Conocí a Matilde Gómez Peña hace tres años durante un reportaje sobre pobreza extrema en Ciudad Juárez.
Hoy como entonces ella sigue siendo la presidenta del comité de vecinos en Riberas del Bravo Etapa 1 y continúa realizando un trabajo de apoyo comunitario propio de los representantes populares, como los diputados o los regidores, con la gran diferencia de que ella no ha dejado la responsabilidad con su comunidad cada que termina el cargo político, como ellos.
Otra diferencia importante es que Matilde vive con un sueldo de menos de ocho mil pesos al mes, paga mil 500 pesos mensuales por una casa de Infonavit que no perdió solo porque el instituto la puso contra las cuerdas con un convenio que le triplicó el monto del crédito.
Cuando llegué a su casa me invitó un lonche de huevo con chorizo y un café. Me dejó cargar a su nieto de dos años. Pude besar a sus hijas pequeñas y dejarlas hacer videos con la cámara que me asignaron para buscar historias de alto contenido humano en Ciudad Juárez.
Después de un rato de platicar, bajo la tenue luz del sol de las diez de la mañana, la vi llorar mientras me contaba su vida.
La pobreza circundante es una plaga que podría vencer a cualquiera, al punto de sacarle lágrimas y provocarle mucho dolor callado.
Pero no es el caso de Matilde. Ella no tiene una actitud de víctima. Al contrario. Guerrera innata ha lidereado durante más de 18 años la causa ciudadana en Riberas del Bravo, una de las zonas más golpeadas por la violencia y la miseria en la frontera.
Un día volveré, le dije, y me tomaré otro café con usted y tal vez juegue con su nieto de dos años, que ya sabe lo que es sostener un lonche de huevo y comérselo él solo, sin que nadie lo ayude. Porque así es la vida en la pobreza, dura y feliz, hasta el último aliento.
La pregunta más triste
-Y hablando de otras cosas ¿cómo va a pasar esta navidad?
-…Yo voy a trabajar…yo voy a trabajar, siempre he trabajado. Casi nosotros. Diga que ahorita puse un árbol, pero ya no poníamos árbol nosotros, desde que ellos estaban chiquitos, lo empecé a quitar porque como eran traviesos y todo, dije no, pues se lo van a echar encima, entonces como que se nos fue apagando esa luz…mirábanos…ay…es triste…(llora).
-Platíquenos…
-Es que yo siempre he estado sola con mis hijos y pues lo que trabaja uno pues no da para más, ni para comida, ni para regalos, ni para nada, y pues es la ilusión de los niños y de la familia, convivir, pero pues ¿qué tanto ganaba uno? ¿Qué tanto ganaba uno en las maquilas? Le dan a uno sus días de descanso, se los pagan, pero yo prefería seguir trabajando, o sea yo siempre he trabajado aunque estuvieran en vacaciones aunque estuvieran descanso, yo buscaba mucho tiempo extra, era para que no le faltara a mis hijos qué comer. Pero así que diga, vamos a pasarnos la Navidad, vamos a hacer algo, no se por qué pero se me apagó a mi todo eso, soy el Grinch de la Navidad.
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