Cuando los conocidos de Javier Martín del Campo afirman que en su casa existe uno de los más grandes tesoros del barrio La Chaveña, pudiera pensarse que se trata de una broma fuera de tiempo con motivo del Día de los Inocentes, ya que es uno de los barrios más populares de la ciudad, sin embargo, no mienten.
Dentro de la finca donde habita este hombre, autodefinido como un poeta anónimo, se encierra una de las más grandes colecciones de libros que se tengan tal vez por un particular.
Conocida como “La Biblioteca Monástica”, este espacio alberga ejemplares de distintos temas cuyas fechas de impresión datan, en algunos casos, de principios de los siglos 19 y 20.
La pasión por los libros, una tradición familiar que inició su abuelo Alfredo Martín del Campo y que él la ha continuado durante toda su vida, lo ha llevado a acumular cerca de 9 mil ejemplares, perfectamente acomodados por temática y editorial, con el sistema Dewey, como si se tratara de santuario.
Javier Martín del Campo nació en 1959 en una vecindad de su abuelo en el callejón Providencia, cuando todavía no se convertía en lo que hoy se conoce como la avenida Insurgentes Ciudad Juárez, y después se mudó a la que hoy es su casa en la calle Miguel Ahumada, en La Chaveña.
El amor por la literatura que tiene Javier hoy es compartido por su familia, compuesta por su esposa, Vicky, sus hijas Gema, Roxana y su hijo Rodrigo, quienes también le ayudan a traducir al inglés parte de su producción como escritor.
“Crecí queriendo los libros, amándolos y haciendo de ellos el mito de mi vida porque hasta la fecha, sigo creyendo que la genialidad nace de ellos, porque ahí está el almacén de toda la historia de la humanidad, ahí se encuentra almacenado el pensamiento de los grandes hombres”, aseveró.
La odisea que ha implicado conservar esta fortaleza del conocimiento le ha costado no sólo dinero, sino tiempo y dedicación, lo cual ha rendido frutos que hoy le mantienen satisfecho.
Y no es para menos. Al entrar a su casa, una construcción con una antigüedad de 100 años, el visitante puede sentir cómo al cruzar el umbral y pasar por el patio central, la música de Andre Verchuren en “Le roi de l’accordéon” se escucha al fondo, en el cuarto destinado para el recinto literario, y de inmediato transporta a otra época.
“Yo no tengo los recursos como lo puede tener un Gobierno que invierte en los museos, en sus bibliotecas, miles o millones de pesos. Yo soy un simple maestro y con mi cheque he conservado esta biblioteca, y como se puede ver es un monumento a la grandeza del espíritu del libro”, refirió.
Martín del Campo tiene ejerciendo la profesión de maestro 35 años, lapso en el que ha trabajado en instituciones como la Universidad Autonoma de Ciudad Juárez, la ex preparatoria de El Chamizal, la escuela de Bellas Artes, así como en escuelas particulares, y actualmente ejerce su profesión en el Centro Escolar Revolución.
El escritor, el poeta místico
El profesor Javier Martín del Campo, además de un apasionado lector es también escritor, un poeta, que a diferencia de muchos dice que prefiere vivir anónimamente su vocación, es decir, sin realizar presentaciones públicas; a cambio, prefiere enviar sus textos a Harvard o a la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, para que los analicen.
“Un escritor se debe poner a prueba no con el aplauso, el aplauso no importa al buen arte, porque también la comedia, el show, lo mediático también se aplaude mucho, entonces el arte no puede pasar por esa prueba y decir que es arte, al verdadero arte no le interesa el aplauso, le interesa más bien que incrustarse a niveles universales y que tenga la calidad de ser exquisito para los espíritus que lo requieran”, agregó.
Para Martín del Campo el arte que en la actualidad se hace a través de instituciones como el Conaculta son más “como un ejercicio de idolatría de personas, como una forma de entretenimiento, de regocijo de las personas, y en el fondo eso no es el arte, el arte es crear en el espectador un valor intrínseco y una nueva forma de existir para que la puedas después vivir”.
