Olvidaron la defensa: dejan sin reparar diques desde hace 16 años
Pese a las muertes e inundaciones que generó el colapso e inhabilitación de estructuras en 2006 y 2008, ni se repone, ni se amplía la defensa de la ciudad en todos sus flancos
Por Javier Arroyo | 22 junio, 2022
Junué Ramos tiene 27 años y era una adolescente cuando, junto a su familia, tuvo que dejar su casa durante dos meses, desde que fueron evacuados de emergencia por policías y soldados que intervinieron ante el riesgo de colapso que presentó el dique La Montada durante la tormenta de 2006.
Sin haber colapsado, hubo desbordamiento ante la incapacidad de contención del caudal que bajó de la Sierra de Juárez y tomó esa cuenca principal del Arroyo de las Víboras.
La casa de Junué se mantuvo de pie, aun después de que las autoridades locales atendieron la solicitud de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) para realizarle una escotadura o tajo a la cortina del dique, con la intención de un desfogue controlado, antes de que la estructura fuera vencida y el agua lo arrasará todo, como en un tsunami.
Una vez que las viviendas fueron desalojadas y se abrió la escotadura, las propiedades fueron inundadas, aguas abajo.
"Cuando ya reventaron la presa, salió el agua disparada y tapó todas las casas de allá de abajo. Y pues la gente llorando. Imagínate, pensar que tu casa se va a ir en el agua. Y con los muebles y todo, porque no nos dieron chance de sacar nada, más que los papeles de uno y pues ya. Pero nadie sacó nada. Todo se lo llevó el agua", señala la joven madre.
En 2006 las autoridades realizaron un tajo en la cortina del dique La Montada cuando estaba a punto de colapsar, para evitar afectaciones mayores. No se ha rehabilitado desde entonces y es utilizado hoy como tiradero de basura.
Luego, las ruinas fueron demolidas. Las familias que ahí vivían y otras que tenían sus casas literalmente pegadas al dique, se reubicaron en fraccionamientos del suroriente.
Hoy, varias de las viviendas desocupadas por las familias reubicadas, de nuevo están habitadas, en varios casos por las mismas personas que recibieron una propiedad en otro lugar seguro. También hay nuevas fincas. Y en vez de que se haya despejado el espacio, la colonia ha crecido.
La familia de Junué nunca aceptó reubicarse. "Yo creo que es un riesgo que todos aquí quisimos tomar", responde cuando se le cuestiona por qué quedarse en un lugar en el que se puede repetir una inundación igual, o peor que aquella que tanto temor causó.
Ella tiene ahora su propia familia y comparte la propiedad con la familia que creó su hermana, con sus padres y otro hermano. Ya son tres núcleos familiares que viven en la misma propiedad, junto al dique inhabilitado desde el 2006.
El riesgo no estriba hoy en que la fuerza del agua acumulada reviente la cortina, sino que, en caso de una tromba, baje repentinamente y sin nada que la contenga, se lleve todo a su paso.
El sitio es el mismo: el cauce del arroyo. Si la lluvia no es torrencial, el agua pasará frente a la casa de Junué, donde se improvisó con concreto y roca una especie de canal de contención y desfogue; si se trata de un evento extremo, el agua turbulenta alcanzaría fácilmente el nivel donde se alzan las viviendas.
Vulnerabilidad por todos los flancos
La ciudad es vulnerable contra corrientes violentas de agua por tormentas atípicas, en distintos flancos, con diques azolvados e inservibles, o que se inhabilitaron desde hace 14 o 16 años.
En la misma cuenca del Arroyo de las Víboras, además de los diques de La Montada y Pico del Águila, está inhabilitado el Puerto La Paz, colindante al panteón Jardines del Recuerdo y la colonia Renovación 92.
Otros como el Sierra de Juárez y El Filtro, ubicados en la parte poniente del periférico Camino Real, funcionan aunque la Comisión Nacional del Agua pidió su inhabilitación por no cumplir los requerimientos mínimos de construcción.
La infraestructura de contención de avenidas para los arroyos que bajan de la Sierra de Juárez, presenta daños estructurales, o es insuficiente, en todas las cuencas, no únicamente en la de Anapra, donde el Arroyo de las Víboras o el Colorado son históricamente los más destructivos y letales.
Una de las cuencas con mayores riesgos de devastación por crecidas repentinas, es la de la zona centro, con arroyos principales como El Indio, Mariano Escobedo, Mercado Ornelas, El Panteón, San Antonio y Tepeyac.
