La gran época dorada de Juárez se dio entre los años 50s y los 70s, siendo uno de sus icónicos símbolos el edificio de La Fiesta, que se encuentra entre las calles Mariscal y Ugarte, sede en aquel entonces de un elegante cabaret que fue visitado por múltiples personalidades internacionales y en tiempos cuando esta frontera desplegaba una elegancia, lujo y derroche similares a los que se tenían solamente en sitios como Las Vegas.
Durante varios años, el lujoso establecimiento estuvo abandonado a merced del tiempo y el vandalismo, lo cual conmovió a un juarense que decidió cambiar el triste destino de la gradual destrucción y eventual desaparición que esperaban al lugar.


Francisco Yepo Yong, empresario juarense dueño del Café la Nueva Central y desde hace 6 años propietario también del edificio de La Fiesta, el emblemático lugar en Mariscal y Ugarte, mayormente conocido por sus decorados y singular diseño.
Elegantes y amplias escaleras junto con pisos de mármol, caprichosas pero bellas cornisas en los techos y ventanas, así como un calendario azteca y esculturas de leones junto con otras bellas figuras son parte del decorado original del lugar, que da idea del esplendor que tuvo esa parte del centro de la ciudad a partir de los años cincuenta del siglo pasado.


“Yo lo compré hace seis años, pero se fundó en 1954 y era propiedad de los señores Valles. Estaba muy bonito cuando ellos lo hicieron. Lo cerraron en 1972. Se deterioró durante las administraciones municipales que estuvo cerrado, y por eso yo lo rescaté y lo remodelé”, recordó.
Comentó Yepo que toda la decoración interior, mayormente elaborada en yeso, estuvo a cargo entre 1950 y 1954 de don Pablo Montalvo, un conocido restaurador y artista juarense.

Agregó el empresario que la llamativa estructura de más de 80 años originalmente funcionó como cabaret.
“Muchas figuras famosas llegaron aquí. Frank Sinatra, Los Churumbeles de España, los Violines Mágicos de Villafontana, Irma Serrano, Begonia Palacios, el Kingston Trio y otros más. Aquella fue la época dorada de los cabarets en Juárez, de 1954 al 72 que se cerró esto. Había muchos cabarets entonces que eran el atractivo turístico nocturno en Ciudad Juárez”, relató el empresario.
“Todo eso se acabó y yo lo rescaté porque estaba muy deteriorado. Es una joya que estaba en Juárez, un ejemplo arquitectónico muy bello. Lo compré para que la gente se diera cuenta de que sí hubo y lo que era la época dorada de Juárez”, continuó Yepo.
Describió que en aquellos años la calle principal era la avenida Juárez y que la segunda arteria en importancia turística del centro de la ciudad era la Mariscal.

“Era menos atractivo que la Juárez, que era haga de cuenta Las Vegas, lleno de luces de neones, pero la segunda calle turística era la Mariscal. Los señores Valles tenían enfrente el Guadalajara de Noche, que estaba bonito pero que no se compara con este lugar”, dijo señalando hacia las elegantes escaleras de mármol y las bellas cornisas que adornan el interior de La Fiesta.
“¿Qué pasó con Juárez, por qué cambió? Todos tenemos la culpa, ciudadanos que no cuidamos a Juárez, gobernantes que no la quieren y no le ponen atención. Todos, todos hemos colaborado para que se descuidara. Ciudad Juárez era muy bonita. Era un atractivo turístico. Teníamos un turismo grandioso, teníamos 24 horas de gente visitando la ciudad, desde la mañana con desayunos, comidas, cenas y todos los clubes nocturnos que estaban abiertos día y noche”, añoró el hoy octogenario juarense.


El hombre de negocios comparó con tiempos pasados y concluyó que hoy en día esta frontera está en su opinión, muy mal.
“Económicamente está muy viva, económicamente, pero turísticamente no tenemos nada. Tenemos una ciudad sucia, descuidada, pero aún así yo estoy enamorado de Juárez y por eso rescaté La Fiesta y tengo mis negocios aquí”, confió.


Habló enseguida sobre los planes que tenía para tan bello lugar y sobre todo después del gran trabajo de remodelación que se hizo respetando el diseño original.
“La Fiesta, primero, vamos a abrirlo como salón de eventos y posteriormente podemos ponerlo a funcionar como restaurante o a ver qué más”, comentó Yepo Yong antes de despedirse.


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