Hace tres años, un homicidio múltiple ocurrido en un lejano poblado de la sierra tarahumara que involucró a dos sacerdotes católicos sacudió a toda la estructura social de la región, golpeó a la clase política local y nacional, y motivó una larga cacería del presunto autor de ese crimen a quien solo encontraron sin vida.

El suceso ocurrió en el templo de Cerocahui, municipio de Urique, en lo profundo de la sierra chihuahuense, donde un conflicto que inició con un juego de beisbol culminó en el asesinato de los sacerdotes jesuitas y de un promotor turístico, todo, ahí, frente a un altar que data de la época de la colonia.
El 20 de junio de 2022, los sacerdotes jesuitas, Javier “El Gallito” Campos Morales y Joaquín “Morita” Mora Salazar, fueron abatidos por un hombre armado identificado como José Noriel Portillo Gil, alias El Chueco, presunto líder criminal del grupo Gente Nueva, brazo del cártel de Sinaloa en la región.
El ataque ocurrió cuando una persona civil, identificada como Pedro Palma, guía de turistas local, buscó refugio en la iglesia tras ser perseguido y agredido por El Chueco. Al intentar protegerlo, los sacerdotes también fueron atacados. Los tres cuerpos fueron sustraídos por los agresores y localizados días después en la sierra tarahumara.
El crimen generó indignación nacional e internacional, especialmente por el respeto que la comunidad jesuita tenía en la región desde hacía décadas, y por el hecho de que ocurriera dentro de un templo.
La Compañía de Jesús en México denunció públicamente la impunidad y la violencia en la sierra, y exigió justicia.
La indignación llegó hasta la misma iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, en la ciudad de Chihuahua, durante la misa de cuerpo presente de las dos víctimas de Cerocahui.
El sacerdote jesuita Javier “Pato” Ávila, quien pronunció la homilía de aquel servicio religioso, condenó la política se seguridad pública del entonces presidente Andrés Manuel López Obrador, a la cual le atribuyó la oleada de violencia que había llegado a las mismísimas puertas de la iglesia.
“Desde este recinto sagrado, espacio de reconciliación, de paz y de esperanza, respetuosamente pedimos, señor presidente de la República, revise su proyecto de seguridad pública, porque no vamos bien y esto es clamor popular”, dijo enfático El Pato Ávila, ante centenas de asistentes que abarrotaron el templo para dar el último adiós a los ahora llamados “Mártires de Cerocahui”.
Durante meses, las autoridades emprendieron operativos para capturar a El Chueco. El 22 de marzo de 2023, la Fiscalía General del Estado de Chihuahua confirmó la localización de su cuerpo sin vida en Choix, Sinaloa.
La propia FGE difundió imágenes del cadáver de Noriel tendido ya sin vida a la vera de un camino vecinal en los linderos de Chihuahua con Sinaloa. Tenía los ojos abiertos y varios impactos de bala en el cuerpo.
Aunque las autoridades cerraron así el caso, a tres años del crimen, el caso sigue siendo un símbolo de la violencia que afecta a comunidades indígenas y remotas del país, así como de los riesgos que enfrentan los defensores de derechos humanos y religiosos en regiones controladas por el crimen organizado.


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