El Arroyo del Indio fue marcado por la tragedia en la tromba del 6 de julio de 2006 que cayó en la Sierra de Juárez. El agua bajó ese día violentamente hacia la parte sur de la montaña, arrasando con un dique mal construido en lo alto de la zona de Los Ojitos y desbordando la presa Trituradora, colindante con la colonia Vista Hermosa.
Cuatro personas murieron, entre ellas un niño de trece años que fue encontrado aguas abajo, entre las ruinas de las viviendas, al tercer día de la crecida.
Tres mujeres víctimas mortales, también fueron arrastradas por la corriente que sorprendió a todos ese día, ya que la precipitación atípica se generó en la parte alta, sin que en la parte baja pudieran tomar previsiones.
Las familias residentes de 234 viviendas fueron reubicadas y las propiedades demolidas. El Instituto Municipal de Investigación y Planeación (IMIP), calculó los daños en la propiedad privada y en la infraestructura pública en más de 15 millones de dólares
Además de la canalización, se construyó un parque lineal junto al cauce del arroyo, pero no se atendieron las estructuras de contención aguas arriba, junto a las cuales persisten asentamientos en riesgo.
También quedó un tramo pendiente de canalización y faltan estructuras de captación, aguas abajo.
En aquella tormenta colapsó completamente el dique Sierra de Juárez, en la parte más alta. Después de la tragedia, esa estructura fue reconstruida por autoridades estatales y municipales sin el visto bueno de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), instancia que solicitó su inhabilitación y reposición completa, lo que tampoco ha ocurrido.
"La mayor parte de la cuenca se encuentra urbanizada y no existe capacidad suficiente de su colector principal. Se cuenta con un inventario de 27 obras de regulación, de las cuales 14 se consideran alcantarillas y el resto son diques o bordos en avanzado grado de azolvamiento e invasión por viviendas, la mayoría ubicados al centro de la subcuenca", señala el último diagnóstico elaborado por la Junta Central de Agua y Saneamiento.
"El dique Trituradora en la zona de Los Ojitos fue desbordado por la tromba del 2006 (arriba). Abajo a la izquierda una casa cubierta de escombro y tierra que la corriente arrastró ese año".
Riesgo exponencial en El Jarudo
Otra cuenca, más al sur, la del Jarudo, tiene incluso una problemática mayor, por la alta densidad poblacional de las zonas que abarca, frente a una menor infraestructura de contención y captación.
Además del arroyo del mismo nombre, ahí se encuentran los arroyos Cementera, Libertad y Revolución.
La cuenca no tiene la capacidad de transitar los escurrimientos que genera para conducir las aguas por el dren 2-A, infraestructura que de origen es agrícola, no de manejo de aguas pluviales.
"Cuenta con 12 obras de regulación, de las cuales 3 se consideran alcantarillas, 2 bordos y el resto diques en avanzado grado de azolvamiento e invasión por viviendas", establece el documento de la JCAS. En esas condiciones se encuentran el dique Revolución, Soriana-La Presa, Cementera, Central Camionera y Campo Militar.
Son ocho zonas en toda la ciudad que presentan problemática de inundaciones (Aeropuerto, Río Bravo, Las Acequias y El Chamizal son cuatro de ellas), pero las más emblemáticas por su nivel de riesgo son Anapra, Zona Centro y El Jarudo, además de la cuenca El Barreal.
Muerte en el Arroyo Colorado
Dentro de la cuenca Anapra, además del Arroyo de las Víboras, existen otros importantes afluentes del río Bravo como El Colorado, El Tapo, El Mimbre y Tiradores, con problemáticas similares y muchas zonas de riesgo en sus cauces naturales.
En su canalización principal, la subcuenca del Arroyo Colorado dio pie a la creación del Viaducto Díaz Ordaz, el canal donde las aguas arrastraron un camión de transporte el 1 de julio del 2000. Diez pasajeros murieron ahogados. En ese y otros eventos generados por las fuertes lluvias de aquel día, fallecieron 19 personas, incluyendo dos menores que se electrocutaron al abrazarse a un poste de la CFE, para no ser arrastrados por la corriente.
