Después de nueve años de que concluyó su construcción en el terreno federal de Antonio J. Bermúdez y Vicente Guerrero, la primera etapa de lo que sería el Centro de Convenciones de Ciudad Juárez luce ahora abandonada y vandalizada.
Un recorrido realizado por Norte Digital documentó el tipo de equipamiento que se dejó a la intemperie, sin vigilancia, y que hoy tiene todas las características de una tapia.
A diferencia de casas abandonadas que terminan en esa condición, la enorme instalación de concreto adicionada con equipos traídos de Asia y Europa, fue echada al olvido.
De forma oficial ninguna autoridad estatal, nivel de Gobierno que tuvo a cargo la licitación y asignación de la obra, y tampoco el actual Fideicomiso que administra los recursos que dan los juarenses para el proyecto, ha explicado por qué no se continúa la construcción en ese sitio.
Lo que se sabe de manera extraoficial, es que es un terreno federal y pertenece al Instituto de Administración y Avalúos de Bienes Nacionales (Indaabin).
El actual Gobierno de México no da su brazo a torcer para que la obra pueda continuarse, ahí, donde se quedó detenida en el año 2016.

El enfrentamiento político contra el bien social
El hecho es que, de manera irregular, el Indaabin permitió al Gobierno de César Duarte (2010-2016) iniciar la construcción ahí, siendo presidente de la República Enrique Peña Nieto (2012-2018).
Ese “permiso” se terminó al llegar a la gubernatura el entonces panista, Javier Corral Jurado, quien rompió políticamente con Peña por la llamada operación Safiro, que enfiló baterías contra el exgobernador Duarte y otros priístas.
Esa misma circunstancia mantuvo detenida la obra del Hospital de Especialidades, ubicado en el mismo terreno federal, también iniciada en el Gobierno duartista.
En 2018, llegó a la presidencia Andrés Manuel López Obrador y una parte del estancamiento se destrabó; decidieron que la obra del hospital sí debía retomarse.
Se tardaron todo el sexenio lopezobradorista, pero al final, ya con la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, el IMSS inauguró el Hospital General Regional de Especialidades número 2.
Ahí sí se pudo salvar el tema del predio federal administrado por Indaabin.
Pero en el caso del Centro de Exposiciones y Convenciones, no ocurrió igual.
En los primeros meses de 2016, una comitiva encabezada por la empresaria Guadalupe De la Vega, hoy integrante del Consejo Asesor de Desarrollo Económico del Gobierno de Sheinbaum, acudió a la Ciudad de México para conocer de primera mano el nuevo diseño que el despacho FREE del arquitecto Fernando Romero, había realizado.
Ya se daba por hecho que la obra continuaría adelante, pero no.
En ese año llegó Corral a la gubernatura, se quebró la relación con el Gobierno federal y el edificio, que entonces ya tenía al menos cimientos y maqueta, no pudo continuarse.

Buscar un terreno privado, sin mirar atrás
Esta semana, el actual director del fideicomiso, Javier Gómez Ito, informó de una convocatoria para que organismos privados de diversos sectores, presenten propuestas de terreno que sean viables para construir el recinto.
Les piden que sea un lugar con acceso a tractocamiones y mida al menos 65 mil metros cuadrados.
De terrenos públicos no quieren saber nada, especialmente después de lo que pasó con el Parque Central Oriente, en donde la sociedad rechazó un intento de construir ahí el recinto de reuniones.
Mientras, el terreno aledaño al exhipódromo ya muestra los estragos de la desidia de Gobiernos estatales y federales, bajo las marcas políticas del PRI, el PAN y Morena.

¿Qué fue lo que tiraron a la basura?
Entre las instalaciones vandalizadas está un motor con capacidad de mil 580 revoluciones por minuto, fabricado especialmente para el Centro de Exposiciones y Convenciones en el año 2015.
Fue diseñado por la compañía de origen surcoreano Doosan Infracore, dedicada entonces a la fabricación de equipos de construcción y motores.
Doosan Infracore era conocida anteriormente como Daewoo Heavy Industries & Machinery y fue adquirida por HD Hyundai Group en agosto de 2021, justo cuando en Chihuahua terminaba el quinquenio de Corral, por cuya decisión política ese equipo nunca se utilizó.
Igual le ocurrió a una planta eléctrica o electrógena de alto poder, comprada a la compañía de origen francés SDMO.
Dos años después que realizó la operación comercial con la empresa juarense Urbanizaciones y Construcciones BCH, de Gerardo Bonilla, a la que le fue asignada la obra en el gobierno de Duarte, SDMO se convirtió en SDMO-Kohler y desde 2022 a la fecha solo es Kohler.
Sus aparatos tienen certificaciones internacionales y probada eficiencia en complejos industriales, hospitalarios y de diversa índole, pero aquí en Juárez, solo sirvieron para alimentar la rapiña de roedores y humanos.
Ese cuarto de máquinas también incluía un banco de baterías industriales de la marca Industronic de 30 kilovatios.
Serviría de respaldo en caso de interrupciones de energía o apagones, para garantizar la operación ininterrumpida en el Centro de Exposiciones y Convenciones.
Otros componentes aún visibles son un tablero de transferencia con las piezas literalmente arrancadas, una enorme bobina y el cuerpo de un motor ya sin los pistones que le darían fuerza, desarmados, con hilachas de cables y empaques rotos.
En la parte externa de un gabinete color gris, se puede leer la marca Eaton, otro gigante de la electrónica que –por cierto– tiene operaciones en Juárez.
La estación eléctrica tenía una fachada cubierta con rejillas de aluminio que fueron desprendidas casi en su totalidad.
Vandalismo sobre ruedas
En el exterior de esa construcción de forma rectangular, por el lado de la salida de la avenida Antonio J. Bermúdez, la plancha de cemento tiene huellas de derrapes que muestran que el lugar fue utilizado para hacer giros rayando sobre el pavimento llantas de vehículos automotores.
Más adentro puede verse también mobiliario urbano, botes de basura oxidados, bancas de concreto, estaciones de forma circular para bicicletas, astabanderas, enormes postes para la iluminación principal de lo que sería el edificio elíptico y decenas de postes de altura media.
Más al oriente, dentro del mismo espacio, hay otro pequeño cuarto, rectangular, vacío, en cuyas paredes se pintaron grafitis rosas, negros y verde fluorescente.
En uno de sus lados, una empresa de espectáculos privada aprovechó el año pasado para dejar la marca de su evento, “Juaritos Supremo”.
El nombre está pintado en letras de color turquesa y amarillas, sobre un fondo oscuro encendido por llamas anaranjadas.
La sección del estacionamiento es la única que luce atendida, con bloques de concreto de forma cilíndrica pintados de amarillo, azul, rojo y naranja.
Ahí mismo están marcados pasos peatonales con rayas amarillas y los espacios para personas con discapacidad debidamente señalizados con su conocido pictograma azul y blanco.
En una de las láminas del equipo, alguien escribió una frase que podría aplicar para alguno de los ahora exfuncionarios que dejaron pasar el tiempo sin moverle un solo tornillo o poner un ladrillo más a este sueño juarense.
“Siempre con sueño, sin trabajo y sin talento”, se puede leer en la superficie metálica.


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