Don Frustracio, el desdichado esposo de doña Frigidia, le contó a su compadre Pitorrón las penas que sufría a causa de la indiferencia sexual de su mujer. Casi nunca, le dijo, accedía a sus demandas amorosas. La última vez que lo admitió en su cama fue en ocasión del estreno de la película que trata del hundimiento del Titanic