Vaya revelación la que se aventó el exrepresentante de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en Juárez, Adolfo Castro Jiménez, durante su comparecencia en el Congreso de Estado.
Al hablar sobre su experiencia como ombudsman fronterizo en aquella etapa negra de la “Guerra contra el narco”, recordó que los militares no querían hacerse cargo de la seguridad pública.
A pregunta expresa del diputado priista Edgar Piñón Olivas, de “¿cómo le hicieron para bajar la delincuencia en Juárez?”–nótese el guayabazo a su exjefe político–, el abogado que duró más de 10 años en el cargo se refirió a la problemática que enfrentaron por el mal estado en que encontraron a las instituciones de seguridad pública.
En particular, se refirió a la condición en la que quedaron los efectivos del Ejército que llegaron a la frontera, por orden presidencial, a hacer las funciones que correspondían a la Policía.
“El presidente en turno –no lo citó por su nombre– manda militarizar Juárez y los militares no querían hacerse cargo de la seguridad pública, me lo dijeron a mí”, exclamó.
Eso nos quedó claro a los habitantes de la frontera, porque las cifras de muertes violentas se fueron para arriba, en vez de caer en picada, como era la intención de la autoridad presidencial de aquel entonces.
Recordó las incontables quejas que, de pronto, se juntaron en contra de los militares, porque no estaban preparados para hacer una función que les correspondía a los civiles, como es la prevención y la persecución del delito.
“Tuvimos que hacerles un manual de cómo atender al ciudadano”. No por sabido, el tema deja de tener relevancia, sobre todo, en boca de alguien que busca ser el nuevo presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos.
Bien valdría la pena tomar esa anécdota y revisar cuál ha sido el resultado de enviar al Ejército a las calles de las ciudades a combatir a los grupos delictivos y a atacar conductas antisociales.
Es probable, a juzgar por las cifras que vemos actualmente, que tampoco hayan dado muy buenos resultados que digamos.
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Ahora que hablamos –nos hablan, qué– de la inseguridad pública como un asunto de “percepción”, nos revienta en la cara una oleada de violencia que le arrebató la vida a cuatro mujeres en un lapso de tres días, solo en Ciudad Juárez.
El más reciente caso, registrado en la mañana de este jueves 14 de marzo, en el cruce de las calles Sierra Madre Oriental y Toluca, de la colonia Lomas de San José, se trató de una mujer que fue asesinada y que, aparentemente, previamente sufrió tortura.
Un día antes, miércoles 13 de marzo, las autoridades encontraron el cuerpo sin vida de otra mujer, en el interior de una camioneta sin placas que se encontraba en el cruce de las calles Leobardo Bernal y Lorenzo García, de la colonia Kilómetro 20.
El 12 de marzo se registró otro caso similar, del cuerpo de una mujer que fue privada de la vida por medios violentos.
En el mismo lapso de 72 horas, se registraron también cuatro homicidios en contra de hombres.
Esos hechos mandan por tierra la afirmación de que la inseguridad es un asunto de percepción.
Ahí está las cifras: ocho homicidios en un breve lapso, solo en Juárez, y en la segunda semana de marzo.
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La gobernadora Maru Campos no trajo buenas noticias a la frontera, al menos en materia de transporte.
Resulta que el dichoso sistema troncal BRT va para largo, y no por falta de ganas, sino porque estaba todo volteado al revés, según lo expuso la mandataria.
La obra que entregó la anterior administración estaba tan mal hecha, que salía más barato tumbarla y volver a hacerla, dijo.
No se hizo eso último porque significaba tirar a la basura, junto con los escombros, cual volteo de materiales, los 300 millones de pesos que había entregado el Gobierno Federal para la ejecución de esa tan anunciada y nunca inaugurada obra.
Aunque expresó su disposición a terminar “con esa pesadilla”, lo cierto es que va para largo, pues es una obra que se proyectó mal y se ejecutó peor, pero desde que se le concibió, hace ya varios años.
El mismo trazo de la ruta, que llevó a quitarle un carril a la congestionada avenida Tecnológico, ya de por sí causó trastornos indescriptibles a la comunidad juarense.
Peor se pusieron las cosas con la ejecución de otras obras aledañas a la ruta de un sistema de transporte que es hora que no recoge a un solo pasajero.
Como bien lo reportó Norte Digital, el famoso sistema de transporte que emularía el Metrobús de la Ciudad de México o, más domésticamente, al Bowi de Chihuahua, ha sido una coladera de dinero bueno enviado al transporte malo.
Además de la millonada gastada en los paraderos, están los 6 millones de pesos para limpieza de unas estaciones que estaban para dar vergüenza, lástima, asco o las tres cosas a la vez; 32 millones de pesos para mantenimiento y otros 7 para dar seguridad a la infraestructura, sin olvidar los 25 millones en guardias de seguridad para cuidar que las estaciones no se llenen de gente sin hogar.
¡Eso se llama meterle dinero bueno al malo!
Eso pasa cuando una obra se planea mal y se ejecuta de la peor manera, como ha sido el BRT, que más que servicio, le ha dado dolores de cabeza a la población juarense.
A estas alturas, qué cerca se ve aquel 12 de julio de 2021, cuando el entonces gobernador, Javier Corral Jurado, inauguró el BRT con todo bombo y platillo, y lo bautizó con el nombre de “Bravobús”.
¡Bravo por ese sistema de transporte que aún no funciona y que no tiene para cuándo!
Ahora que, de que los habitantes de Chihuahua van a sentir envidia de lo bonito que van a estar los camiones para el BRT de Juárez, vale, pero al menos en la capital ya llevan más de 10 años con una ruta troncal que, mal que bien, le sigue dando servicio a la comunidad. ¿Por qué no le hicimos igual en Juárez?
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A lo mejor la presencia del Güerito Martínez en el registro de Cruz Pérez Cuéllar como candidato a la Presidencia Municipal de Juárez no le cayó nada en gracia a los altos mandos de Movimiento Ciudadano.
No se explica de otra forma que haya salido a dar esa conferencia de prensa, que nadie solicitó, para anunciar que se retira de la política.
Martínez dijo a los medios que no se irá del partido fundado y dirigido desde siempre por Dante Delgado Ranauro. Difícil de entender cómo le hará para dejar la política y seguir militando en un partido.
De lo de su presencia en el registro, dijo que nada más fue “como amigo” al registro de Cruz y no como parte de Morena.
En otras palabras, algo así como que “te subes, pero te bajas”, o muévete a la izquierda, pero la ola te lleva irremediablemente a la derecha y pues bueno, en esos bamboleos todos terminan salpicados.
“Explicación no pedida, culpabilidad manifiesta”, reza el mentado dicho, que le cayó como anillo al dedo al empresario restaurantero porque si ya no va a andar en la grilla, ¿para qué seguirse metiendo en ella? ¡Ah, raza! Anda algo así como Pedro negando a Jesús.
Y en esas “raras confusiones” también se vio la síndica Esther Mejía, aspirante por Movimiento Ciudadano a la alcaldía y de corazón dolido morenista, quien durante esta semana compartió imágenes en sus redes sociales con Enrique Serrano Escobar, del Partido Revolucionario Institucional.
Esto no le cayó nada en gracia al exalcalde juarense, quien para pronto salió a desmentir en los grupos de grilla cualquier relación de apoyo para la candidatura de la síndica.
Serrano Escobar dijo que sigue firme en el apoyo a Rogelio Loya Luna, quien quedó como candidato por el Frente Amplio por México que integra al PAN, al PRI y al PRD.