Cuando el Covid-19 llegó a la vida de Jorge Arturo Gutiérrez Ortiz de 47 años, fue una situación sorpresiva. A pesar de las innumerables noticias que había leído de esta enfermedad; aún cuando se actualizaba en las redes sociales. Pese a toda la información y cuidarse durante muchos meses desde el inicio de la pandemia, un día simplemente se contagió.
Y no solo eso, durante 15 días permaneció intubado, en estado de coma. En total, fueron 21 días incomunicado con el mundo exterior. De alguna forma, gracias al trabajo de los médicos y al apoyo de familia y amigos, afirma, ocurrió un milagro y se libró de esa pena de muerte.
Gutiérrez Ortiz es juez de Primera Instancia en Materia del Sistema Penal Acusatorio del Poder Judicial del Estado de Chihuahua en el Distrito Judicial Bravos, sede Ciudad Juárez, hoy en día incapacitado, pero por su profesión debe mantenerse atento y ser precavido, por lo que en cuestión de cuidados de la salud no había sido la excepción.
Jorge no sabe ni dónde ni cuándo ocurrió. Además de juez, es escritor y autor de 11 libros, principalmente de temas jurídicos, maestro universitario y a nivel nacional sobre el Sistema Penal Acusatorio.
Los primeros síntomas
Para el también expresidente de la Sociedad de Escritores de Ciudad Juárez, la pesadilla inició unos días antes de concluir el mes de junio. Los primeros síntomas se manifestaron: tos, dolor de cabeza, cuerpo cortado, cansancio y fiebre alta.
Pese a ello, durante la primera revisión, el médico que le atendió le dijo que no era coronavirus. Le dijo que era fiebre simple y lo envió de regreso a casa. Era un viernes.
El médico le proporcionó un número telefónico al que debería comunicarse a los tres días para dar seguimiento a su caso. Ante la sospecha de Covid-19, Gutiérrez intentó comunicarse, pero asegura que nunca respondieron sus llamadas.
Ingreso al hospital
El día 3 de julio, Jorge Arturo es llevado a urgencias en Pensiones Civiles del Estado. Pero ante la gravedad de su caso, ese mismo día fue canalizado al Centro Médico de Especialidades.
“Ahí empezó un calvario para mí, porque de tan solo imaginar estar internado, segundo, que me iban a intubar; yo tenía conocimiento de que un gran número de personas intubadas no logran salvarse”, recordó.
A esa angustia por la enfermedad, se sumó la incertidumbre sobre su familia, el miedo a dejarlos solos, a tal vez no volver a verlos.
“Yo no quería aceptar que era coronavirus, aunque ya había una prueba; me ingresaron y yo no sabía si iba a salir o no”, mencionó.
Volver a nacer
Después de ese ingreso, Gutiérrez Ortiz ya no recuerda nada. Su siguiente memoria es cuando un médico se encuentra frente a él y le informa que probablemente salga en una semana.
“Le dije, doctor, si apenas tengo uno o dos días y me dice, no, usted ya tiene 15 días. Yo estuve 15 días en estado de coma, me lo indujeron”, mencionó.
Perplejo ante su situación, Jorge dice haber sido afortunado, al recuperarse poco a poco.
Su más grande asombro radica en conocer los casos donde los pacientes permanecen durante meses intubados.
“Yo tuve un estado alarmante, porque los médicos no me daban esperanzas de vida”, refirió.
Jorge Gutiérrez, después de despertar del coma, ha tenido afectaciones en los pulmones, el hígado, riñones, el cerebro; también tuvo pérdida del cabello y como parte del proceso limpiaron su sangre con tres hemodiálisis.
“A mis familiares les informaron durante este proceso que a lo mejor y no iba a tener la posibilidad de salir adelante; sin embargo, Dios me dio la oportunidad de vida y aquí estoy contando la experiencia”, manifestó.
Aprendiendo a vivir, otra vez
Durante la semana de estancia en recuperación, tras 15 días en coma, Jorge Arturo desconocía cómo estaba su familia, su trabajo. La comunicación con el mundo exterior estaba prohibida por prescripción médica.
“Ahí es donde llego a la conclusión de que los doctores son más fregones que nosotros los jueces. ¿Sabe por qué? Porque ellos sí te pueden incomunicar”, bromea entre risas.
En esos días, Jorge dice haber tenido lo que él menciona como delirios, al imaginarse la visita de sus seres queridos, situación que no ocurrió.
Al encontrarse hospitalizado en un área Covid-19, el acceso es restringido para personal médico; por eso reconoce toda esa etapa como producto de su imaginación.
A su familia también le dio Covid-19
Al ser llevado al hospital aquel viernes, el juez tenía sospecha de que su esposa y 4 de sus hijos también resultaran infectados con el coronavirus.
Sin embargo, al estar aislado durante 3 semanas, desconoció que sus hijos de 13 y 11 años y su esposa, fueron diagnosticados con Covid-19.
“Tenemos el documento donde dice que tenían Covid, en una época en la que estaban diciendo que a los niños no les daba el coronavirus”, dijo.
A sus hijos más pequeños de 3 años y el de 2 meses, aunque presentaron síntomas, no se les practicó la prueba por ser infantes.
Sus hijos y esposa estuvieron en casa recuperándose de manera satisfactoria con la ayuda de amigos y parientes. Cuando Jorge salió del hospital, la familia le esperaba en el hogar.
Recuperarse en el hogar
El 21 de julio, Jorge salió del hospital para continuar con su proceso de recuperación en casa.
Según el médico, debería trabajar en los primeros tres meses en la recuperación de su movilidad.
Durante el primer mes, después de ser ayudado para comer y beber, comenzó a caminar con andador y tomar los cubiertos con sus manos.
“Mi familia me tuvo que cuidar durante mucho tiempo. Tuve que aprender a caminar, tuve que aprender a comer, que aprender a ir al baño”, recordó.
El juez asegura que su rehabilitación fue otro milagro, pues de tres meses que se esperaba del proceso, su avance se dio durante el primer mes.
Esto le ha permitido ir avanzando lentamente en su recuperación, que según la estimación médica, deberá concluir el próximo 27 de octubre; en esa fecha termina su incapacidad laboral.
La principal meta es vivir
La estancia en el hospital y las circunstancias que le rodearon, hacen reflexionar al juez Gutiérrez sobre su futuro, pero también sobre el presente. Entre las enseñanzas recibidas, están el valorar a la familia y los amigos.
“A los semáforos no los conoce la enfermedad, solo sirven para regular la conducta humana y pueden equivocarse; pero el virus no, porque el virus ahí está y llegó para quedarse”, afirma el juez Gutiérrez mientras sostiene entre sus manos una taza de café.
“Te das cuenta de quiénes son tus amigos, cuando veo el celular y me encuentro esos miles de mensajes de llamadas que no contesté por estar convaleciente (…) y te das cuenta que sí puede haber amigos más que los de tus dedos de las manos”, afirmó.
El juez tiene hoy una visión a futuro para los próximos 20 años, espera encontrarse con sus hijos ya adultos; para lograrlo, trabaja en el día a día, cuidándose, en busca de ese anhelado mañana.
“Por eso ahorita es valorar y acelerar lo que quiero y debo hacer, dándole prioridades descartando lo que no sea útil para lograr la felicidad”, concluyó.
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