Una alta fiebre que hace que corra fuego por todo el cerebro, una tos que irrita y un desgaste físico como si la persona hubiera sido golpeada son los primeros síntomas de Covid-19, también conocido como coronavirus.
El malestar crónico que ha causado más de un millón de muertes en todo el mundo hace su desagradable aparición con síntomas muy ligeros, como una simple gripa, hasta colapsar los pulmones y, como acto final, la muerte.
Para el fotoperiodista Gabriel Cardona ha sido un año difícil, desafiante y doloroso. En mayo de 2020 perdió a su esposa Patricia Cabrera, comunicóloga, egresada de la Universidad Autónoma de Chihuahua.
“Una mujer inteligente, cariñosa y amorosa”, como él la describe.
Ella veía el potencial de las personas e intentaba que conocieran la cultura, literatura y la lectura. Escribió tres libros: uno sobre la vida de las muertas de Ciudad Juárez, uno sobre su mamá y también escribió su autobiografía, pero no está impresa.
Los inicios de su carrera ocurrieron en la sala de redacción de un periódico local, en dónde se conocieron. Los dos aprendieron uno del otro. Él era un principiante y ella una intérprete bilingüe con más experiencia que él en el periodismo.
¿Qué fue lo que lo motivó para entrar a la carrera de periodismo?
Yo inicié de manera empírica al inicio de mi carrera. Ya después de más o menos de 10 años que había iniciado decidí entrar a estudiar. Sin embargo, la única escuela que ofrecía la carrera más allegada al periodismo era la Universidad Autónoma de Chihuahua (Uach).
Mi motivación primero fue desarrollarme profesionalmente en otro nivel, tener herramientas de conocimiento y experiencia sobre mi carrera, puesto que yo había decidido seguir ejerciendo esta carrera. La segunda motivación fue mi familia. Mi esposa fue periodista también y ella también estudió Ciencias de la Comunicación en la Uach. Esas fueron mis motivaciones: el aprendizaje el desarrollar mejor mi carrera, profesionalizarme y la otra motivación fue mi familia, tanto mi esposa y mis tres hijos varones que venían avanzando en su aprendizaje académico. El estar en la universidad si te acrecienta mucho la visión. La manera de ver las cosas y de hacerlas.
¿Cuál ha sido su mayor logro como fotoperiodista?
Es difícil responder. Sin embargo, como sigo ejerciendo creo que todavía puedo desarrollar mayores logros de los que ya he tenido. Cuando me preguntan, ¿Cuál ha sido tu mejor fotografía?, pues en realidad todavía no la hago. Sin embargo, sí tengo muchos reconocimientos He participado en muchas exhibiciones, aquí mismo en el estado de Chihuahua, Casas Grandes, Ciudad, Juárez, El Paso, Colorado, Houston. Aparte, me han invitado a participar en muchas publicaciones nacionales y a nivel extranjero.
Mis fotografías han sido publicadas en la revista Cuartoscuro, otra que se llamaba Día Siete y que editaba el periódico El Universal de México. Además, me han pedido fotografías para portadas de libros aquí en México, Estados Unidos, Italia y Alemania. Hay una revista muy famosa muy reconocida que se llama GIO, parecida a National Geographic.
Un logro importante para mí fue un trabajo en conjunto con otros fotógrafos, en los años 90. Se editó un libro con fotografías mías y de varios fotoperiodistas locales que se llama el “Laboratorio de nuestro futuro”. Editado por la editorial Aperture. Trata temas sobre Ciudad Juárez como violencia, seguridad y economía.
¿De qué manera la pandemia de Covid-19 ha afectado su vida?
Me afectó de una manera muy fuerte, inesperadamente, en mi familia, mi esposa falleció en el mes de mayo, cuando apenas empezaba todo esto. A mí lo que se me hace difícil son dos cosas: que ella era joven, todavía tenía muchos proyectos personales y muchos recorridos. Incluso, teníamos proyectos de vida como pareja y familia, pues todavía había ahí una vida por delante para ella y para cualquier persona que esté pasando por lo mismo.
Y segunda, que ella ya estaba trabajando en casa desde el 23 de marzo. Entonces, yo era el único de la casa que salía, obviamente para trabajar. Es decir, yo traje el virus a nuestro hogar. Uno no sabe dónde se pudo haber contagiado, si en el supermercado, si en una conferencia de prensa, si en la oficina del trabajo. No sabe realmente dónde.
¿Cómo se dio cuenta que se había contagiado?
