A Alejandro Hernández Ramírez no lo mataron por buscar pleito. Murió porque quiso evitarlo.
Aquel domingo 5 de octubre, en la Plaza de la Mexicanidad, el sol caía fuerte sobre el asfalto y el rugido de las motos marcaba el ritmo del Biker Fest. Entre risas, música y cerveza, los clubes convivían como siempre: Carnales M.C., al que pertenecía Alejandro, y otros grupos de motociclistas que comparten la pasión por las dos ruedas y la libertad del camino.
Pero en un instante todo cambió. Un empujón, un grito, una mirada de más. Los ánimos se calentaron y el ruido de los motores se transformó en caos. Alejandro, de 42 años, dio un paso al frente para separar a los que discutían. No llevaba casco, ni pensaba en pelear; solo quería ponerle fin al altercado.
Entonces apareció “El Morgan”. Un golpe seco, directo al rostro. Alejandro cayó hacia atrás, sin tiempo siquiera para defenderse. Golpeó el suelo con fuerza. Nunca volvió a levantarse.
Murió por traumatismo craneoencefálico, confirmaron después las autoridades. La Fiscalía de Distrito Zona Norte informó que no hay detenidos, que las investigaciones continúan. Pero sus compañeros no se resignan.
“Nosotros no queremos problemas, solo queremos que se entregue el culpable, porque no se vale”, dijo uno de ellos, con la voz entrecortada. Los miembros de Carnales M.C. exigen justicia, y no lo hacen con amenazas, sino con el peso de la tristeza. Alejandro era uno de los suyos: noble, solidario, siempre dispuesto a ayudar.
El club, cuentan, tiene un perfil de altruismo en la ciudad. Reparten cobijas en invierno, juguetes a los niños de colonias marginadas, comida a quien la necesita. Por eso duele más.
En redes sociales, las palabras se repiten como eco: “Era una buena persona”.
“Lo conocí desde hace 30 años, nunca se metía en problemas”.
“Solo intentaba calmar la pelea”.
Un usuario, identificado como Jorge Juárez, escribió:
“La cicatriz en su cara fue por un accidente de moto, no por riñas. Él estaba tratando de calmar el problema, y el otro vato lo golpeó sin tener nada que ver”.
Otro, Jorge Vi, observó un video que circula en redes y resumió la impotencia:
“Se ve que el don estaba de pie normal y le llegó el trancazo, se fue directo para atrás. Por ningún lado se esperó que una rata le llegara así, sin avisar”.
En los grupos de Facebook donde se organizan los motociclistas, su nombre aparece acompañado de velas, cascos y cadenas negras. La comunidad biker lo despide con la misma hermandad que lo unió en vida.
Brayan Fernández lo recuerda desde la primaria: tranquilo, sociable.
Ale Galindo también trabajó con él: “Era muy amable y respetuoso. Muy buen compañero”.
El caso sigue impune. Nadie ha sido detenido.
Los Carnales M.C. siguen rodando, pero esta vez con un vacío en la fila.
Y en el aire de la Plaza de la Mexicanidad aún flota la historia de un hombre que quiso calmar la bronca… y le tocó morir.