Uno de los principales desafíos que tiene la ciudad es el manejo insustentable con el agua, expuso Jorge Salas Plata Mendoza, integrante del grupo ambientalista Isidro Baldenegro, que recientemente se integró para luchar a favor del medio ambiente y la calidad de vida de los juarenses.
El investigador adscrito al programa de ciencias ambientales del Instituto de Ingeniería y Tecnología de la UACJ, manifestó que la ciudad cuenta con dos fuentes de abastecimiento de agua el Bolsón del Hueco y el río Bravo.
Respecto al agua del río, el tratado de 1906 despojó a México de la mayor parte del recurso, a partir de que el Gobierno estadounidense de una manera unilateral, se quedó con la mayor parte del agua; de tal manera, solo por cortesía, nos regresa desde entonces 74 millones de metros cúbicos al año, aunque puede ser menos, si nuestros vecinos del norte reducen sus cuotas cuando no cuentan con la suficiente agua para cubrir sus necesidades.

Sobre el acuífero aprovechado para el consumo humano, explicó que durante el periodo de lluvias, los mantos friáticos se recargan, pero a partir de los primeros años de la década de los setenta, cuando se extraían unos 35 millones de metros cúbicos al año, empezó a filtrarse menos agua al depósito subterráneo natural, de tal manera que cuando no hay lluvias, la fuente se abate.
Señaló que una gestión deseada del manejo de este recurso es mantener una relación sana o equilibrada con nuestras fuentes de abastecimiento, lo cual se logra dejando que se recuperen.
Señaló que desde los setenta y con la intensificación de la inversión de la industria manufacturera, en Ciudad Juárez las extracciones de agua se aceleraron y actualmente son más de cinco veces que la recarga del acuífero.
“Si nos comparamos con una tarjeta de crédito, es lo mismo que nos sucede con la gestión del agua: estamos en números rojos”, indicó el investigador.
Señaló que si no se atempera la sobrexplotación del agua, que se extrae con 150 pozos de la Junta Municipal de Agua y Saneamiento, el recurso se empieza a agotar.
Explicó que en nuestra ciudad el agua se extrae en dos niveles del suelo: el primero, se encuentra en una capa superficial y es dulce, la cual extrae el organismo operador distribución del recurso (JMAS); y la segunda, se localiza a una mayor profundidad y se le llama agua fósil, porque es la primera que se formó y no es tan dulce para su consumo humano y, para su aprovechamiento se necesita tecnología para desalinizarla.
“Pero lo más grave del asunto es que al empezar a llegar hasta las profundidades de aguas prehistóricas, empezamos a acelerar la dilución de contaminantes como los metales pesados como el arsénico que saldrá por las llaves de nuestras casas”, dijo.
Explicó que el arsénico es muy riesgoso, después de 15 o 20 años de consumo, porque causará daños graves a la salud de las personas.
“Estamos preocupados por este amenaza que llevó a la Comisión Nacional del Agua a solicitar al organismo operador que corrija las anomalías relacionadas con los riesgos causados por el arsénico”, dijo Salas.
Concluyó que frente a la promulgación de la Ley General de Aguas, el grupo ambientalista Isidro Baldenegro promueve una nueva legislación para que no se permita el acaparamiento de este vital recurso para la vida y que, como no garantiza un aprovechamiento sostenible, lo único que esta ocasionando es el desencadenamiento de procesos contaminantes que están poniendo en grave riesgo la salud de la población.
Leticia Padilla, docente y maestra en estudios humanísticos; José Guadalupe Hernández, ingeniero civil; el doctor Jorge Arturo Salas Plata, profesor adscrito al programa de ciencias del medio ambiente del Instituto de Ingeniería y Tecnología de la UACJ; y la doctora Thelma García también de la UACJ, experta en biblioteconomía y en pedagogía, componen una parte de este cuerpo de activistas que conforman este nuevo frente que se propuso luchar para mejorar la calidad de vida de los juarenses a partir del cuidado del medio ambiente.


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