José de León Toral, fue un joven que nació y creció en el siglo anterior en el año de 1900, y fue testigo de varios pasajes de la Revolución, entre otras cosas de la postRevolución, cuando Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles ejercieron su periodo presidencial. Murió muy joven, a los 29 años. Era un defensor acérrimo de la cristiandad y por ello, perteneció a la Liga Nacional de la Defensa de la Libertad Religiosa. Le tocó vivir las guerras intestinas que se originaron en México por causa de la religión, las llamadas Guerras Cristeras. Eso sucedió desde 1926 a 1929.
Se había publicado la Ley Calles que pretendía limitar el poder de los religiosos en el país y eso originó la defensa de la Iglesia. Pocos entendieron aquella canción de Vicente Fernández que dice “me encontraron una estampa de Jesús en el sombrero, por eso me sentenciaron, porque yo soy un cristero”.
A Toral le tocó vivir muy de cerca el Maximato, este periodo de oscuridad en México que dio ocasión para que el PNR se convirtiera en PRI, que luego duró 70 años en el poder y para el año 2000 pareciera que se hubiera extinguido, pero no, después de un paréntesis de doce años, volvió a la carga con todo el aparato de los dinosaurios, algunos del viejo régimen y otros tantos que fueron hijos abortados del mismo.
León Toral era nativo de Matehuala, fue un joven muy activo en el mundo de los deportes, desde gimnasia, basquetbol, esgrima y futbol. Además, era bueno en el dibujo. Toral sabía de los desmadres que armaban los revolucionarios como Obregón y Calles, cuando llegaban a los pueblos tomaban las iglesias y las convertían en los cuartes itinerantes, disparaban a las efigies, y metían los caballos como zona de guarnimiento, finalmente eran militares y estos no tienen límites cuando ellos son los que se autogobiernan.
De León Toral conoció a la Madre Conchita en aquellas eucaristías clandestinas, ya que –como ya se mencionó– las novedosas leyes perseguían a los cristianos. En 1927 cuando Calles era presidente y Álvaro Obregón estaba esperando que llegara 1928 para volver a ser presidente, Calles había reformado la Constitución para que Obregón tuviera u segundo periodo, pero intentaron asesinarlo y un sacerdote de nombre Miguel Agustín Pro, fue acusado como el autor intelectual, por ende, fusilado, lo cual Toral no vio con buenos ojos.
Concepción Acevedo de la Llata, monja e la Orden de las Capuchinas Sacramentarias, conocida como la madre Conchita, fue la mentora de Toral. No hay pruebas de que ella fue quien le aconsejó que matar a Obregón, pero Toral ya tenía muchos motivos para sentirse el instrumento que Dios usaría para defender a la iglesia católica.
Acabo de decir que Conchita no le dijo a Toral que matara a Obregón, pero sí le dijo que estaría celebrando su cumpleaños en el restaurante La Bombilla. En ese entonces, Obregón ya era un presidente electo, por segunda ocasión.
El 17 de julio de 1928, León Toral se fue a La Bombilla y pudo superar la seguridad, que era mucha, gracias a que llevaba en las manos un bloque de dibujo. “Soy dibujante” dijo, y le dieron el pase. Bebió media cerveza, se fue al baño, se acomodó la pistola, sin mostrarla aún, salió y comenzó a dibujar al presidente electo. Los chismosos le dijeron “presidente, es dibujante”. Toral mostró su dibujo al Manco de Celaya, pero también le mostró la pistola y sin más, se la descargó.
Algunos políticos acusaron a Calles de que él había sido el autor intelectual, lo cual no trascendió, por otro lado, también se acusó a la madre Conchita de ser ella quien le metió el diablo a Toral.
Yo creo que Marcelo Ebrard ya encontró su Conchita, no le aconsejó que matara a Morena, pero sí le dijo en dónde les duele. Lo que viene es que Marcelo irá al café y disparará muchos secretos… ¡Dios guarde l´ora!
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