Yo empecé a sentir los primeros síntomas. Me enfermé yo primero. Luego a la semana ella y luego a la semana siguiente mi hijo menor que vive con nosotros. Eso fue muy fuerte para mí, porque obviamente no pude evitar contagiarme, pero quizá pudimos haber hecho algo alterno, hablando médicamente para poder salvar esta vida y muchas que se perdieron en esas fechas. En ese lapso todavía los médicos no sabían de ningún tratamiento como los que hay ahora.
En lo particular fue muy difícil, a lo mejor ahora lo estoy diciendo muy fácil, muy rápido, pero las semanas y los meses fueron muy difíciles. Básicamente nosotros estuvimos con mucho reposo, paracetamol, vitamina c y buena alimentación. Ya vimos que no fue suficiente. De alguna manera sí nos agarró un poco descuidados esto. Cuando ella estaba hospitalizada fueron días de angustia y también de esperanza, porque siempre teníamos la esperanza de que iba a salir bien, porque mucha gente también ha salido bien de los hospitales. Por otra parte, también ha habido gente que siente síntomas y que a los tres días se muere.
¿Cómo era su esposa?
En lo personal era una mujer cariñosa, inteligente, amorosa y autosuficiente, aunque como pareja compartíamos muchas responsabilidades. Le gustaba mucho tener amigos. Le gustaba mucho viajar. Le gustaba mucho la lectura, Ella leía muchos libros al año, le gustaba escribir cuentos y crónicas. Escribía muy bien y me refiero hablando periodísticamente, pues mantenía un rigor periodístico. Después de trabajar en El Diario de Juárez, fue a trabajar a la industria maquiladora. Las empresas son muy cuadradas. Otro ritmo distinto y lo último en que piensan son en cuestiones culturales para sus trabajadores. Impulsó muchos talleres de literatura para empleados de maquilas. Ella sabiendo que un ingeniero que está enfocado en los números, procesos y estadísticas, también podía tener ciertas habilidades que puede desarrollar artísticamente. Encontró muchos talentos dentro de las plantas. Como madre fue muy buena para nuestros tres hijos varones. Una excelente esposa en todos los sentidos cariñosa, amorosa, compasiva, enérgica. Era la reina de la casa, aunque uno como hombre a veces diga yo soy el que manda aquí. No es cierto, la que mandaba era ella.
¿Cómo se conocieron usted y su esposa?
Nos conocimos trabajando en el periódico El Diario de Juárez en el año 1990. Yo entré a laborar en el periódico como principiante. Ella ya tenía cierta experiencia cuando empezamos a trabajar juntos. Patricia ingresó al periódico como intérprete bilingüe y cubría la fuente de El Paso. En el periódico teníamos una sección especial para los habitantes hispanos. Por lo tanto, teníamos que ofrecerles información de ellos mismos. Así que cubríamos el área de salud, educación, política y cultura. A mí me mandaron con ella y el fotoperiodista titular de El Paso. Ya después me soltaron solo. Poco a poco trabajando nos fuimos conociendo más hasta que nos flechamos. Después, decidimos vivir juntos y tuvimos nuestro primer bebé. Ya 30 años de eso. Posteriormente, éramos la pareja de reporteros que cubríamos las fuentes de El Paso.
Es un poco gracioso, porque hubo un tiempo en el que ella siguió trabajando para El Diario y yo me fui con la competencia al Periódico Norte. Cuando ella investigaba un tema no me podía dar todos los datos, porque yo era la competencia (ríe). Profesionalmente llegamos a ser competidores, pero supimos dividir entre lo que era la familia y el trabajo.
¿Se arrepiente de ser periodista a pesar de su pérdida?
No, para nada. Yo creo que si volviera a nacer o si reencarnara en otra vida trataría de hacer este mismo trabajo y trataría de hacerlo mejor. Todavía sigo recorriendo este camino de mi carrera y mis logros. Creo que mi mayor logro todavía está por venir. Lo importante es hacer el hoy y el ahora de mejor manera. Sí llega el temor de salir a la calle, de ir a un lugar donde hay mucha gente. Sin embargo, creo que muchos de los compañeros tienen mucha valentía y compromiso, porque realmente es un riesgo. Sin embargo, es fundamental ofrecerle a tu lector un buen escrito. Aunque a veces no se dan cuenta, los lectores, de lo que uno arriesga en la calle. Lo hago de corazón obviamente y también para vivir.
Elizabeth Solís Muñoz
Es estudiante del séptimo semestre de la carrera de Periodismo de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.
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