Cuenta con cinco libros publicados todos de poesía entre ellos “Balada para noctámbulos”, “Balbuceos del alma”, “Alegorías de la divinidad”, “Poesía mística y discursiva del arte a través de las teorías” y la obra “Antología poética meditabunda sobre al arte místico: alegoría a la divinidad”.
Para este amante de la poesía mística, su respeto se lo han ganado creadores que prácticamente no han sido reconocidos porque viven su vida en el encierro, como Ángel María Garibay de quien dice, no ha sido muy reconocido el país.
Actualmente, Javier Martín reparte su tiempo entre la docencia y la escritura, durante el día se dedica a las labores cotidianas y por las noches se encierra en su monasterio del conocimiento a pulir cada una de las frases que integrarán su nueva creación.
“Como lo decía Gustave Flaubert que casi es imposible vivir y escribir, no se puede muy bien, se dificulta subsistir en el existir, satisfacer las necesidades propias de la familia, me lleva mucho tiempo, escribir le dedico de las 12 de la noche a las 5 de la mañana, ya tengo así tres años”, aseguró.
Para este hombre que comenzó su vida laboral como voceador de periódicos, siendo aún un niño, recorrer las calles de la ciudad le hizo entenderla y apreciarla desde una perspectiva distinta, más cercana a su gente y sus costumbres, sin embargo, afirma que su necesidad de escribir va más allá de los temas cotidianos.
“Juárez es mi existencia como terruño, mi adoración como poeta, porque cuando vendía periódicos contemplaba las calles principales del Centro Histórico, fue lo que me recreó y alimentó mi observación; ya desde niño se nace con el anhelo de ser poeta, aquí fue donde alimenté mis observaciones, mi cristalización de vivencias para después plasmarlas, ya grande”, expresó.
El profesor señaló que, si bien, la presencia de los libros se encuentra en un momento de trascendencia ante los avances tecnológicos, se trata de mundos que aún pueden coexistir, ya que la evolución forma parte natural del ser humano.
“Naturalmente creo que sí viene una cierta nostalgia interior, pero un gozo saber que también la juventud ya tiene otro medio rápido, fácil y más globalizado de la cultura universal a través del internet, no lo podemos negar los que leemos libros, porque será como cuando se acabaron los códices, los pergaminos, las tablillas de arcilla, las bibliotecas que hubo en épocas distintas y que desaparecieron”, mencionó.
Es por esta razón que el escritor ya piensa en poner al alcance de los internautas algunas de sus obras, de manera gratuita, a través de una página de Facebook que en breve abrirá, anunció.
“Los hombres que salvaguardaban la cultura han de haber sentido una gran tristeza, pero también eran futuristas, hay que ser positivos, los jóvenes ya traen en un USB hasta 500 libros, pero yo aún sigo teniendo el viejo régimen en cierto sentido, de Gutenberg con la imprenta, que aún los tengo sólidos, los puedo ver, los puedo oler, los conozco muy bien, y amamanto mi imaginación y mi espíritu a través de ellos, pero sí reconozco que está siendo rebasado ya el libro por la tecnología”, comentó.
Martín del Campo dice que algún día su biblioteca pasará a ser parte del acervo público, no duda al asegurar que la heredará a la comunidad, porque esta tierra, es el amor, su causa y su motivo de existencia.
“Juárez representa para mí, a pesar de su convulsión, de su tosquedad como ciudad, a pesar de sus contradicciones, de sus rivalidades propias entre diferentes grupos que vienen de toda la república y la cercanía con Estados Unidos, a pesar de esa situación tan dispareja entre un país pobre y uno rico, aún así, Ciudad Juárez para mí es una parte de mi mente y de mi alma inolvidable”, puntualizó. https://www.youtube.com/embed/7huakA7k_n0
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