"En esta zona la regulación es escasa, pues a pesar de haberse inventariado un importante número de obras de control de avenidas, varias funcionan como alcantarillas, otras son diques o bordos, algunos de los cuales han perdido en gran porcentaje su capacidad de regulación por azolvamiento y otros más se ubican en la parte alta de la, cuenca por lo que no existe protección para una importante zona urbanizada", establece el diagnóstico que se elaboró antes de los proyectos ejecutivos para cinco obras de la cuenca Anapra.
Los arroyos de esa cuenca descargan directamente en el río Bravo, desde la altura de las llamadas compuertas de la presa internacional, hasta donde se ubica el antiguo Tribunal para Menores.
Durante el mes de agosto del 2006, el río alcanzó el más alto nivel en los últimos 33 años, de acuerdo a los registros considerados para la actualización del Atlas de Riesgo en 2016 y lo que ha ocurrido después de esa fecha.
El río desbordó en algunos tramos, inundando viviendas de la colonia Paso del Norte, ya que se encuentran asentadas en la berma o sección plana que sigue al cauce. Entonces, se estimó un gasto o caudal en tránsito de 282 metros cúbicos por segundo, precisamente por el aporte de la cuenca del Arroyo Colorado.
Cadena de omisiones en El Barreal
El Barreal, ubicada al sur de la ciudad, es también la cuenca más extensa, con 168.26 kilómetros cuadrados, el equivalente al 35.07 por ciento del total de 479.75 kilómetros cuadrados que cubren las ocho cuencas.
Se caracteriza por ubicarse en una laguna intermitente (efímera o no permanente) en su porción central, con corrientes de poco desarrollo que drenan sus aguas hacia el centro-norte, cubriendo una zona de inundación de aproximadamente 6 kilómetros cuadrados, de acuerdo con el Atlas de Riesgos Naturales, elaborado por el IMIP en 2016.
En las lluvias torrenciales de 2008, el agua cubrió ahí fraccionamientos completos, en un episodio que develó una serie de negligencias y omisiones de autoridades municipales que permitieron su desarrollo en lo que antes se conoció como la Laguna de Patos, una cuenca cerrada con terreno arcilloso que ni siquiera permite la infiltración de las aguas al subsuelo.
El dique Santa Elena nunca cumplió con las requisitos mínimos de una obra hidráulica de contención. Hoy presenta fisuras en su cortina de tierra seca.
Previamente, en 2004, se construyeron a cargo de los particulares que promovieron el desarrollo de la zona, una serie de diques ubicados aguas arriba y llamados Santa Elena I y II, Fluorex, Charly I y II, además del dique Kilómetro 28.
Las estructuras nunca cumplieron con los requisitos mínimos de ingeniería especializada para obras hidráulicas de contención.
Las precipitaciones torrenciales que de nueva cuenta cayeron al sur de la Sierra de Juárez en 2008, las hicieron colapsar y generaron las inundaciones que en algunas partes de los fraccionamientos Los Arcos, Las Almeras, Palmas del Sol y Valle del Marqués alcanzaron hasta un metro de altura.
No sirve la defensa
Lo más grave es que a casi 14 años de aquella contingencia, esa infraestructura continúa inservible para frenar grandes avenidas.
Prácticamente no existe defensa. El efecto dominó en el colapso y desbordamiento que se presentó ese año, uno tras otro y aguas abajo, puede volver a registrarse, hasta con lluvias menores.
El dique Santa Elena II, el que se ubica aguas arriba en la misma zona de las Granjas Santa Elena, está inhabilitado para frenar las avenidas.
La inhabilitación que implicó abrirle un tajo al dique, se tuvo que hacer porque la Conagua consideró de mayor riesgo un colapso de la cortina que la falta de contención, tal como ocurrió en su momento con el dique de La Montada y con el Puerto La Paz.
Además, el dique Santa Elena I, aguas abajo, deja a la vista de todos las grietas y fisuras en su cortina de tierra seca, ahora que no han llegado las lluvias. Esa condición actual generalizada de los bordos y presas es lo que más alarma al equipo técnico de la UACJ que ha revisado las estructuras.
"Muchos de ellos ya muestran fallas estructurales que son estas fracturas o recorrimientos, hundimientos, cuestiones que, si se llegara a tener que ponerlos a prueba a su máxima capacidad, probablemente fallarían. Se revienta y es como un tsunami que bajaría a la ciudad", destaca Felipe Adrián Vázquez Gálvez, el profesor-investigador de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez que colaboró en la realización de los proyectos ejecutivos más urgentes.