Mucho se ha hablado del historial del abatido líder del grupo criminal Los Mexicles en Ciudad Juárez, Ernesto Alfredo Piñón de la Cruz, El Neto. De sus inicios como cabecilla de una banda dedicada al secuestro desde el año 2007, cuando apenas había cumplido la mayoría de edad, y el amplio despliegue de ilícitos que lo llevaron a recibir una condena de más de dos siglos. Pero poco se ha dicho de los factores que pudieron haber incidido para que este líder criminal llegara convertirse en lo que llegó a ser.
Si bien cada persona que comete un delito lo hace partiendo de razones y situaciones de vida muy específicas, existen ciertos factores generales que para los criminólogos son elementos que contribuyen en mucho a la conducta delictiva.
Un artículo referente a la Justicia Penal de la Universidad de Walden señala que algunos criminólogos creen que la biología también puede predisponer a la delincuencia.
Esto no por el hecho de que se nazca delincuente, sino que ciertos factores biológicos, incluidas variaciones en la excitación autónoma, la neurobiología y el funcionamiento neuroendócrino, aumentan la probabilidad de que una persona tenga una predisposición fisiológica a cometer actos delictivos.
Los hallazgos de estudios más completos al respecto demuestran que hay predictores ecológicos del crimen, con indicadores de características raciales, problemas familiares, problemas económicos, a los que contribuye como factor externo adicional, el encarcelamiento.
Pobreza
Las áreas de desventaja económica suelen ser factores incubadores de delincuencia, cuando la persona pierde su valioso sentido de autonomía, encontrando en el camino factores sociales que la obligan a hacer algo contra la ley.
Como sea, la presencia recurrente de delincuentes en el entorno y el hecho de vivir en la pobreza aumenta la probabilidad de desarrollar conductas delictivas, pues “cuando tenemos problemas para llegar a fin de mes, estamos bajo un estrés intenso y es más probable que recurramos a la delincuencia”, señala el estudio en mención.
Marginación
A esto se suma la existencia de un entorno de violencia social, marginación, y una hábil labor de reclutamiento por parte de los grupos criminales que puede potenciar aún más esa predisposición.
Un entorno de este tipo, donde el consumo de alcohol y la compra, venta y consumo de substancias están a la orden del día, pueden favorecer los trastornos de personalidad y una tendencia tan fuertemente revanchista, que puede encontrar en la delincuencia un equivocado pero factible factor de redención y recompensa a las conductas criminales.
Uno de estos desórdenes psicológicos es el denominado “trastorno antisocial de la personalidad”, propio de personas carentes de empatía y sentimientos de culpa, que los lleva a tener un constante conflicto con el orden establecido, al que solo le encuentran solución mediante el uso de la violencia.
Precariedad
Es el caso de ciertos sectores de condiciones precarias de la geografía fronteriza entre los que se ubica la colonia Josefa Ortiz de Domínguez, núcleo poblacional de escasas 34 hectáreas de territorio en el norponiente de Ciudad Juárez, donde se crió el delincuente conocido como El Neto.
Nacido en 1989, con estudios truncos de preparatoria, y pasando sus años de infancia y adolescencia en un entorno de gran rezago social donde proliferaban el narcomenudeo, la violencia y los homicidios, nada es de extrañar la familiaridad con la que el joven fue desarrollando su personalidad, acostumbrado a desenvolverse en medio de estas condiciones.
Aunque su entorno familiar no apunta propiamente al abandono o la violencia, las condiciones de precariedad económica y de servicios del sector, y un ambiente desfavorable en términos de valores, con un natural fluir de actividades criminales por sus calles, pudieron inclinar esa balanza.
Una balanza que terminó por caer del lado “de los malos” cuando, ya formando parte importante de la pandilla Los Mexicles dedicado al robo y al secuestro, se dieron las condiciones para convertirse en brazo armado del Cártel de Sinaloa en esta ciudad, lo que dotó de mayor impunidad sus actos delictivos.
Entre impunidad y corrupción
Aquí un factor que igualmente influye es el ambiente de impunidad y de corrupción que impera en muchos ámbitos del país, donde los amiguismos, compadrazgos e influyentismo parecen ser los únicos factores para determinar el nivel de avance de las personas.
Algo que se aprende en muchos ámbitos de la sociedad, pero con especial fuerza en las cárceles.
Sin que esto sea una justificación, sí representa una explicación de cómo y por qué un joven de condición precaria y estudios truncos, con apenas 20 años de edad, y una posible, aunque no confirmada predisposición biológica al delito, ya se había convertido a temprana edad en el líder una banda dedicada mayormente al secuestro, con gran despliegue de crueldad.
Su actividad criminal tuvo tan gran y negativo impacto, que las autoridades estatales ofrecían entonces una recompensa de 200 mil pesos a quien diera información que llevara a su captura.
Corría el año de 2009, en un tiempo que tenía entonces a la ciudad como un escenario pleno de la violencia y la gran cauda de homicidios propios del periodo conocido como “guerra contra el narcotráfico”, estrategia lanzada por el entonces presidente de la República Felipe Calderón, que mantuvo hundida a la ciudad en un remolino de excesos criminales entre 2008 y 2012.
Historia de fugas
El Neto fue detenido el 3 de octubre de 2010, y dos meses después ya protagonizaba su primer intento de fuga que fue truncado –de manera circunstancial, dicen– cuando al ser trasladado de regreso al Cereso No. 3 tras una audiencia judicial, se dio un intento de rescate por parte de integrantes de su pandilla.
Un apoyo inesperado de elementos ministeriales que pasaban por el lugar truncó este intento donde el líder Mexicle perdió un ojo.
A doce años de distancia de este incidente, y tras una amplia trayectoria criminal aún estando tras las rejas, que incluye dos intentos de fuga y un gran caos criminal en la ciudad, El Neto fue abatido y muerto tras una persecución y balacera que terminó la madrugada del pasado jueves por las calles de Ciudad Juárez
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