. Busca respuestas y no las encuentra.
Todo fue muy rápido: sintió que el metal caliente le atravesaba las piernas, aunque tampoco lo dejó inmovilizado.
Sentir las balas
Los otros clientes que estaban adentro del local reaccionaron más rápido, porque escucharon el estruendo de las armas de fuego tras el fusilamiento de los empleados radiofónicos, pero Carlos, debido a su discapacidad en el oído, tuvo esa desventaja y fue más lento a la hora de percatarse del suceso y arrojarse al piso.
Cuando los clientes y el repartidor ya estaban pecho tierra, los asesinos despiadados seguían lanzando ráfagas hacia adentro. Los vidrios saltaban para todos lados y el humo de la pólvora inundaba la estancia.
Apenas se fueron los gatilleros, Carlos se pudo poner de rodillas y sacó el aparato telefónico para comunicarse por videollamada con su esposa Edna Liliana, quien tambien es sordomuda.
Le informó de lo ocurrido. También se comunicó con su madre, a puras señas.
Se asustaron, pero a la vez agradecieron a Dios que estaba vivo.
Luego lo llevaron de emergencia al hospital, donde lo internaron y quedó convaleciente durante semanas.
Nueves meses a la buena de Dios
Carlos Alberto estuvo sin trabajo durante casi nueve meses y gracias al apoyo de sus familiares, amigos y compañeros de trabajo, pudo sobrevivir con su esposa y sus hijas Brisa Lizbeth y Ana Liliana, que ahora tienen 2 y 10 años de edad.
Hace apenas tres meses lo aceptaron en la maquiladora Foxconn, donde trabaja, en una computadora.
Cuando estaba sano físicamente, podía combinar su trabajo de maquila con el de repartidor, para llevar más ingresos a su hogar, pero ya le resulta imposible.
Ni su motocicleta podrá volver a usar en un buen tiempo, ya que lo primero es recuperar su salud para ser funcional.
Sueños frustrados… la vida juntos
A Carlos Alberto lo acompaña su esposa Edna Liliana, quien no se le despega ni un instante.
Antes de la tragedia, ya estaba reuniendo algo de dinero para comprar un terreno donde construir el hogar para su familia, pero todo eso quedó frustrado, ya que la economía se vio muy afectada y han tenido que conformarse con utilizar un espacio en la casa de la madre de su esposa.
Se han jurado una vida juntos y se proponen seguir adelante.
En todo este tiempo, ella ha curado sus heridas… ahora se toman de la mano, sonríen y se unen a través de sus hijas, por las cuales vale la pena seguir viviendo.
Carlos Alberto ha tenido sufrimientos atroces, sin embargo, también está agradecido, porque en ese famoso Jueves Negro mucha gente murió y él sobrevivió, así que está consciente de que ahora tiene una nueva oportunidad de vivir, de continuar, aunque con grandes carencias, al lado de los suyos.